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CAPiTulo II: Predicación

Prólogo


43. “La Orden de Predicadores ‘fue instituida específicamente desde el principio para la predicación y la salvación de las almas’. Por ello los hijos e hijas de Santo Domingo nos entregamos de una manera nueva a la Iglesia universal dedicándonos por entero a la evangelización íntegra de la palabra de Dios a todos los hombres y mujeres, grupos y pueblos, creyentes y no creyentes y especialmente los pobres. Somos conscientes que la historia y el mundo actual son el lugar donde se actúa la salvación. Por ello atentos al dinamismo de la sociedad moderna, insistimos sobre la necesidad de establecer nuestra predicación sobre las novedades y realidades que los hombres y mujeres presentan cotidianamente a la fe cristiana”[1].Todo predicador debe estar atento a la realidad, viendo y escuchando lo que ella nos dice.


Una meditación: ir a los aúnanos[2]


44. Vicente de Couesnongk describió el deseo de santo Domingo de ir a los cnmanoscomo “un espíritu, una fuerza, una energía en lo mas íntimo de nuestro ser, que nos deja siempre insatisfechos con lo que ¡lacemos y con lo que somos". Preguntaba: "Si este grito de fray Domingo - 'voy a los ciimanos' – estuviera vivo en nosotros, si nos atormentara sin cesar, nuestras comunidades, nuestra vida con Dios a favor de los demás, ¿no serían totalmente diferentes de lo que son?”[3]. Nosotros, como santo Domingo, liemos de estar dispuestos a llevar nuestra vida con Cristo a un mundo que no tiene fe.


45. Nuestra visita a Auschwitz nos ofreció un ejemplo de exclusión extrema, que no terminó hace sesenta años. Nuestro mundo ha sido siempre un mundo de conflicto, pero ahora éste es global: un nuevo (des)orden mundial, desigualdades masivas, xenofobia discriminatoria y sanguinaria, ataques frecuentes a los derechos más fundamentales a la vida, riqueza obscena en medio de una miseria extendida, epidemias apenas reconocidas e insuficientemente atendidas. Albert Camus, dirigiéndose a los frailes franceses después de la Segunda Guerra Mundial, les recordaba que “en este mundo hay belleza y están también los humillados. Debemos esforzarnos -decía- por no traicionar ni a la una ni a los otros”. Hay personas tan atormentadas por las injusticias en nuestro mundo, que olvidan que el sol ha salido por la mañana; hay otras tan arrebatadas por la belleza, que se ciegan ante los sufrimientos de los demás. Estos son algunos de los problemas que se nos presentan, que provocan preguntas ante las cuales no tenemos respuestas completas. Con todo, como Orden de Predicadores, debemos responder, no sólo con palabras, sino con la Palabra que vive en nuestras vidas. Debemos esforzarnos por no traicionar ni a la belleza ni a los humillados.


46. ¿Nos atrevemos a imaginar cómo podrían cambiar con ello nuestras vidas? ¿Nos atrevemos a alcanzar mas allá de nuestros temores en un mundo de alertas terroristas? ¿Nos atrevemos a actuar en una Iglesia que tiene a menudo la tentación de cerrarse ante esa “comprensión más plena y más profunda”, que Juan XXIII, al convocar el Vaticano II en 1959, soñó que vendría con la “discusión” y la “confrontación de las ideas?”[4] ¿Corremos el riesgo de dejarnos llevar más allá de la seguridad de lo que sabemos, de atrevernos a salir de casa y entrar en las de aquellos que no conocemos, de descubrirnos desconcertados y acallados? Porque este silencio es creativo: es el silencio de nuestras monjas; es el silencio de los que no tienen voz, que nos invita a entrar en otro mundo.


47. Entrar en este otro mundo es descubrir que somos sólo una pequeña parte de un mundo en el que la palabra liberadora viene de otro lado. Viene de quienes están en los márgenes de la sociedad. Viene de quienes en nuestro mundo tienen preocupaciones más grandes que ellos mismos, que cuidan de la creación y el medio ambiente, de los encarcelados y de los que sufren, poniendo a menudo su propia vida en nesgo. Entrar en este mundo es abandonar la ilusión del poder para “dejarse poseer por los otros”[5]. Hacer esto es aprender la liumildad, ser dóciles ante la sabiduría y las palabras que vienen de la experiencia de otros, en lo cual nosotros, predicadores, recibimos mucho más de lo que damos.


48. Como Domingo, no somos sino mendigos que esperan en silencio una palabra de Dios y de los demás.


49. Es importante que nos atrevamos a aprender con otros cómo Dios se les ha comunicado y aprender de ellos los lenguajes que necesitamos para nuestra predicación. Esto es importante si es que hemos de ser testigos de una vida que no puede ser experimentada sino como don y misterio.


