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UNA VOCACION MAL ENTENDIDA...
A peticion de algunos... Alberto. OP


Hace ya un rato el Papa Benedicto XVI nos hablaba en una entrevista de como la libertad puede ser mal entendida, además en CARITAS IN VERITATE el Santo Padre también nos hablo de una Caridad mal interpretada y que no lleva la transformación del hombre de una forma adecuada, en todos los aspectos de la vida y que no lleva a la correcta valoración del amor.


Esto pues esta directamente relacionado con nuestra vocación, tal pareciera que una cosa no lleva a la otra, pero no es así, nuestra vocación esta enraizada en el amor, y el amor sin libertad no puede si no llevarnos a un desastre, no podemos contemplar y vivir en la verdad sin que esta nos haga libres, hoy en dia como en antaño el dilema del "ser o no ser" que el gran dramaturgo Ingles William shakespeare nos recordara, es tan valido como hace dos mil años, o mas; este ser o no ser desnuda nuestra vida misma en la intención de encontrarse así misma en el escenario del ser.

La vocación pues es la esencia de ese ser, la razón de entendernos a nosotros mismos en dirección a la trascendencia, el matrimonio, la soltería, la vida Religiosa, el Sacerdocio son el sentido directo de una vida dirigida a ser, ¿pero ser en que?, pues ni mas, ni menos que en Dios que nos plenifica, como Católicos la cuestión vocacional es importantísima, ya el mismo San Pedro nos remarca la importancia de ser en nuestra Vocación para adquirir la verdadera felicidad y plena realización en Cristo como miembros de su cuerpo Místico.


Este caminar vocacional no implica que debamos ir a ciegas, y sin cuidados por el camino, al contrario, Santa Teresita del Niño Jesús en su "Historia de una Alma", nos advierte de la necesidad de la Oración, de la vida íntima con Cristo para entender que la vocación primordial del ser humano es el amor. Todo esto nace también de un discernimiento adecuado, acunado en el seno de Dios mismo que nos ha llamado desde antes que nosotros siquiera lo pensáramos.

La vocación pues, sea cual sea no es una chispa que se de cual encendedor, es parte de una transformación que se da aun desde antes de nacer, dice el Señor que antes de formarnos dentro del vientre de nuestra Madre, ya nos había consagrado a su amor eterno, a su dirección grandiosa. Entender que somos y para que estamos aquí va tomado forma desde nuestra niñez, en nuestros anhelos, en nuestro caminar, en como vemos, hablamos, compartimos con los demás. La primera vocación que el Cristiano recibe desde su bautismo de forma clara y que se perfecciona en la Confirmación (crismacion) es la de la participación en el único sacerdocio de Cristo, una vocación que se abre camino a través de de nuestro diario vivir, de la forma en la que nos conducimos ante Dios y para Dios, en como ofrecemos pequeños sacrificios en lo cotidiano, en como ofrecemos la vivencia de la Santa misa no como algo exclusivo del Sacerdocio Ministerial si no propio de nuestra Vocación primera.

Dice Santo Tomas de Aquino que los caracteres sacramentales no son otra cosa que ciertas participaciones del Sacerdocio de Cristo: "Sacramentales characteres nihil aliud sunt quam quaedam participationes sacerdotii Christi"



Volviendo a lo que el Santo Padre dijo, la libertad mal entendida se puede aplicar también a nuestra forma de ver la vida, cierto es que la vocación es un llamado de Dios que no podemos desatender y si lo hacemos terminaremos por parecer ovejas sin pastor, veamos:

El matrimonio tiene un fin especifico.
El Matrimonio es el sacramento que santifica la unión indisoluble entre un hombre y una mujer cristianos, y les concede la gracia para cumplir fielmente sus deberes de esposos y de padres. Las propiedades esenciales del Matrimonio son: unidad, indisolubilidad y apertura a la fecundidad.

