Las Dominicas del Monasterio de San Blas
«Hola, buenos días, hoy Aroa nos lleva al Señor. Que pases
un feliz día». Con esta frase, las Dominicas del Monasterio de San Blas
irrumpen cada mañana, desde su clausura de Lerma, en la vida de miles de
personas.
Lo hacen desde hace más de dos años, a través de WhatsUpp. Y
desde hace un par de semanas, desde el blog oficial de El Reto del Amor en
Religión en Libertad.
Al amanecer, antes de las ocho de la mañana, ya ha salido
disparado el texto desde el smartphone de la clausura: "De hecho, lo
enviamos a las 07:50 cada día porque a las ocho ya es tarde para mucha gente
que entra a trabajar a esa hora".
Lo explica a Religión en Libertad sor Leticia, Maestra de
Novicias y la primera persona que se ha visto sorprendida por una difusión
misteriosa que ha llevado al Reto a lugares tan distantes como Pamplona,
Madrid, Vitoria, Sevilla, Barcelona o Valencia, o más allá: Grecia, México,
Rusia, Argentina, Miami, Alemania… "Mucha gente nos conoce ya por las del
reto, y ni si quiera nos ponen cara".
Sor Carmen, Aroa, Israel, Sión, Joane, Inés o Lety. Con
ellas en el locutorio, lo que vemos es a tres novicias, acompañadas de su
Maestra, y tres profesas solemnes, que se ocupan de darle el desayuno
espiritual a toda la gente que se ha enganchado al Reto. Pero, ¿qué es El Reto
en realidad?
"El Reto del Amor es un desafío a amar en el día, en
tus circunstancias —explica sor Leticia—. Da igual que seas monja de clausura,
o padre de familia, o estudiante… Todos estamos llamados a lo mismo, que es al
amor, pero esto sólo un hombre puede enseñarnos a vivirlo: Cristo. Para vivir
desde el amor, primero lo tienes que recibir de Cristo, luego lo podrás
dar."
—Sor Leticia, ¿eres tú la creadora del reto?
—¡Para nada, qué va! A ninguna de nosotras se nos habría
ocurrido hacer algo así. Éstas son cosas del Señor, nosotras sólo le
secundamos.
—¿No os sentasteis a pensar, no hubo un proyecto, una
programación, lluvia de ideas o algo así?
—¡No, no! Como te comentaba antes, la iniciativa fue toda de
Cristo. De hecho, si nos paramos a pensarlo, nos desborda. De verdad, ¡las
primeras sorprendidas por el Reto hemos sido nosotras!
—Déjame que te diga que me parece un poco difícil entender
eso, pero también siento muchísima curiosidad… ¿cómo nació El Reto?
—Por una persona que buscaba al Señor.
—¿Una de vosotras?
—Bueno, ¡todas nosotras le buscamos! Pero no, el reto no
nació por ninguna de las que hoy lo escribimos. Fue algo mucho más original, al
estilo del Señor. Como solemos decir, Cristo no hace discursos, sino historia…
y es ahí donde podemos descubrirle. Así pasó con el Reto: su propia biografía
te explica muy bien qué es.
—¿Cómo fue entonces?
—El primer Reto se escribió en mayo del 2012, pero todo
comenzó unos meses antes. El 21 de abril celebrábamos los 400 años de nuestra
llegada a Lerma. Todas sentíamos que se estaba derramando mucha gracia, y
oramos por todo el mundo.
»Ese día, una chica llamada Isa, a la que no conocíamos y
que se había convertido hacía un año y medio, se encontraba en su casa con un
fuerte bajón de conversión. Sentía que no podía más, estaba a punto de
abandonar. Justo cuando nosotras estábamos en esta Eucaristía de acción de
gracias, ella cayó de rodillas en su habitación y oró pidiendo ayuda al Señor.