50. Predicar en este mundo es compartir la vida, la esperanza y la promesa que palpitan en el mundo de los otros. Predicar en este mundo es caminar en la frontera entre compartir la vida de todos ellos y compartir la promesa de la salvación, llevándoles la buena nueva de Jesucristo y descubriendo que Él ya ha ido a Galilea antes que nosotros.


51. En este mundo tendremos algo que decir, sólo si se trata de una palabra por la que hemos sufrido, una palabra por la que hemos Iuchado y una palabra por la que hemos orado. Y esta respuesta -como la del centinela de Cracovia, cuyo toque de trompeta se interrumpe abruptamente cada hora[6]- podría ser una palabra que termine en el silencio como única respuesta adecuada ante el sufrimiento de la humanidad o ante la inmensidad del misterio.


52. Es justamente en esta encrucijada de fronteras, a menudo con temor, pero sostenidos por la promesa del Evangelio, donde creamos el espacio para quelos demás compartan sus temores y su esperanza, lo cual nos prepara para la predicación, nos prepara para entregarles una palabra de esperanza.


53. Somos portadores de la Palabra de Dios hecha carne, un don que expresamos con frágiles palabras. Nosotros hacemos el lenguaje y el lenguaje nos hace a nosotros. Muchas palabras, como ‘terrorismo’, ‘libertad’, ‘seguridad’, ‘mal’, son hoy retenidas en cautiverio por formadores de opinión, demagogos y fundamentalistas. Las palabras han sido corrompidas para crear un mundo de temor, en orden a legitimar un mundo de poder. Como lo hemos visto por el papel que jugó en la transformación de Europa Central y Oriental, la Iglesia, a la que amamos y somos fieles, es un lugar de la palabra valiente y verdadera. Pero la Iglesia se halla a veces también herida por el silencio cuando teme enfrentar quaestiones disputatae. Nuestra dedicación a la Veritas nos impulsa a animarnos a enfrentar esas cuestiones con confianza y humildad. Como predicadores, estamos llamados a buscar con valentía y creatividad las palabras que habrán de romper el silencio. Como predicadores, estamos empeñados en la liberación del lenguaje, a fin de que cumpla su auténtico papel de servir a la verdad y explorar las fronteras. Como predicadores, estamos comprometidos en un ascetismo del cuidado en el uso del lenguaje. Como predicadores estamos entregados a una vigilancia incesante en defensa del lenguaje. Como predicadores, rompemos el silencio para llevar la luz del Evangelio a la experiencia humana.


54. En Auschwitz-Birkenau los rieles del tren terminan en las ruinas de los hornos: el fin de la esperanza. Pero hubo quienes sobrevivieron al campo de exterminio, y aún hoy hay allí signos de vida: flores y pájaros y un memorial, que es también -como nos lo recordaba nuestra guía- una protesta contra cualquier otra "solución final".


55. Auschwitz no ofreció ninguna resurrección, pero nuestra predicación ofrece esperanza. La fe, en una sentencia atribuida con frecuencia a San Agustín, sólo nos dice que Dios existe, y la caridad sólo nos dice que Dios es amor. Pero la esperanza nos dice que Dios cumplirá su designio. La esperanza tiene dos amadas hijas, la ira y la valentía. La ira, de modo que lo que no debe ser, no pueda ser; la valentía, de modo que lo que debe ser, sea.


56. Únicamente en esta esperanza tendremos algo que decir. Sólo así podemos romper con valentía el silencio de una sociedad que no presta atención. Sólo así podemos valemos de esa ira para confrontar la ‘conciencia dominante’ de quienes nos dicen lo que hay que pensar. Sólo así podemos desafiar los falsos absolutos, enfrentar el futuro sin miedo, y decir la verdad incómoda que a la vez consuela y libera, y que procede de nuestra contemplación de Cristo crucificado y resucitado.


Textos introductorios
Algunos desafíos a nuestra predicación


“He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores a causa de sus capataces, pues conozco sus angustias. Y he bajado para librarle de las manos de los egipcios y subirle de esa tierra a una tierra fértil y espaciosa... Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo”. (Ex 3, 7-8.10)

Predicación encarnada en un mundo de pobreza y sufrimiento
“He visto la aflicción de mi pueblo...”


57. Amamos nuestro mundo, pero nos duele el mundo porque constatamos que muchas personas viven en una situación de miseria que les genera sufrimiento, inseguridad y miedo, que lleva a su vez a un desequilibrio mundial y a la deshumanización de la persona y su entorno.