Esto no excluye el sentimiento propio del amor, etc... Pero tampoco hay que olvidar que somos seres racionales y que hay que atender a esta racionalidad y no ir con amor ciego directo a un divorcio. Si no se tiene clara la finalidad del matrimonio dentro del amor y en el marco del amor, esto puede terminar en una tragedia, el amor es como una acción que da lugar a una reacción y esta es el amor (tal vez por ello se habla de la "química" del amor) pero dejando de lado la broma, siendo el matrimonio un llamado de Dios y siendo esta la vocación por la cual una alma se perfecciona y llega a la santidad, es necesario contestar a ese llamado de forma conciente y sincera. Se que existe el llamado salvaje de la naturaleza y que cada gorrión quiere su "nidito" pero hay que entender que este llamado va mas allá de una novela romántica, se entrelaza con el misterio Divino que nos da en su ejemplo de la sagrada familia de nazareth el mas puro espejo de la Santísima Trinidad como familia y finalidad del amor.

La Vida Religiosa. Eh aquí una Vocación genial, donde la fecundidad espiritual realiza el amor de una forma generosa y ligada solamente a Dios, una entrega profunda de lo que somos a quien nos ha creado y a quien nos ha alcanzado el premio de la salvación, la entrega, el llamado a la vida religiosa no se da cual chispazo o llamarada de petate como vulgarmente se dice, es una vocación hermosa que se va entretejiendo con la sed que de Dios tenemos diariamente, y que va transfigurando al hombre o a la mujer en otro Cristo que se deleita con la oración y la contemplación, una entrega generosa que recuerda al salmista cuando en reiteradas ocasiones habla del amor del Rey por su bella esposa, elegida como dice el Cantar del los Cantares no por su vanidad, y belleza artificial, si no por esa piel tostada por el sol y ese olor de trabajo que embriaga a quien busca la honestidad.

La Vocación a la vida Religiosa es una renunciación total al mundo para asumir como morada el cielo, y ver este diario caminar como el peregrinar al santuario del señor. Es un llamado difícil de atender cuando en nuestras tristezas y desamores confundimos el gris del mundo con el Convento o el monasterio, cuando nuestra Intelectualidad buscamos la gloria de una San Beda el Venerable o un San Climaco y no reparamos en aquel que se ofrece diariamente en el calvario como Victima perfecta e Inmaculada. Cuando confundimos la vida religiosa con un club de rechazados del mundo o del amor cortes, es cuando perdemos la dimensión de lo que la vida Religiosa es, que aun cuando es bella, nos dice San Pió de Pitrelcina, "solo es una pálido reflejo de la Jesuralem del cielo"

La vida religiosa pues no es una mesa de intelectuales que se presta para sus vanaglorias y polémicas, no es refugio de rechazados del mundo, no es vida burguesa disfrazada de piedad, no es fariseismo, no es pues un camino ajeno al dolor y al trabajo, San Benito de Nursia nos lo recuerda bien en su máxima "Ora et Labora"

El Sacerdocio. El sacerdocio es un sacramento de la Nueva Alianza,
instituido por Cristo en la Ultima Cena, que confiere a un hombre el poder de consagrar y ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Misa y de remitir y retener los pecados en el sacramento de la confesión. El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles. "El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi)." (CIC 1592)

Pero el sacerdocio no se queda solamente en la definiciones doctrinales, va mas allá, basta con recordar, al Santo Cura de Ars, al Padre Pió, o la entrega misional de San Francisco Xavier par comprender un poco que no es una vocación que se da tomar a la ligera, si no mas bien se debe tomar con Dios y por Dios, el llamado a la Vocación Sacerdotal no se puede dejar en manos de psicólogos y exámenes psicometricos, en manos de sentimentalismo y buenas intenciones, es una vocación que como las demás corresponde a un llamado solamente de Dios al hombre, mal hacen quienes se ven como sacerdotes solo para omitir su responsabilidad como hombres ante el trabajo y la exigencia de lo cotidiano, quien habiendo fracasado por su irresponsabilidad e inconstancia ante cualquier situación se escudan en el escape que un seminario ofrece a su fracaso o a su tristeza, mal hacen quienes ponen en boca de Dios su ineptitud y todavía se atreven a decir que Dios lo escogió, justificado así su mediocridad, mal hacen quienes no venciendo su timidez o su inseguridad optan por una vocación errada en lugar de enfrentar su propia vida y a lo que fueron llamados realmente.