En ese momento, levantó la vista y vio en su estantería el libro ¿Qué hace unachica como tú en un sitio como éste? Alguien se lo había regalado. Es un libro
que recoge testimonios de diez monjas de diferentes Órdenes. En él leyó mi
testimonio y sintió que Cristo la levantaba. Inmediatamente se fue a buscar una
Eucaristía. Eso fue un sábado. El domingo me llamó al monasterio, sin conocerme
de nada, y empezamos a hablar.
—Me imagino que esa conversación daría para mucho…
—Sí, fue una conversación muy profunda. Ella me siguió
llamando a partir de ahí. Yo le dije que, con la oración y el amor, uno es
feliz. No se necesita más en la vida. Entonces ella me pidió: “Enséñame a
amar”. Pero, ¿cómo se enseña a alguien a amar? ¡Y además a distancia! Porque yo
también he tenido que aprender: en la oración es donde Cristo me enseña a amar.
Por eso comencé a compartirle el final de mi oración de la mañana. Fue una
forma de dejar que mi Maestro fuera también el suyo.
»Empecé a enviárselo por sms, porque entonces no tenía
WhatsApp. Al cabo de quince días me dijo que ella no se lo podía quedar, que
sentía la necesidad de compartir con más gente y reenviarlo. Yo le dije: “De
acuerdo, pero cada mañana te seguiré escribiendo a ti”.
—¿No te importó que se hiciese público algo tan íntimo?
—No, no me importó porque creo que a un consagrado se le
tiene que poder ver desde todos los prismas, tiene que ser transparente.
—¿Cambió tu forma de escribir?
—Nosotros somos una Orden que se caracteriza por ayudar a
cada persona en concreto. Queremos llevar a cada persona al Señor. Yo seguí
escribiéndole sólo a ella durante ocho meses. Lo que ocurre es que, lo que vale
para el corazón de uno, también vale para otros. Por eso ella lo reenviaba.
—¿Qué es ahora de esa chica?
—Actualmente es una gran amiga de la Comunidad, vive muy
estrechamente junto a nosotras. Ahora da testimonio de su encuentro con Cristo,
del amor del Padre, de cómo le cambió la vida al empezar a amar.
—¿A cuántas personas llega ya El Reto?
—¡Uy! ¡Es imposible de saber! De hecho, nunca hemos entrado
en cálculos. Sólo te puedo decir que nosotras desde aquí se lo enviamos
directamente a unos setecientos contactos, pero, a partir de ahí, le perdemos
la pista. Aunque de vez en cuando nos llegan testimonios que nos hacen caer en
la cuenta de hasta dónde puede llegar el Señor.
—Esto es exponencial, porque gran parte de esos
setecientos se lo reenvía a otros tantos contactos.
—Sí, es verdad. Vemos que la gente tiene mucha sed de descubrir el rostro de
Cristo, de sentirle como una persona cercana y viva que permanece junto a ti.
Además con el móvil es muy fácil, porque el Señor se cuela en el bolsillo de la
gente.
—¿Quiénes os piden el Reto? ¿A qué tipo de personas le llega?
—Hay de todo. Grupos, parroquias, familias, amigos, jóvenes, monasterios… Uno
de los casos que más me llama la atención es que les llega a un grupo de presos
de la cárcel de Pamplona. Desde que nos enteramos, nos sentimos muy unidas a
ellos.
—De clausura a clausura.
—De corazón a corazón. Para Cristo no hay rejas.
—¿Cómo os colasteis en la cárcel?
—Un amigo se lo reenvía a una persona que hace allí una labor pastoral. Un día
esta persona les leyó el Reto a un grupo del módulo de hombres y muchos se
emocionaron. La noticia nos llegó en un momento en el que necesitábamos un
empujoncillo del Señor.
—¿Monjas con bajón?
—Sí, somos monjas, pero humanas. También hay momentos complicados en los que
sentimos el desánimo o el vértigo, como cualquier cristiano. Al recibir este
testimonio tan impactante, experimentamos muy fuerte que Cristo nos animaba a
seguir adelante.
—Me imagino que será muy difícil escribir cada día algo nuevo… ¿No os
resulta pesada esta constancia diaria?