58. En este contexto destacamos los siguientes fenómenos:


a) Ha aumentado la brecha entre pobres y ricos, así como los millones de personas que viven en pobreza y marginación sin tener garantizados los derechos humanos ni satisfechas sus necesidades más vitales, lo cual crea desesperanza y es fuente de frustración y violencia. Esto afecta particularmente a los más débiles de la sociedad.


b) El trabajo que se ha convertido en una forma de esclavitud, ya desde la infancia, y llega a ser competencia agresiva, ganancia económica, etc., deshumaniza a la persona y causa sufrimiento en las relaciones humanas y familiares.


c) La migración, fenómeno muy conocido en países que sufren la pobreza, la guerra y la opresión política, deja una sociedad debilitada por la fuga de jóvenes y talentos, sembrada de sufrimiento y en algunos casos de muerte.


59. Nuestra predicación no puede ser indiferente, ignorar estos hechos ni quedarse en mera ideología, sino que ha de ser una palabra valiente y comprometida, portavoz de los que sufren en silencio sin fuerza ni voz para liberarse, acompañándoles y ayudándoles a ser protagonistas, abrir caminos y crear estructuras que cambien esta realidad.


60. El anuncio del evangelio y nuestra vida deben estar llenos de esperanza, anunciando y testimoniando un Dios misericordioso que camina con los seres humanos. Han de enfatizar la dignidad de cada ser humano haciendo de la creación la casa común de todos.


61. Cuidemos que nuestro lenguaje sea portador de cercanía a los que sufren, de solidaridad, expresando una profunda compasión por las personas (Mt. 9,36), que brote desde el encuentro con el otro, a imitación de Jesús que abajándose se hizo hombre (Flp 2, 7). Este es el lenguaje universal que toca a las personas en sus sentimientos y en su vida concreta.


Nuestra predicación ¿qué modelo de iglesia construye?


“He oído los clamores a causa de sus capataces...”


Jesús se encontró en un mundo con desafíos parecidos donde algunos “religiosos” de su época justificaban la discriminación en nombre de la ley (Caleruega, 20,1.6). Su actitud nos invita a preguntarnos a cerca de nuestra predicación dentro de la comunidad cristiana, que ha de unir la fe y la vida, el culto y la justicia, para no construir un modelo de Iglesia que evita los grandes interrogantes y aspiraciones de las personas.


Los predicadores del Evangelio no podemos eximirnos de examinar nuestras conciencias respecto de nuestra fidelidad a la tarea que nos ha sido confiada por la Iglesia y que ejercemos en su nombre. Debemos por lo tanto estar atentos a nuestro ejercicio ministerial, ya que nos preocupa que haya voces que señalan una involución y actitudes autoritarias dentro de algunas instituciones eclesiásticas. ¿Acaso podemos decir que nosotros como Familia Dominicana estamos libres de esta sospecha? En el año jubilar 2000, el Papa Juan Pablo II ofreció en nombre de toda la Iglesia, tanto de palabra como de obra, un ejemplo inequívoco de un auténtico examen de conciencia.


En la construcción de la Iglesia, nuestro ejercicio de la autoridad compartida y la honestidad en la administración se presentan hoy como un signo profético. La predicación misma que nace del diálogo, el discernimiento y la búsqueda común de la verdad, contribuye grandemente a construir un modelo de Iglesia como Pueblo de Dios. Nuestra variedad y riqueza como Familia, pueden expresar bellamente la gracia y la bendición de Dios manifestadas en la creación y en la historia de los diversos pueblos.