El santo cura de Ars repetía a menudo con lágrimas en los ojos: "¡Qué miedo da ser sacerdote!". Y añadía: "¡Qué lamentable es un sacerdote cuando celebra la Misa como un hecho ordinario! ¡Qué desgraciado es un sacerdote sin vida interior!".

Si bien es cierto que Dios llama y elige, también es cierto que debemos ser responsables de nuestra vidas y no poner en boca Dios nuestros propios pretextos y anhelos, en la Vocación sacerdotal como en las demás, esta nos se da por un chispazo, no es producto del sentimentalismo o de la coacción de malos directores espirituales, la vocación el sacerdocio es magnifica, hermosa, gratificante en la salvación de las almas, muchas vocaciones erradas o mal entendidas son las que han dado como resultado abusos en nuestra Fe, "Padres Albertos", etc... Claro esta que puede haber una vocación sincera y errar estando en ella, pero es lo menos, la verdad es que si nos detuviéramos a ESCUCHAR A DIOS, y menos al mundo, al sentimentalismo, a nuestro EGO. No caminaríamos de una lado a otro buscando donde descansar de nuestros fracasos.

Una vocación mal entendida puede pues llevarnos a cometer un error, nuestra vida es frágil, debe ser tratada con amor, con dedicación, con cariño, con la búsqueda de la paz que tanto nos desea el Señor, pero esto no significa dejar de enfrentar los problemas, el sufrimiento o el dolor, cualquiera que sea nuestra Vocación, cualquiera que sea la llamada del Señor a realizarnos, necesita que la respuesta de nuestra parte sea dada con responsabilidad, con verdadero amor y no sensiblería, y esto requiere honestidad, ¿que quiero realmente para mi vida y como puedo responder a Dios desde mi anhelo? ¿Que quiere Dios para mi y como no confundir su llamada con mis propios deseos?

Dios como dice la escritura nos llega hacer violencia en el llamado a su amor, es decir nos saca de nuestra comodidad, nos llama a alejarnos de la seguridad, ni Abraham, no Moisés, ni los Apóstoles, ni Santa Maria Madre de Dios permanecieron en su comodidad ante el llamado, la vocación exige un cambio, pero ese cambio no se da en el sentido de nuestros antojos o ansias, la transformación al atender al llamado se da en relación a nuestra caridad y apertura a lo que el Señor nos dice a través de la vida cotidiana, de la Liturgia y de la oración.

Malos Matrimonios, Malos Religiosos, Malos Sacerdotes existen debido a la falta de conciencia ente la voz del Señor, dice Jesús que la Escritura no yerra, entonces seria un error pensar que San Pedro se equivoco al decir que encontrada nuestra Vocación en Cristo seriamos felices (conste que la felicidad en la escritura no alienta la herejía del "evangelismo de la prosperidad" tan de moda en las sectas protestantes, la felicidad Escrituristica nos invita a vivir la vida con todo y sufrimientos siempre alegres en Cristo y la seguridad de que EL nos sostiene) estos "malos" de lo que hablo se dan cuando no somos sinceros, cuando tomamos decisiones tomadas mas por una "imagen" que por lo que Dios verdaderamente pide de nosotros, por ejemplo, "Juan Pérez" se caso o se hizo sacerdote o monje por que se decía de el que seria el perfecto esposo, un padre ejemplar, por que todos le veían "en el altar", por que el se creía un santo, por que era tan silencioso como un monje, por que era un pan de Dios según la gente, por que siempre fue noviero, por que se la pasaba en grupos de la Iglesia y todos le dijeron que parecía sacerdote, que sus directores espirituales o lo mandaron a casarse o a ser cura etc... Pero ¿y el y DIOS? pero ¿y DIOS que dijo? vaya problema...