—Cuando las novicias me dan un Reto escrito por ellas, siempre me dicen: “Éste
es el último… ¡ya no me sale más!”. Sin embargo, Cristo es novedad continua,
nunca se acaba. ¡Con Él, la aventura siempre no ha hecho más que empezar!
—¿Quién escribe El Reto?
—Cada día una, pero sin orden establecido. Unos días, una; otros días, otra.
Realmente nos pasan muchas más cosas de las que contamos, pero es difícil poner
palabras a las vivencias, a lo que ocurre en tu interior. Deja que te ponga un
ejemplo: cuando vuelves después de un viaje, ¿qué les cuentas a tus amigos?
—Pues les enseño fotos de los lugares que he visitado, les cuento las cosas
que he hecho, con quién he estado…
—Genial, pero todo eso son cosas del exterior. ¿Les hablas de cómo te has
sentido, de qué has experimentado, de qué ha producido ese viaje en tu
interior?
—Depende del viaje. Tal vez después de una peregrinación… pero no por norma
general.
—¡Exacto! Ahí está la cuestión: no nos han enseñado a compartir desde dentro,
por lo que nos resulta difícil muchas veces compartir las maravillas que hace
el Señor, pues nos cuesta expresarlo con palabras. ¡Ésta es la esencia del
Reto!
»Compartir desde el interior. Y, como es una vivencia, es personal. Por eso
siempre nos presentamos, porque El Reto no lo escribe ni lo envía un
ente sin cara, sin personalidad. Tampoco lo envían las dominicas, así,
en genérico. No. El reto lo escribe Joane, o Israel, o Aroa, o Sor
Carmen… Porque el Reto es de corazón a corazón. De lo que Cristo le ha
hablado al corazón a una de nosotras y que nosotras, a su vez, lo compartimos
con alguien, en quien pensamos al escribirlo. Cada reto tiene una cara.
¡Incluso en eso nos ha hablado el Señor!
—¿Es entonces un mensaje personal?
—Nuestra Orden es de ayudar de forma personalizada. Así es como se escribe
también el Reto, pensando en alguien en particular. ¡Cuántas veces nos han
dicho: “Dios nos ama a todos”! Y es verdad, pero lo que te cambia la
vida es experimentar que Cristo te ama a ti. ¡A ti! Se fija en ti, te
mira a ti, se te entrega a ti y te ama ti.
—Por curiosidad, ¿monjas con iPhone?
—Sí, nos lo han regalado. A mí me da lo mismo uno que otro, pero, si el
Señor nos ha provisto de este cacharro, pues con éste lo enviamos.
—Sinceramente, no había oído que se hiciera nada parecido en ningún otro
convento.
—Benedicto XVI animó a los monasterios a ser oasis del espíritu. Todos estamos
llamados a trasmitir nuestra vivencia de Cristo, y cada uno, a su manera, lo
hace; tal como Él se lo ponga en el corazón: libros, páginas web… Nosotras lo
hacemos así, pero la exclusiva es siempre del Señor.
—¿Qué opina la priora del monasterio?
—Digamos que está encantada… ¡es una de las reteras!
—¿La priora escribe retos?
—Sí. La priora actual del monasterio es sor Carmen. Ella ya escribía antes de
ser elegida para este cargo, y ahora sigue haciéndolo.
—Que lo escriba la priora o la maestra de novicias, lo entiendo. ¿No es un
poco arriesgado el que lo escriban también las novicias?
—Cuando lo escribe alguna de ellas yo siempre lo repaso, pero sólo por su
contenido teológico. El Reto no es Teología, aunque la contiene. El Reto es
testimonio y, por tanto, no oculta la pobreza de cada una. No está escrito
por monjas perfectas, sino por monjas enamoradas. En El Reto nos reímos de
todas las veces que la liamos… ¡y no son pocas!
—Ese tipo de testimonios puede no hacer gracia a según qué gente. Se piensa
que las monjas de clausura tenéis que ser ejemplares.
—¿Ejemplares? ¿En qué sentido?