La predicación como encuentro


“... y he bajado para librarle de las manos de los egipcios y subirle de esa tierra a una tierra fértil y espaciosa...”
Que Dios “baje” y “suba” nos habla de su voluntad de encuentro dialogal con la humanidad: Dios llegó primero. Predicar en clave evangélica es reconocer este hecho, que se expresa no sólo en las “semillas del Verbo” diseminadas por las culturas, sino también en la búsqueda, las inquietudes y los deseos de plenitud que anidan en lo más profundo del corazón humano.
La Palabra que predicamos no nos pertenece; se nos ha encomendado para ofrecerla gratuitamente como el más preciado regalo. Esta Palabra busca ciertamente ser acogida pero no se puede imponer. Dios no lo hace, sino que la confía a nuestra debilidad y a la aceptación libre de nuestros interlocutores. Esta palabra también interroga a nuestro mundo no cristiano a través de nuestra sola presencia como creyentes.
La pluralidad de culturas, cada una con su memoria, su rostro y su “misterio”, son un desafío al reconocimiento recíproco y a la convivencia. Exige de nosotros estar abiertos a la verdad del otro, atreviéndonos a poner a prueba algunas pretensiones de verdad de la propia cultura. Nuestra actitud sería la del discípulo abierto a la verdad del otro, que a su vez puede fecundar nuestra propia visión. Esto exige un diálogo que no pretenda vencer ni convencer, sino que guiados y sostenidos por el Espíritu, podamos llegar juntos a la verdad de Dios.
Predicar inculturadamente es ir al encuentro del otro deseosos de compartir con él, gratuita y amorosamente, la Buena Noticia de Jesús. No es posible evangelizar sin un sincero proceso por el cual se asuma, respete, valore y ame la cultura, los valores y el estilo de vida de las personas con quienes se quiere compartir el Evangelio.
En resumen, se trata de una sincera acogida del don del Espíritu de Jesús que nos exige una gran apertura de mente y corazón para ser nosotros mismos evangelizados, y un gran amor para aceptar a los otros tal como son.


Predicar como familia


“... vé, pues; yo te envío.”


Se nos envía como hermanos y hermanas partícipes de una misma misión y un mismo carisma.
La colaboración entre los distintos miembros de la Familia Dominicana, recomendada por los Capítulos Generales y los Maestros de la Orden, se presenta en la actualidad como un reto y una profecía, más que como fruto de la necesidad.
No hemos alcanzado todavía una plena situación de complementariedad, pues se percibe una cierta discriminación que no respeta el carisma común. Hablar de colaborar en la predicación, no es hacer concesiones sino reconocer lo que por carisma pertenece a todos.
La unidad en la diversidad es tarea ardua que requiere una gran libertad interior por parte de todos, la cual nos capacita para abrirnos a los demás y reconocer la autoridad y valores del otro.
Frente a las tendencias que dividen y excluyen como el separatismo, la marginación, el racismo, el sexismo, etc., la unidad de la Familia Dominicana es una palabra profética. Y por otro lado, frente a la homogenización de la cultura, la consideración de lo distinto como una amenaza y un desafío, la intolerancia del fundamentalismo religioso, etc., la diversidad se presenta como un testimonio de que la unidad en la diversidad es posible, necesaria y urgente porque responde a la vocación humana.
La colaboración en la predicación nace de la multiforme riqueza y diversidad de la vida humana. Asimismo, cada miembro de la Familia Dominicana tiene una sensibilidad y una experiencia únicas de la realidad y de Jesucristo, por lo cual cada uno tendrá una palabra nueva y distinta que ofrecer. Juntos podemos ir por todo el mundo predicando el Evangelio a todos las gentes y en todas las lenguas como un nuevo Pentecostés.


Textos jurídicos

La predicación encarnada en un mundo de pobreza y sufrimiento



Exhortación


RECORDAMOS a los frailes el texto “El anuncio del Evangelio en la Orden de Predicadores”, de fr. Carlos Azpiroz Costa OP, y los animamos a leerlo. Este texto aparecerá como apéndice en las Actas de este Capítulo, pues resume e integra textos de muchos otros Capítulos Generales y expresa fielmente la manera como la Orden entiende las características de la predicación dominicana. ¿Qué modelo de Iglesia construye nuestra predicación?


Recomendación


Nos preocupa profundamente el notable crecimiento del número de grupos “evangelicales” y otros nuevos movimientos. RECOMENDAMOS, por tanto, que todos los frailes se preparen convenientemente para enfrentar los variados e importantes desafíos que estos grupos representan (cf. México, 32; Caleruega, 4.5; Bolonia, 73-5) y que aprendan de las cosas positivas que pueden ofrecernos.


Ordenación


ORDENAMOS que el Maestro de estudiantes y el Regente de estudios garanticen que nuestros frailes estudiantes adquieran un conocimiento adecuado del ecumenismo y de lo que atañe a las grandes tradiciones religiosas, y que se les informe bien acerca de las diversas formas del fundamentalismo religioso (cf. México, 53).


Recomendación y encomienda


Los Capítulos Generales previos han subrayado la importancia del diálogo interreligioso como parte de nuestra misión dominicana. RECOMENDAMOS el trabajo que muchos miembros de la Familia Dominicana realizan en esta área. Notamos, con todo, que acontecimientos mundiales recientes y los prejuicios que surgen por la asociación en la mente de muchos del terrorismo con grupos religiosos particulares, implican que el diálogo interreligioso no puede ya ser visto como un "extra" opcional respecto de nuestra misión. Es más, como otras religiones, al igual que la nuestra, tienen un carácter y un énfasis diferente en áreas y situaciones diferentes, es importante ser sensibles a la complejidad de toda tradición.


