Para muchos el celibato fue una imposición tardo-medieval, sin embargo, el mismo existía en la Iglesia desde los primeros siglos... Nuestro Señor lo recomendó como una entrega especial y absoluta del amor a Dios:
Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que sehicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, queentienda. -Mateo 19,12
San Pablo, por su parte fue célibe y recomendó el celibato de forma explícita para aquellos que estan consagrados a Dios:
Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de lascosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosasdel mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto dividido. La mujer nocasada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de sersanta en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas delmundo, de cómo agradar a su marido.Os digo esto para vuestro provecho, nopara tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con elSeñor, sin división. Pero si alguno teme faltar a la conveniencia respecto de sunovia, por estar en la flor de la edad, y conviene actuar en consecuencia, hagalo que quiera: no peca, cásense.Mas el que ha tomado una firme decisión ensu corazón, y sin presión alguna, y en pleno uso de su libertad está resuelto ensu interior a respetar a su novia, hará bien. Por tanto, el que se casa con sunovia, obra bien. Y el que no se casa, obra mejor. La mujer está ligada a sumarido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarsecon quien quiera, pero sólo en el Señor. Sin embargo, será feliz si permaneceasí según mi consejo; que también yo creo tener el Espíritu de Dios. -ICorintios 7,32-40
Finalmente, contra aquellos que insisten en que el celibato fue una "invención" tardía e impuesta por la Curia Romana, les recordamos sobre el Concilio de Elvira que señaló:
El obispo o cualquier otro clérigo tenga consigo solamente o unahermana o una hija virgen consagrada a Dios; pero en modo alguno plugo (alConcilio) que tengan a una extraña»
Plugo prohibir totalmente a los obispos, presbíteros y diáconos o atodos los clérigos puestos en ministerio, que se abstengan de sus cónyuges y noengendren hijos y quienquiera lo hiciere, sea apartado del honor de la clerecía»(DZ 52)
Es facil observar que el Concilio (del año 300) no introduce la práctica, sino que demuestra su existencia previa. Finalmente, para aquellos que insisten en su modernidad o en la falta de argumentos a favor, dejamos hablar a la Santa Sede al respecto... esta vez el Papa San Siricio, en una carta del año 385:
Vengamos ahora a los sacratísimos órdenes de los clérigos, los que paraultraje de la religión venerable hallamos por vuestras provincias tanpi-soteados y confundidos, que tenemos que decir con palabras de Jeremías:¿Quién dará a mi cabeza agua y a mis ojos una fuente de lágrimas? Y llorarésobre este pueblo día y noche [Ier. 9, 1]...
Porque hemos sabido que muchísimos sacerdotes de Cristo y levitas han procreado hijos después de largo tiempo de suconsagración, no sólo de sus propias mujeres, sino de torpe unión y quierendefender su crimen con la excusa de que se lee en el Antiguo Testamento haberseconcedido a los sacerdotes y ministros facultad de en-gendrar. Dígame ahoracualquiera de los seguidores de la liviandad...
¿Por qué [el Señor] avisa aquienes se les encomendaba el santo de los santos, diciendo: Sed santos, porquetambién yo el Señor Dios vuestro soy santo [Lv. 20, 7; 1 Petr. 1, 16]? ¿Por quétambién, el año de su turno, se manda a los sacerdotes habitar en el, templolejos de sus casas? Pues por la razón de que ni aun con sus mujeres tuvierancomercio carnal, a fin de que, brillando por la integridad de su conciencia,ofrecieran a Dios un don aceptable...De ahí que también el Señor Jesús,habiéndonos ilustrado con su venida, protesta en su Evangelio que vino a cumplirla ley, no a destruirla [Mt. 5, 17]. Y por eso quiso que la forma de la castidadde su Iglesia, de la que El es esposo, irradiara con esplendor, a fin de poderlahallar sin mancha ni arruga [Eph. 5, 27], como lo instituyó por su Apóstol,cuando otra vez venga en el día del jui-cio. Todos los levitas y sacerdotesestamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir que desdeel día de nuestra ordenación, consagra-mos nuestros corazones y cuerpos a lasobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios quediariamente le ofrecemos. Mas los que están en la carne, dice el vaso deelección, no pueden agradar a Dios [Rom. 8, 8]....
En cuanto aquellos que se apoyan en la excusa de un ilícito privilegio, para afir-mar que esto les estáconcedido por la ley antigua, sepan que por autoridad de la Sede Apostólicaestán depuestos de todo honor eclesiástico, del que hanusado indignamente,y que nunca podrán tocar los venerandos misterios, de los que a sí mismos seprivaron al anhelar obscenos placeres; y puesto que los ejemplos presentes nosenseñan a precavernos para lo futuro, en adelan-te, cualquier obispo, presbítero diácono que - cosa que no deseamos fuere hallado tal, sepa que ya desde ahorale queda por Nos cerrado todo camino de indulgencia; porque hay que cortar ahierro las heridas que no sienten la medicina de los fomentos.
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