Dios llama directamente al corazón del hombre, pero no al sentimentalismo, pues el corazón del hombres es una expresión de los Padres de la Iglesia para designar no solo el músculo cardiaco o el romanticismo, si no al hombre en su totalidad, al hombre que puede y debe razonar en y buscar a Dios no solo en la "buena onda" si no en todo aquello que habla de EL, y que incluye el cuestionar las propias intenciones.

Por que las propias intenciones como dice el poeta, pueden esconder veneno y no siempre dulces mieles, hay quien se engaña así mismo y pone en boca de Dios su propia intención, hay quien es sincero y mejor deja que Dios verdaderamente hable y proponga, ¿pero como sabe que Dios habla? Orando, siendo honesto en la vida para con uno mismo, entendiendo que si Dios nos llama a una vocación nos da las herramientas justas para llevarla a cabo, al casado Dios lo arma de su amor, de su esfuerzo mismo, de su protección y lo hace prosperar como buen trigo, al Religioso, Dios lo arma de la fuerza de su entrega, de su silencio, de su propia oración. Al Sacerdote Dios lo nutre con sus dones, lo sacia con su amor, por ello se aleja del mundo y penetra en su santuario a ofrecer el Sacrificio perfecto.

Pero Dios no nos hace menos humanos por atender su llamado, no nos extrae de la vida misma, de lo cotidiano, Dios no nos lanza al despego como si este fuera el ser mojigatos y retraídos de lo que nos rodea, el egoísmo, el ego, el sentirnos santos antes de tiempo, son contrarios a la Vocación a la santidad.

En fin. Una vocación mal entendida, es la que nos hace alejarnos del prójimo, y de pasada ignorar a Jesús mismo que se nos presenta en el hermano. Es el matrimonio que se niega a procrear, a perpetuar el amor por medio de la familia, es el Religioso o religiosa que viven una vida burgués, entregada a sus propia comodidad, a su Intelectualidad antes que a la Iglesia y su misión, es el Sacerdote que no ha comprendido la gravedad de su misión, de su vocación y que toma el sacerdocio como una posición social, como un estatus, como una carrera común y corriente, es el seminarista o postulante que vive y cree que por estar en ese estado merecen un trato especial y nada difícil o que no cuidan su vocacion arriesgandola en relaciones con el sexo opuesto, (luego no nos extrañe otro ex Padre Alberto), es quien se dice Cristiano y busca ser el ombligo del mundo, el foco de atención y publica su vida hasta en los periódicos, arrastrando con ello la mediocridad en la que esta hundida y la distancia astronómica que lo separa del ejemplo de Cristo y su vida serena y alejada de toda atención antes de su Vida Publica, necesaria para la salvación, no para vanagloriarse... es quien siendo Cristiano busca honores y felicitaciones de los demás ignorando lo que el evangelio dice del siervo que solo cumple con su deber, es quien con el pretexto de la autoestima hace de su ego el centro de la atención en su entorno y que se niega a aceptar una critica o que le recuerden que comete errores a cambio de felicitaciones e hipocresía... en fin, esa es una vocación mal entendida...

Ojala y el regalo de la Vocación que Cristo tiene para cada uno de nosotros sea no una visión errónea de la libertad y la Caridad, recordemos lo que S. S. Benedicto XVI en Caritas in Veritate dice, "la CARIDAD sin VERDAD no sirve de nada" que nuestra vocación se manifieste en la verdad en la honestidad, y ahora si, si nos queremos sanamente a nosotros mismos; oremos y busquemos en la intimidad, en el silencio y en la oración lo que Dios quiere de nosotros.

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