URGIMOS, por tanto, a las provincias, a que vean el trabajo por el entendimiento interreligioso como una prioridad, tanto en sus programas de formación como en su voluntad de comprometer a los frailes en esta tarea.


Recomendación


RECOMENDAMOS que los Promotores Regionales de Justicia y Paz apoyen y promuevan en nuestras comunidades y ministerios la organización de cursos y talleres sobre estos temas (nn. 34-36) y propicien situaciones de encuentro y diálogo con líderes religiosos que quieran y puedan participar en estos intercambios.


Recomendación


RECOMENDAMOS que nuestros frailes trabajen con nuestras monjas, hermanas y laicos a fin de establecer lugares de diálogo y autocrítica, para discernir el modelo de Iglesia que tratamos de construir y promover la espiritualidad y el estilo de gobierno dominicanos.


La predicación corno encuentro
Ordenación



La fundación de una misión fuera del propio territorio forma parte de la plena identidad de una provincia (cf. Relatio Magistri Ordinis de statu Ordinis, Providence, 4.3.1). ORDENAMOS, por tanto, que el Socio para la Vida Apostólica discuta con las provincias que no tienen esta misión, dónde podrían desarrollarla, ya sea solas o en colaboración con otra entidad. EXHORTAMOS asimismo a las provincias a que tomen la iniciativa de establecer nuevas misiones fuera de su entorno geográfico o cultural, teniendo en cuenta LCO 261 § III.


Recordamos que el primer paso para establecer una misión es la fundación de una comunidad, de modo que los frailes puedan familiarizarse con la cultura del país y recibir vocaciones (LCO 112).


Recomendación


Debido a la importancia que tiene una comprensión adecuada de una nueva cultura para quienes habrán de ejercer su ministerio en un medio cultural diferente del propio, RECOMENDAMOS que las provincias y vicariatos que tienen misiones fuera de su territorio o misiones en diferentes culturas dentro de su propio territorio, pongan especial cuidado en preparar de antemano a quienes en el futuro habrán de ejercer allí su ministerio. A este propósito, reconocemos que en muchas situaciones y culturas hoy en día no existe un sentido de Dios o de la religión.
Petición
Más de la mitad de la humanidad vive en Asia y la presencia de los frailes es allí relativamente débil. PEDIMOS, por tanto, a los frailes que participarán en la Conferencia de líderes de la Familia Dominicana en la región de Asia Pacífico en febrero de 2006, que acrecienten la colaboración a fin de establecer nuestra presencia, especialmente en los países donde las hermanas ya están presentes.


Exhortación


La globalización significa que los desafíos que enfrentamos trascienden las fronteras de cada provincia en particular. Vivimos en una aldea global. La Orden es una de las primeras organizaciones multinacionales y, por ello, forma parte de nuestro carisma articular una respuesta global a estos desafíos. Una manera de hacerlo es desarrollar nuestra presencia en instituciones internacionales. EXHORTAMOS, por tanto, a los provinciales, a que reconozcan la prioridad de estos reclamos y respondan a los pedidos del Maestro de la Orden cuando solicita frailes para la misión de toda la Orden.


Recomendación


Nuestra presencia en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, y en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, tiene fundamental importancia para nuestra misión y merece un apoyo permanente. RECOMENDAMOS el trabajo de fr. Philippe LeBlanc OP y de Sor Eileen Gannon OP, así como de otras hermanas y frailes que trabajan con ellos en dichas instituciones.


Exhortación


El contacto de la Orden con las instituciones del la Unión Europea merece mayor apoyo de las provincias europeas. EXHORTAMOS, por tanto, a dichas provincias, a que ofrezcan apoyo permanente al Convento Internacional de Santo Domingo en Bruselas, poniendo a disposición frailes para este proyecto y para Espaces.


Petición


PEDIMOS a la Comisión Internacional de Justicia y Paz que considere si la Orden debe establecer una presencia en otros organismos internacionales o continentales, como la UNESCO y UNAIDS, y participar activamente en organismos internacionales para el cambio social, como el Foro Social Mundial.


Ordenación


ORDENAMOS que el oficio de Promotor General de Justicia y Paz sea un ministerio de tiempo completo. La complejidad y urgencia de los desafíos a los derechos humanos y la paz en el mundo nos mueven a contar con un fraile totalmente libre para dedicarse a este ministerio.


ANIMAMOS al Promotor General de Justicia y Paz a usar la Internet a fin de comunicar los asuntos que conciernen a la justicia y la paz a la Familia Dominicana.


