El hombre rico celebraba
un gran festín en su gran salón
y por todas partes brillaban
las refulgentes antorchas,
cuando un hombre, muy pobre
para poseer una lámpara
se acercó hasta allí
para aprovechar el resplandor.
¿Quién habría pensado
que se lo llevarían
de vuelta a la oscuridad de su casa?
"¿Le quitará intensidad a tu luz
una persona más?
¡Qué extraño que me niegues
un rayo que te sobraba!"
Han-Shan
Hay un día primero en el que se hace la luz en tu vida, cada cual sabe el cuándo, no el porqué. Hay un antes y un después. Antes te conocía de oídas, después dejas de ser lo que dicen para ser no sé muy bien qué, una sospecha, una pregunta, una llamada, un Tú.
Te envuelve la sombra del temor, de la duda o el desconcierto, hay momentos en los que querrías apagar esa llama que empieza a quemar por dentro pero no sé por qué te dejas vencer...
La luz no se puede ocultar, se cuela por cualquier rendija y te desnuda, te deja sin argumentos, pone al descubierto lo más recóndito de tu corazón. Y buscas al tiempo que luchas porque sientes tambalear tu proyecto, tus sueños, aquello que anhelabas ser.
Entras en una zona oscura, la zona "cero"... que es memoria del ayer y que se hace presencia: "algo ha pasado aquí, en ti".
Te pones en camino y caminando te preguntas ¿por qué yo? ¿por qué dominica? Se hacen esperar las respuestas. Unas surgen como un foco de lo profundo, otras las vas vislumbrando a modo de pequeñas lámparas en el camino. De dentro brotan esos grandes deseos de ser, esa búsqueda de la Verdad, esa sed de trascendencia, de vivir en autenticidad, de ver la luz que ha iluminado tu corazón en medio de tanta tiniebla.
Alrededor vas viendo pequeñas luces, surgen de alguien que te permiten ver, personas que, ajenas a la luz que proyectan, te descubren un foco orientado hacia la luz en medio de las sombras. Y ves cómo el camino se te va aclarando en esa dirección... Y vas, y ves, y te quedas... experimentas cómo viven, qué buscan... te van descubriendo un modo de ser, ser dominica, de percibir la llama que un día encendió Sto. Domingo de Guzmán y que sus hijos han propagado por todo el mundo.
Y te ves ahí, a la sombra de imágenes que, como una constelación, brillan en el horizonte gracias a esa luz que han recibido de Otro y que han sabido proyectar...
No quieres vivir a la sombra de estas luces, el hoy te desafía y quieres ser, ser tú, ser luz.
Ves que sólo en contacto con la corriente de la Vida puedes dar a luz ese ser que se va formando en ti. Experimentas la cruda realidad de tus propias "sombras de muerte", la luz deja al descubierto tu propio vacío y eso a veces te estanca o te hace retroceder a ese mar de sombras. Y te sientes pobre. Pides la luz como el ciego del camino. Intuyes que acogiendo tu propia fragilidad eres...y, eres amada, así, por ti... Te sientes amada y te sabes el fruto de muchas donaciones, te encuentras con una familia y con ella quieres caminar humildemente hacia la luz.
El encuentro con los demás te va moldeando, va limando aristas y te va dando una forma que no es ni la sombra de lo que fue pero es la tuya.
Te sientes llena cuando por ti se desliza el aceite del amor, un amor que recibes y que se transforma en luz cuando te entregas a la misión, cuando lo orientas hacia los demás... por eso otros pueden vislumbrar en ti, en medio de tanta sombra, pequeñas luces.
Luego va llegando el momento de ver que lo fundamental no es ¿qué va a ser de mí?, lo esencial no es ser... sino que sean, ver... sino que vean, vivir... sino que vivan porque eres la luz que das, ves porque otros te van abriendo los ojos y vives porque Alguien te está dando la vida.
Hermana Dominica
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