—Modélicas… tal vez perfectas…
—Cuando yo entré en el monasterio, intenté esforzarme por llegar a serlo, y me
convertí en una persona seria, indiferente… Pero el corazón descansa en el
amor, en sentirse totalmente dependiente de Cristo, que te ama en tu pobreza. Mi
salvación no depende de mis obras, no depende de mí. Mi salvación está
realizada en Cristo. Él es mi justicia.
—¿Eso no es un poco relativista? Me refiero a que parece una postura cómoda
ante el pecado y la moral.
—¿Relativista? Hemos sido salvados a un precio altísimo por Cristo. Es un don
de Dios, pero a nosotros se nos pide que creamos en ello, que nos dejemos
salvar. No es que no vayas a hacer nada… pero todo cambia de perspectiva. Ya no
haces obras para salvarte, sino que se transforman en obras de salvación.
Porque sientes su amor incondicional, tú puedes amar. Así el corazón descansa.
—Te aseguro que no es como yo lo entendí de pequeño… Esto, explicado así,
cambia mucho las cosas.
—¡Lo cambia todo! ¿Sabes dónde está la diferencia? ¡En la sonrisa! ¡Cristo
quiere que seas feliz!
—¿Cómo es el proceso de cada reto? ¿Cómo nacen cada mañana?
—A lo largo del día nos pasan mil peripecias en las que vemos al Señor, y siempre
hay alguna que grita: “¡¡¡Esto es de reto!!!”. Así
que no es raro que por la noche, después de la oración de la tarde, haya algo
escrito. Y, si no lo hay, al día siguiente lo escribo yo en la oración de la
mañana y lo envío.
—¿Cómo lo escribís? ¿Usáis un cuaderno y luego lo transcribís?
—Bueno, alguna vez. Pero Cristo se adapta a cada uno. Hay quien prefiere papel
y boli, y hay quien, como las del Noviciado, lo escriben directamente
en la tablet.
—¿También tenéis tablets?
—¡Sí, una cada una! Nosotras vivimos de la Providencia y nos los regalaron.
Ahora lo usamos para todo: para rezar, para nuestra lectura espiritual, para estudiar…
para todo. Si nos hubiesen regalado estos cacharros hace un tiempo, yo me
hubiese extrañado, pero para El Reto son la herramienta perfecta. ¡La
Providencia no se equivoca!
—Si no recibo el Reto, ¿qué tengo que hacer para conseguirlo?
—¡Esa es una de las últimas aventuras en las que nos ha metido el Señor! Desde
hace unos días, Cristo nos ha regalado comenzar un blog aquí,
en Religión en Libertad, donde lo subimos cada mañana. ¡Eso sí que
no lo habríamos imaginado nunca! Para muchos, es la forma más sencilla y
rápida. Pero, si alguien quiere recibirlo en su móvil, puede escribirnos a
nuestro correo: vivedecristo@gmail.com
—Para terminar, ¿cuál sería la finalidad del Reto, por definición?
—Llevar a la gente a Cristo. El Señor quiere que leas sobre Él, que hables de
Él, pero, sobre todo Cristo quiere que hables con Él. Quiere entrar en
tu vida como entra tu gente más querida. Quiere regalarte unos ojos
nuevos para que puedas descubrirle en los pequeños detalles de tu vida
cotidiana.
»Nuestro objetivo es que quien lo lea pueda comenzar el día mirando a Cristo,
para vivir la jornada con Él desde el amor. Queremos enseñar a todo el que
quiera a orar y a amar; es decir, recibir todo de Cristo para después darlo.
»Es parte de nuestra espiritualidad dominicana: “contemplar y dar lo
contemplado”, reza nuestro lema. Cristo nos hace felices… ¡y queremos
compartirlo con nuestros hermanos!Todos podemos vivir así porque Cristo no
es sólo para los sacerdotes y las monjas; Cristo es para los cristianos. ¿Y
tú? ¿Quieres ser feliz? ¡Vive de Cristo!
Fuente: Jesús García/ReL
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