UNA VOCE PRESENTA UN INTERESANTE DOCUMENTOS: El punto de vista de un Ortodoxo sobre la misa romana clasica.
(Desde Romae Aeterna)
CARTA DE UN ORTODOXO
A LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL UNA VOCE
Estimado Sr. Presidente:
Espero que entienda Vd. que no es intención de la Iglesia Ortodoxa interferir en asuntos que atañen al Obispo de Roma. En la medida en la que la Sagrada Liturgia es la plegaria pública de la Iglesia, por la cual y en la cual el Santísimo Redentor continúa orando y ofreciéndose al Padre Eterno en condigno sacrificio, la Iglesia Ortodoxa admira el objetivo de la Foederatio Internationalis Una Voce. No hay duda de que es el sensus fidelium el que les impulsa a promover la “forma extraordinaria” del rito romano con su comprobado provecho espiritual para los actuales católicos de la Iglesia Romana como para innumerables santos en el pasado.
Debemos admitir que algunos puntos causan perplejidad y no poca preocupación a muchos ortodoxos. Primero, contrariamente a la creencia popular, los cambios litúrgicos no son inconcebibles en la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, dado que todo cambio litúrgico debe permitir siempre a Nuestro Señor orar en su Iglesia “en espíritu y en verdad” y, por consiguiente, de manera apropiada, ha de darse siempre en una dinámica orgánica desde la riqueza y vitalidad espiritual e intelectual (intus-legere) de la sede (local o universal) que realiza tal cambio. No se puede, por consiguiente, “planear” los cambios litúrgicos; de otro modo, éstos correrían el riesgo de ser más la expresión de la dudosa marca del genius temporis que de la voluntad del Hijo de orar en y a través de su Iglesia al Padre Eterno in spiritu et veritate.
En segundo lugar, el ethos teológico general y pastoral particular que subyace al rito romano es idéntico al que “informa” la Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa. Por lo tanto, muchos ortodoxos temen que pueda considerárseles “extraordinarios” cuando se establezca la plena comunión de las dos Iglesias. No importa cómo interprete uno el término “extraordinario”, con su significado común o canónico; el caso es que la Iglesia Ortodoxa no considera que su plegaria pública sea extraordinaria. Así pues, ella aprecia los esfuerzos desinteresados del papa Benedicto XVI, de los cardenales Cañizares Llovera y Castrillón Hoyos, del arzobispo Ranjith y de Vd., Sr. Presidente, para promover una forma de “ecumenismo” en el más profundo sentido del término.
Como Vd. sabe, en las últimas décadas Occidente especialmente ha estado padeciendo una de las más graves crisis culturales en mucho tiempo. Cuando una crisis cultural y la falta de auténticos grandes teólogos (como los Padres de la Iglesia) han convergido en un solo fenómeno, la Iglesia, históricamente, ha sido renuente a efectuar cambios que varíen su experiencia comprobada. Es más: durante estos períodos de crisis, el Señor suscita en su Iglesia grandes santos, papas, obispos, clérigos, religiosos y laicos que proponen una renovada vitalidad a través de instituciones especiales y estructuras eclesiales para apoyar a la Iglesia a lo largo de la crisis.
La Iglesia Ortodoxa ha tratado satisfactoriamente sus propios problemas en materia litúrgica. Quizás algunas de las soluciones más prácticas puedan ser útiles también para ayudar a la Iglesia Católica.
(Por expreso deseo del remitente se ha omitido su nombre)
Puede verse el texto original en inglés en el sitio de la FIUV:
http://www.ifuv.org/docs/orthodox.html
Espero que entienda Vd. que no es intención de la Iglesia Ortodoxa interferir en asuntos que atañen al Obispo de Roma. En la medida en la que la Sagrada Liturgia es la plegaria pública de la Iglesia, por la cual y en la cual el Santísimo Redentor continúa orando y ofreciéndose al Padre Eterno en condigno sacrificio, la Iglesia Ortodoxa admira el objetivo de la Foederatio Internationalis Una Voce. No hay duda de que es el sensus fidelium el que les impulsa a promover la “forma extraordinaria” del rito romano con su comprobado provecho espiritual para los actuales católicos de la Iglesia Romana como para innumerables santos en el pasado.
Debemos admitir que algunos puntos causan perplejidad y no poca preocupación a muchos ortodoxos. Primero, contrariamente a la creencia popular, los cambios litúrgicos no son inconcebibles en la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, dado que todo cambio litúrgico debe permitir siempre a Nuestro Señor orar en su Iglesia “en espíritu y en verdad” y, por consiguiente, de manera apropiada, ha de darse siempre en una dinámica orgánica desde la riqueza y vitalidad espiritual e intelectual (intus-legere) de la sede (local o universal) que realiza tal cambio. No se puede, por consiguiente, “planear” los cambios litúrgicos; de otro modo, éstos correrían el riesgo de ser más la expresión de la dudosa marca del genius temporis que de la voluntad del Hijo de orar en y a través de su Iglesia al Padre Eterno in spiritu et veritate.
En segundo lugar, el ethos teológico general y pastoral particular que subyace al rito romano es idéntico al que “informa” la Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa. Por lo tanto, muchos ortodoxos temen que pueda considerárseles “extraordinarios” cuando se establezca la plena comunión de las dos Iglesias. No importa cómo interprete uno el término “extraordinario”, con su significado común o canónico; el caso es que la Iglesia Ortodoxa no considera que su plegaria pública sea extraordinaria. Así pues, ella aprecia los esfuerzos desinteresados del papa Benedicto XVI, de los cardenales Cañizares Llovera y Castrillón Hoyos, del arzobispo Ranjith y de Vd., Sr. Presidente, para promover una forma de “ecumenismo” en el más profundo sentido del término.
Como Vd. sabe, en las últimas décadas Occidente especialmente ha estado padeciendo una de las más graves crisis culturales en mucho tiempo. Cuando una crisis cultural y la falta de auténticos grandes teólogos (como los Padres de la Iglesia) han convergido en un solo fenómeno, la Iglesia, históricamente, ha sido renuente a efectuar cambios que varíen su experiencia comprobada. Es más: durante estos períodos de crisis, el Señor suscita en su Iglesia grandes santos, papas, obispos, clérigos, religiosos y laicos que proponen una renovada vitalidad a través de instituciones especiales y estructuras eclesiales para apoyar a la Iglesia a lo largo de la crisis.
La Iglesia Ortodoxa ha tratado satisfactoriamente sus propios problemas en materia litúrgica. Quizás algunas de las soluciones más prácticas puedan ser útiles también para ayudar a la Iglesia Católica.
(Por expreso deseo del remitente se ha omitido su nombre)
Puede verse el texto original en inglés en el sitio de la FIUV:
http://www.ifuv.org/docs/orthodox.html
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