Reconocimiento


AGRADECEMOS a la Organización Internacional de Hermanas Dominicas (DSI) haber ofrecido a la Hna. Marie-Thérése Perdriault OP para ser Co-promotora General de Justicia y Paz. AGRADECEMOS a las Hermanas Dominicas de la Presentación haberle permitido asumir este puesto vital para la Familia Dominicana.


Ordenación


La Internet ofrece a los miembros de la Familia Dominicana un medio importante y valioso para predicar a quienes no llegaríamos por otros medios (cf. LCO 104). Ofrece también una posibilidad para que los miembros de la Familia se mantengan en contacto, se ofrezcan mutuo apoyo y desarrollen ideas juntos. Esto es especialmente importante en lugares donde los dominicos que trabajan en un apostolado particular se hallan aislados geográficamente. La Internet podría ofrecer la posibilidad de contactos a través de los cuales los miembros de la Familia Dominicana podrían colaborar en el apostolado. ORDENAMOS, por tanto, que el Maestro de la Orden nombre a un Promotor General de Internet de tiempo completo, cuya función incluiría, con la asistencia técnica apropiada, el establecimiento de foros de comunicación e intercambio y el desarrollo de una red interna dominicana.


Recomendación


RECOMENDAMOS la promoción y el desarrollo de predicadores que trabajen en las bellas artes y las artes aplicadas, incluyendo los medios electrónicos, como una de las formas de explorar y expresar la verdad y la inspiración espiritual. La belleza tiene su propia autoridad. Animamos a los artistas dominicanos a colaborar en todo nivel.


RECOMENDAMOS el trabajo de las hermanas y los frailes que colaboran en el plano internacional en Dominicos en las Artes, y los animamos a proseguir e intensificar la colaboración en todos los niveles entre dominicos que trabajan en las artes, lo cual incluye las facultades de artes de “colleges” y universidades.


Encomienda


Nuestras provincias en los Estados Unidos han sido especialmente bendecidas con varios frailes que han sido formados para trabajar en la producción de cine y video. ENCOMENDAMOS, pues, a los provinciales de estas provincias que exploren, con la colaboración de otras entidades, cómo se podría desarrollar la misión de la Orden en estos medios.


Exhortación


EXHORTAMOS a los provinciales y sus consejos a que animen las iniciativas musicales, corales y artísticas que ya existen.


RECONOCEMOS las nuevas iniciativas apostólicas en muchas provincias, emprendidas por miembros de la Familia Dominicana que se interesan por difundir y desarrollar la herencia musical europea, en particular la música antigua.


INVITAMOS a los miembros de la Familia Dominicana y a sus amistades a desarrollar su creatividad en proyectos comunes, y sugerimos que la Provincia de Polonia asuma el liderazgo en la colaboración a propósito de la música europea antigua.


100. SUGERIMOS que, durante el octavo centenario de la fundación de Prulla, se celebre un festival de música en Prulla y Fanjeaux.


101. AGRADECEMOS especialmente a los frailes y coros de jóvenes, cuyo aprecio por la música como parte de su apostolado es evidente, su apoyo a nuestra liturgia durante el Capítulo General.
Exhortación


102. La Orden necesita predicadores valerosos para un mundo y una Iglesia marcados a menudo por el temor. Necesitamos la valentía para proclamar nuestra fe a un mundo a menudo hostil, y la valentía para escuchar a quienes tienen convicciones diferentes. EXHORTAMOS a nuestros formadores a que animen a quienes están en formación a crecer en su capacidad de diálogo, aun con sus propios hermanos, aprendiendo a escuchar con caridad e inteligencia otros puntos de vista en la búsqueda de la verdad, y a que se dejen llevar más allá de la seguridad de sus convicciones iniciales.


Exhortación


103. La predicación surge de una vida comunitaria vibrante, en la cual el estudio en común, la contemplación y la oración contribuyen a prepararla. Ser valientes para hablar de Dios entre nosotros forma parte del tejido de nuestras vidas. Por tanto, si bien la predicación es en última instancia una expresión personal, ANIMAMOS a los predicadores a reflexionar en comunidad sobre los textos litúrgicos y, mejor aún, a hacerlo con otros hermanos, hermanas y laicos. Recomendamos también tener, en momentos regulares, una evaluación crítica de nuestra predicación a fin de propiciar una mejor predicación.


