Santo Domingo muestra que no hay que acostumbrarse a pensar que la resurrección es solo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte
Quinto Modo de Orar
En el quinto modo de orar Santo Domingo se levanta y se mantiene en pie ante el crucifijo. Sus manos son las que se mueven: las abre sobre su pecho como un libro, las recoge sobre su pecho y las pone a la altura de los hombros. Santo Domingo ora de esta manera, de pie, porque es todo un signo de resurrección.
Santo Domingo muestra que no hay que acostumbrarse a pensar que la resurrección es solo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte. Santo Domingo sabe que la resurrección es entrar más en la vida, porque es algo que Dios da a todo el que la pide, siempre que, después de pedirla, sigan luchando por resucitar cada día y permaneciendo en pie diciendo: no está aquí, ha resucitado ( Lc 24,6) o lo que es lo mismo, se ha levantado.
Quienes viven la resurrección tienen un “plus” de vida que les sale porque sus ojos brillan y que se convierte en algo contagioso; eso quiere nuestro padre Domingo: contagiar que todo ser humano sobrepasa al ser humano que es y prueba que la vida es más fuerte que la muerte. Santo Tomás de Aquino lo expresa en su Suma de Teología cuando nos dice que "los hombres habían de resucitar, por el poder divino, no solo de los sepulcros, sino también de cualquier muerte".
Nuestra fe en el resucitado no nace de forma espontánea. Necesitamos nuestro propio recorrido amando y buscando con nuestras fuerzas al que vive; pero no en el mundo de los muertos, sino donde hay vida. Santo Domingo al ponerse en pie es porque se ha zambullido en el océano de sus propias esperanzas para salir de él chorreando amor a los demás. De esta forma de orar podemos intuir que Santo Domingo nos trasmite su deseo de construir comunidades que estén en pie con una sola alma y un solo corazón, que ponen en el centro al Resucitado.