La web Non Possumus, perteneciente a la órbita de la llamada resistencia encabezada por Mons. Williamson, ha publicado en exclusiva lo que sería una carta del Padre Schmidberger, ex-Superior de la FSSPX y rector del seminario de habla alemana de la FSSPX en Zaitzkofen (Alemania). En esta misiva claramente se estaría preparando a los miembros de la FSSPX a un inminente reconocimiento canónico. Reproducimos a continuación el documento publicado íntegramente sin comentarios.
CONSIDERACIONES SOBRE LA IGLESIA Y LA POSICIÓN DE LA FRATERNIDAD SAN PIO X EN ELLA
I. La Iglesia es un misterio. Es el misterio de la presencia de Dios entre nosotros, el Dios salvador, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. La conversión requiere nuestra colaboración.
II. La Iglesia es infalible en su naturaleza divina; pero es dirigida por personas, que pueden equivocarse e incluso cometer errores. Hay que distinguir el oficio de la persona. Esta última, permanece una cierta cantidad de tiempo en el oficio y luego sale -ya sea por la muerte u otras circunstancias-, pero el oficio permanece. Hoy el papa Francisco tiene el ministerio papal y la primacía de la autoridad. Dentro de una hora, no sabemos, podría renunciar y otro papa será elegido. Sin embargo, mientras él tenga la Sede Papal, lo reconocemos como tal y rezamos por él.
No decimos que sea un buen papa. Por el contrario, él provoca con sus ideas liberales y su obrar una gran confusión en la Iglesia. Pero cuando Cristo fundó el Papado, vio toda la serie de Papas de toda la historia de la Iglesia, incluso al papa Francisco. Y sin embargo permitió su ascenso al trono papal.
De manera análoga, Nuestro Señor estableció el Sacramento del Altar con su Presencia Real, a pesar de que previó los muchos sacrilegios en el curso de la historia.
III. Monseñor Lefebvre fundó la FSSPX en medio de estos tiempos confusos para la Iglesia. Ella está llamada a dar una nueva generación de sacerdotes para la Iglesia, para preservar el verdadero Sacrificio de la Misa y proclamar la realeza de Jesucristo en toda la sociedad, aún frente a los papas liberales y prelados que han traicionado la fe. Así que necesariamente tuvo que venir un conflicto: en 1975 la Fraternidad fue enviada al exilio. Allí no solo sobrevivió, sino que creció y se ha convertido para muchas personas es un signo de contradicción contra la destrucción de nuestros días.
Esta oposición se volvió clara para el mundo el 30 de junio de 1988 cuando por razones de necesidad, fueron consagrados cuatro obispos por Mons. Lefebvre.
IV. Sin embargo, Mons. Lefebvre siempre tuvo la convicción de buscar una solución canónica para la Fraternidad y no evitó la conversación con las autoridades romanas, que querían que diera marcha atrás. Él continuó sus esfuerzos incluso después de las consagraciones de los obispos, a pesar de que en su realismo tenía poca esperanza de éxito. Él pidió, sirviéndose de argumentos ad hominem, que le permitieran “hacer la experiencia de la Tradición”. Él aceptó completamente el hecho de que la Fraternidad estaba en una situación excepcional y esto no era por culpa suya, sino de sus oponentes. La situación permaneció hasta el año 2000. Desde entonces Roma ha buscado un remedio para la situación, a veces de forma astuta, a veces con intención honesta, dependiendo quien se hiciera cargo del problema por el lado romano.
V. El declive de la Iglesia desde entonces y el simultáneo desarrollo constante de la Fraternidad, trajeron algunos obispos y cardenales que coincidían total o parcialmente, aunque no lo confesaban fácilmente. Roma fue rebajando sus demandas gradualmente y en las propuestas recientes ya no se habla de reconocer el Vaticano II ni la legitimidad del Novus Ordo Missae. Así que parece haber llegado la hora de normalizar la situación de la Fraternidad, y esto por varias razones:
1 Cualquier situación anormal tiende por sí misma a la normalización. Esto está en la naturaleza de las cosas.
2 No debemos perder de vista el peligro de que los fieles y algunos cofrades se acostumbren a la situación anormal y la vean como normal. La oposición aquí y allá contra la participación en el Año Santo, así como la total indiferencia por la asignación de la Jurisdicción ordinaria por el papa Francisco (nosotros siempre apelamos al estado de necesidad y hemos recurrido a la jurisdicción extraordinaria de acuerdo a la ley) está causando un gran revuelo. Si los fieles o los cofrades se sienten cómodos en esta situación de libertad respecto a la dependencia de la jerarquía, entonces esto implica una pérdida gradual del sensus ecclesiae. Nunca debemos argumentar: tenemos la sana doctrina, la verdadera misa, nuestros seminarios, prioratos y nuestros obispos, no nos falta nada.
3 Tenemos simpatizantes y amigos entre los Obispos y Cardenales. A unos u otros les gustaría llamarnos para ayudarlos, nos darían una Iglesia e incluso nos confiarían un seminario. pero en la situación actual, esto es imposible para ellos. Estos Nicodemos esperan con paciencia una solución, además ellos personalmente nos fortalecerían las espaldas. En cualquier caso, caerían muchas barreras que tienen los católicos fieles pero temerosos. En los medios de comunicación y en todas partes nos dicen cismáticos o renegados o separados de la Iglesia, nos desharíamos de esto.
4 En los próximos años, necesitaremos urgentemente nuevos obispos. Ciertamente es posible consagrarlos sin mandato pontifical en caso de emergencia, pero si es posible consagrar obispos con el permiso de Roma, se debe pedir el permiso.