Predicar como Familia Dominicana
Exhortación


104. Reconocemos que, cuando los miembros de la Familia Dominicana han colaborado para crear un proyecto común específico, han nacido grupos de jóvenes y de laicos, y la Orden en su conjunto ha logrado mayor vitalidad y presencia (cf. Relatio Magistri Ordinis, Cracovia,13). En consonancia con Providence, 427, EXHORTAMOS a que los proyectos y fundaciones de la Orden sean representativos de toda la Familia Dominicana, y a que se hagan esfuerzos por invitar a otras ramas de la Orden a participar en la planificación inicial de tales proyectos y fundaciones.
Exhortaciones


105. CONFIRMAMOS y VALORAMOS al Movimiento Juvenil Dominicano (MJD) por responder con generosidad y energía al llamado a ser predicadores de la palabra en los lugares donde viven, trabajan y estudian, especialmente entre los jóvenes, hombres y mujeres de nuestro tiempo. Son verdaderos compañeros que llevan la luz y la sabiduría del Evangelio a nuestra misión. ANIMAMOS a los frailes que colaboran con la Comisión Internacional del Movimiento Juvenil Dominicano, al igual que a los Promotores Generales del Laicado y de la Familia Dominicana, así como a la Dirección del Voluntariado Dominicano Internacional, a que continúen integrando estos grupos en la misión de predicación de la Orden (Providence, 448, 449).


106. En consonancia con Providence 430, y en orden a facilitar la colaboración de todas las ramas de la Familia Dominicana, resultan indispensables las estructuras regionales o continentales de la Familia Dominicana. EXHORTAMOS al Promotor General de la Familia Dominicana a que asegure el establecimiento de estas estructuras allí donde todavía no existen.


107. En virtud de que nuestra predicación ha de llevarse a cabo -tanto como sea posible- en familia, EXHORTAMOS a que se dé oportunidad a nuestros jóvenes, desde de la formación inicial, de participar en proyectos de formación y apostolado con otros miembros de la Orden, tanto hombres como mujeres (cf. Bolonia, 41).


Reconocimiento y recomendaciones


108. RECONOCEMOS el trabajo de la comisión establecida por el Capítulo de Bolonia, 42, con el fin de “examinar el carisma de la predicación en la Orden”.


109. APOYAMOS el estudio que se está llevando a cabo, encomendado a los Socios para la Vida Apostólica y para la Vida Intelectual por el Capítulo de Providence, 435.


110. ANIMAMOS a que se dé respuesta a este estudio, con el propósito de:estimular una discusión amplia entre las ramas de la familia; recoger datos de las diferentes experiencias de predicación (hacia fines de 2005); dar a conocer esto a la Familia Dominicana.


111. RECOMENDAMOS prestar especial atención en adelante a las dos preguntas siguientes: ¿Es esencial para nuestro testimonio del Evangelio la colaboración en la predicación de dominicos mujeres y hombres, laicos y ordenados? ¿De qué manera la profesión en la Orden de Predicadores implica una encomienda de predicar como participación en la misión esencial de la Orden?


112. RECOMENDAMOS que, antes del próximo Capítulo, se tenga un encuentro de teólogos, historiadores, pastores y canonistas para evaluar las respuestas, se continúe la reflexión y se propongan nuevos pasos para el futuro.


Recomendación


113. El Capítulo RECOMIENDA vivamente a nuestras hermanas y frailes en Irak por la entereza de su fe, su valor decidido y la firmeza de su testimonio durante los largos años de sanciones, conflicto armado y violencia recurrente, lo cual hemos escuchado conmovidos durante este Capítulo. Celebramos nuestra solidaridad con toda la Familia Dominicana iraquí en tanto ella continúa proclamando la Buena Noticia a su país, que se halla en una situación de tan gran necesidad de ser animada en la lucha por la dignidad, la seguridad y la estabilidad.


114. RECOMENDAMOS también a tantas hermanas y frailes dominicos en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, por su postura profética frente al uso inaceptable del poder y la fuerza, tanto en sus países de origen como en Irak.


Recomendación


115. RECOMENDAMOS la iniciativa de la Organización Mundial de Hermanas Dominicas (DSI) y de la Comisión de Justicia y Paz de lanzar el Proyecto Rosario en Solidaridad con Palestina, y lo recomendamos a los miembros de la Familia Dominicana.


Encomienda


116. ENCOMENDAMOS a los Promotores de Justicia y Paz y a la Comisión Internacional de Justicia y Paz que continúen supervisando todas las situaciones serias de conflicto y opresión en el mundo, y que ayuden a todos nuestros hermanos y hermanas a formular respuestas apropiadas a dichas situaciones.


