LOS SANTOS
Este tema de la comunion de los santos y la negacion del mismo es el principal argumento del protestantismo, junto a otras herejias. En nuestro religioso vocabulario solamos usar el adjetivo "santo" para calificar a Dios, a las personas y también a ciertos objetos. ¿Qué es lo que indica la palabra "santo"?
- La pureza: como antónimo de mezcla. Una cosa que es pura tiene única y simple
esencia. En cambio, la impureza es resultado de mezclar u opacar una esencia con
otras extrañas. En este sentido dijo el Señor en el sermón de la montaña: "Si tu
ojo es simple (puro, santo), todo tu cuerpo estará iluminado" (Mateo 6, 22).
- La separación: en los idiomas semíticos la palabra "Kodosh" indica también lo
separado. Decía el Antiguo Testamento: "Todo varón que abre matriz será llamado
santo a Dios" eso es, separado para Dios: consagrado.
Tomando en cuenta estos dos sentidos de la palabra santo, la usaremos
cristianamente con los siguientes calificados:
- Santo Dios: Él es la fuente pura de santidad, la imagen a la cual el hombre
fue creado, y la semejanza que procura alcanzar. "Así como el que os ha llamado
es Santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta." (1 Pedro 1,
15).
- Los Santos Fieles: la Iglesia primitiva llamó "santos" a todos los cristianos.
Por ejemplo, el apóstol Pablo dirigió sus cartas a los santos de Roma, a los
santos de Corintio, de Filipos (Romanos 1, 7; 1 Corintios 1, 2; 2 Corintios 1,
1; Efesios 1, 1). Y si hubiera escrito una carta a nosotros hoy, la hubiera
dirigido a los santos de México. Porque "ésta es la voluntad de Dios: su
santificación" (2 Tesalonicenses 4, 3). Somos santos por vocación, separados
para Dios desde el Bautismo y sellados con su Santo Espíritu. Y éstos son los
frutos de la santidad: "Amor, alegría, paz, paciencia, bondad, mansedumbre,
dominio de sí." (Gálatas 5, 22)
- Los Santos Padres: son la parte triunfadora de la comunidad de la Iglesia, que
no cesa de orar ante Dios por la salvación de nosotros que formamos la Iglesia
luchadora. Y nosotros en cambio, observamos su ejemplo, seguimos sus pasos y
pedimos su intercesión.
- El Santo Mundo: el mundo en sí, con todos sus componentes, no es ni sagrado ni
profano; el uso es el que santifica o deshonra. Calificar a unas entidades como
santas (icono, templo, arte...) no es un destino divino que separa en el mundo
entre lo sagrado y lo impuro, sino un anhelo humano que procura transformar al
mundo, por la divina Gracia, en el Reino de Dios, en el lugar de su Presencia.
El domingo siguiente al de Pentecostés recordamos a todos los Coros de los
Santos.
La veneración de los Santos
Los primeros venerados por los cristianos fueron los mártires. Sus restos se
conservaban cuidadosamente como tesoros preciosos, no necesariamente por su
poder milagroso sino porque estos fieles de Cristo lucharon la buena batalla e
imitaron la muerte del Señor. Porque no son los mártires los que viven en ellos
mismos, sino que es Cristo quien vive en ellos (Gálatas 2, 20). Una vez libre la
iglesia de las persecuciones, se empezó a venerar al Coro Entero de los Santos
que aunque no habían derramado su sangre, día con día testimoniaban su vida en
el Evangelio, en Cristo, aniquilando sus propios deseos y pasiones y solo
deseando hacer la voluntad de su Señor.
Subrayamos: a los Santos se les venera. La adoración sólo corresponde a Dios.
La intercesión de los Santos
El concepto de la Iglesia sobre este punto está conectado con su comprensión de
la muerte. Los fieles, desde los primeros tiempos, han acostumbrado orar los
unos por los otros pidiendo la intercesión de los justos "la oración ferviente
del justo tiene mucho poder" (Santiago 5,16).
Si la Iglesia nos enseña a pedir los ruegos de los justos vivos, cuanto más nos
alienta a pedir las intercesiones de aquellos que ya han sido coronados con la
victoria de la santidad. Pues, su muerte no ha sido más que un paso hacia la
Vida. En las catacumbas romanas de los primeros siglos cristianos se encuentran
testimonios como las siguientes oraciones: "Noria, seas bienaventurada y ruega
por nosotros" y "Pedro y Pablo, rueguen por Víctor".
Con la irrupción de la Iglesia en el ámbito pagano, y la entrada masiva de
gentiles a las filas del cristianismo, algunas veces, la veneración a los santos
se exageró, llegando estos a tomar el lugar de los dioses paganos. Esta
situación se tradujo en una distanciamiento entre la teología y adoración
cristiana por un lado y por el otro las prácticas cultuales de algunos
grupos. Mas la Iglesia siempre conservó la transparencia de los santos: son
lunas que reflejan la luz del Sol verdadero. Y esto es lo que ha enseñado
siempre: los santos nos guían a Cristo.
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