5 Los modernistas, los liberales y los otros enemigos de la Iglesia están muy preocupados en lo que concierne a la solución canónica para la Fraternidad. El discernimiento de los espíritus a este respecto, ¿no nos sugiere cuál es el correcto y mejor camino?
6 ¿Cómo la Iglesia superará esta crisis? Uno ve que en el presente estado de cosas no hay ni un destello de esperanza. En contraste, el acto oficial de reconocimiento de la Fraternidad desencadenaría una saludable agitación dentro de la Iglesia. Los buenos serían alentados, los malos sufrirían una derrota
VI. Respuesta a algunas objeciones:
1) ¿Cómo podemos aspirar a un reconocimiento por el papa Francisco?
Respuesta: Ya nos hemos referido anteriormente a la necesaria distinción entre el oficio y el titular del oficio. No hay duda que el papa actual ejerce su papel establecido por Dios. Pero todos debemos tener en mente lo que realmente fue el concilio y las consecuencias que trajo a la Iglesia: confusión, la dictadura del relativismo, lo pastoral por encima de la doctrina, amistad con los enemigos de Dios y los enemigos de la Cristiandad. Pero precisamente este es uno de los errores del concilio, el separar los efectos de la causa. Algunos se aficionaron mucho a la persona de Benedicto XVI, en lugar de poner el Oficio Papal en primer lugar y el titular en segundo lugar, y su renuncia fue como una ducha de agua fría. ¡No debemos cometer el mismo error de aficionarnos demasiado a la persona en lugar de la institución divina!
Tal vez sólo el papa Francisco sea capaz de dar este paso, por imprevisibilidad e improvisación. Los medios de comunicación tal vez lo perdonarán por haber dado este paso, pero nunca se lo hubieran perdonado a Benedicto.
En su autoritario, por no decir estilo tiránico de gobierno, él sería capaz de implementar esta medida incluso para la Resistencia.
2) ¿Pero ¿qué dirá la gente de la Resistencia?
Respuesta: No podemos orientar nuestras acciones por personas que obviamente ha perdido el sentido de Iglesia y el amor a la Iglesia en su forma concreta. Mientras tanto, ellos están peleándose entre sí.
3) En el futuro tendremos que guardar silencio sobre todos los errores actuales.
Respuesta: No guardaremos silencio, sino que señalaremos los errores por su nombre. Antes como después de la normalización. Queremos regresar del “exilio” en el cual estamos actualmente.
4) La reputación del papa Francisco entre los católicos es tan mala, que un reconocimiento por su parte dañaría la Fraternidad más que beneficiarla.
Respuesta: Ya en el principio hicimos la diferenciación entre el oficio y la persona. Si Francisco es papa -que lo es- entonces él también tiene el primado de jurisdicción sobre la iglesia. Independientemente de si la usa para la utilidad de la Iglesia o no. Nosotros debemos seguir la vía de utilidad para la Iglesia; no orientemos nuestras acciones por la voluntad humana y Dios nos bendecirá.
5) Pero esta integración de la Fraternidad en el sistema conciliar le costará su perfil, tal vez incluso su identidad.
Respuesta: Todo depende de qué tan firmes somos y quién convierte a quién. Si actuamos fuertemente, basados en la gracia de Dios, entonces nuestra situación puede ser una bendición para toda la Iglesia. ¿Dónde más podría estar la Fraternidad para que pueda realizar tal conversión? Por supuesto que no debemos contar en nuestras propias habilidades y poderes, sino en la ayuda de Dios. Pensemos en la lucha entre David y Goliat. Para esto hagamos una analogía: como cristianos nos encontramos en un mundo impío y corrupto, y necesitamos probarnos a nosotros mismos aquí. El peligro de contagio es grande; pero podemos y debemos escapar de éste con la gracia de Dios.
Una cosa es clara: Una nueva situación no facilitará nuestra posición así como así, sino que la complicará, pero sin embargo la hará fructificar más.
6) Todas las Congregaciones que se sujetaron a Roma se adaptaron al sistema conciliar o incluso perecieron.
Respuesta: Nuestra posición inicial no es la misma: En nuestro caso es Roma quien presiona por una solución y se acercó a nosotros. En otros casos, estas Fraternidades son las solicitantes, frecuentemente fueron a Roma con culpabilidad.
Además, ninguna de ellas tiene obispos, fuera de la Administración Apostólica Santo Cura de Ars de la diócesis de Campos en Brasil, donde el obispo Rifán está dispuesto a hacer cualquier compromiso.
Desde luego que se requiere una sólida protección por una estructura eclesial apropiada. Esto parece estar garantizado por la Prelatura Personal. Tal estructura no ha sido ofrecida a otra congregación. Finalmente, la objeción planteada ha sido verdadera solo en parte, con algunas excepciones en la región de habla alemana. Sin embargo, la insurgencia ha sido la vida de la FSSPX.
VII. Conclusión
Si Dios quiere ayudar a su Iglesia efectivamente, Él tiene muchos medios. Uno de ellos es el reconocimiento de la FSSPX por las autoridades romanas. ¿No está consagrada la Fraternidad a la Santísima Virgen, que protegerá y guiará su obra en esta nueva situación? Dignare me laudare te, Virgo sacrata; da mihi virtutem contra hostes tuos – Concédeme alabarte, Virgen Sagrada; dame fuerza contra tus enemigos.
Zaitzkofen, 19 de febrero, 2016
Padre Franz Schmidberger
Rector
Fuente: adelantelafe.com
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