Recomendaciones adicionales
Recomendaciones


117. El Capítulo reconoce y RECOMIENDA los aportes apostólicos de los miembros de la Orden que se hallan limitados por incapacidades físicas, inclusive enfermedades crónicas. Animamos los esfuerzos por incluir en el apostolado de la predicación a los frailes limitados físicamente y recomendamos a quienes ejercen su ministerio fuera de la Orden entre personas que tienen limitaciones semejantes.


118. RECOMENDAMOS a los Dominican Misionaries for the Deaf Apostolate, una nueva fundación en la Diócesis de Oakland, California, que ha sido reconocida como parte de la Familia Dominicana, por su progreso en reconocer y desarrollar la vocación de quienes se hallan limitados por incapacidades físicas.


119. RECOMENDAMOS a todos los miembros de la Familia Dominicana que ejercen su ministerio con personas que tienen incapacidades, o enfermedades mentales o psicológicas.
Petición y recomendación


120. El desafío misionero más grande de la Orden sigue siendo China, donde vive una cuarta parte de la humanidad. PEDIMOS al Maestro de la Orden y a la Comunidad Wenzao del Vicariato General de China que sigan buscando y formando voluntarios de otras entidades para esta misión. RECOMENDAMOS a la Provincia del Santo Rosario por su fidelidad valerosa en el compromiso con esta misión.


Recomendación


121. RECONOCEMOS y RECOMENDAMOS a nuestro hermano Gustavo Gutiérrez por su gran contribución a la teología y a la Iglesia. Estamos agradecidos por la forma maravillosa en que Dios se ha valido de él en nuestro tiempo a fin de destacar la centralidad de los pobres para nuestra predicación y teología. Reconocemos también su aporte para recuperar la rica historia dominicana en Latinoamérica, especialmente la vida y enseñanza de Bartolomé de las Casas. Fray Gustavo es una inspiración para todos nosotros, en orden a profundizar nuestro testimonio profetice sin temor. Lo recomendamos por su fidelidad a la Iglesia, a pesar de las dificultades, y no dudamos en proponerlo como modelo para los jóvenes teólogos dominicos.
Recomendación y petición


122. Por tradición el Rosario forma parte de nuestra oración (LCO 67) y predicación. Puesto que podemos involucrar fácilmente a los laicos en él, es una herramienta apostólica muy fructífera, con la cual enfrentar la ofensiva de los grupos “evangelicales” y las sectas, especialmente en las zonas rurales o en las áreas más pobres de las grandes ciudades. Muchos grupos de frailes y hermanas están empeñados activamente en la promoción del Rosario. RECOMENDAMOS su ministerio y PEDIMOS al Socio para la Vida Apostólica que considere cómo puede dárseles el apoyo de la Orden para una difusión más amplia.
Petición en pro de la Beatificación de Bartolomé de las Casas


123. Considerando la enseñanza y el trabajo por la paz que fray Bartolomé de las Casas realizó en beneficio y defensa de los pobres y de aquellos cuyos derechos no eran respetados, tarea que llevó a cabo según el espíritu del Evangelio, y considerando los valores y preocupaciones del mundo de hoy, el Capítulo General pide respetuosamente al Santo Padre reconocer oficialmente el heroísmo de sus virtudes. El proceso de beatificación se inició en la Arquidiócesis de Sevilla, el 2 de octubre de 2002.


[1] AZPIROZ COSTA, C., El anuncio del evangelio en la Orden de Predicadores.
[2] El presente texto fue ofrecido por la comisión sobre la predicación como una meditación y aprobado como tal por el Capítulo.
[3] “¿Quiénes son mis cumanos?” en: El coraje del futuro, Bogotá: Biblioteca Dominicana, 1979, 204, 206.
[4] Encíclica Ad Petri Cathedram (29 de junio de 1959), No 71.
[5] Sor Mayte Merino, Obediencia hasta la muerte, conferencia dictada en el Capítulo General, Cracovia,
2004.Véase el texto en Apéndice III.
[6] El hombre de la trompeta en lo alto de la torre era el centinela de la ciudad, que advertía ante el peligro. Así lo hizo en el año 1241, cuando los tártaros de Mongolia avanzaban sobre Cracovia. Cuando estaba dando la señal de alarma, una flecha de los tártaros atravesó su cuello. En recuerdo de ello, desde el siglo XVI, a cada hora, el toque de la trompeta se interrumpe abruptamente. Se dice también que sólo los tártaros saben cómo termina la melodía.

2 comentarios:

  1. Hola Gato Sentado,
    Muy interesante tu blog!!! Sólo faltaría que pusieras un link a dominican-liturgy.blogspot.com.
    En NPSD
    Diana D'Andalo

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  2. Muchas gracias hermana, el link ya esta en uso, bendiciones...

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