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MOTU PROPRIO SUMMORUM PONTIFICUM



*El Arzobispo ortodoxo Hilarión de Volokolamsk es presidente del Departamento para las Relaciones Eclesiásticas Externas del Patriarcado de Moscú y ha visitado recientemente a Su Santidad el Papa Benedicto XVI en el Palacio de Castelgandolfo.


"Nosotros apoyamos al Papa en su empeño por la defensa de los valores cristianos, lo apoyamos también cuando sus valientes declaraciones suscitan reacciones negativas por parte de algunos políticos o personalidades públicas, o son recibidas con hostilidad y a veces tergiversadas por parte de algunos medios de comunicación".
"Creemos que él tiene el deber de dar testimonio de la verdad y por tanto estamos también con él cuando su palabra encuentra oposición".

" Consideramos que el jefe de la mayor iglesia cristiana no deba estar pendiente de ser políticamente correcto, ni se deba adaptar a la mentalidad dominante o buscar ser aceptado. Creemos, por el contrario, que tenga el deber de testimoniar la verdad. Por tanto, le apoyamos incluso cuando sus palabras encuentran oposición”.



"Los servicios divinos ortodoxos son un tesoro inapreciable que debemos custodiar cuidadosamente. He tenido la oportunidad de estar presente en servicios tanto católicos como protestantes, que fueron, con raras excepciones, bastante decepcionantes... Desde las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II, los servicios en algunas iglesias católicas han acabado siendo poco diferentes a los protestantes".

SÁBADO DE TÉMPORAS: PIDIENDO A DIOS NUMEROSOS Y SANTOS MINISTROS DEL ALTAR

*Homilía del fundador de la Fraternidad en la Santa Misa celebrada en la Iglesia del Salvador de Toledo en el día de hoy, sábado de Témporas:
En este sábado de Témporas, conforme al Misal del Beato Juan XXIII, la Iglesia pide al Señor especialmente por los ministros del altar. Y en esta ocasión lo hacemos en el contexto de la celebración del Año Sacerdotal convocado por Nuestro Santo Padre Benedicto XVI.
Esta súplica que eleva la Iglesia por el aumento del número, pero sobre todo por la calidad de los sacerdotes se apoya en el mandato que ha recibido directamente del Señor: "Rogad al dueño de la mies que envíe operarios a su mies".
La Iglesia y la sociedad tienen necesidad de muchos sacerdotes, porque la mies es abundante. En este sentido, nunca será suficiente el número de sacerdotes. Pero, aún más urgente que el número es la calidad espiritual y humana de aquellos que aspiran al sacerdocio y de los mismos obispos y sacerdotes.
La Iglesia quiere obispos y sacerdotes que aspiren con sinceridad y con determinación firme a la santidad.
La Iglesia quiere que sus ministros sean santos, porque es Dios mismo quien lo quiere así: "Sed santos, porque yo vuestro Dios soy santo".
Este deseo de Dios y de su Iglesia debería ser también el deseo de los mimebros de la Iglesia. Este debería ser el deseo del Pueblo de Dios, tener sacerdotes santos.
Para ello, los fieles han de pedir este don a Dios con humildad y con perseverancia, asociando a su oración el ofrecimiento de los sacrificios y de las pequeñas cruces de la vida diaria, para que así el Señor bendiga a su Iglesia y al mundo con el don maravilloso del sacerdocio católico.
La responsabilidad de los fieles afecta no sólo a la oración acompañada de sacrificios, sino también al deber de promover entre los niños y los jóvenes de las propias familias cristianas la estima y la veneración hacia los sacerdotes y hacia el ministerio que estos ejercen para el bien de la Iglesia y del mundo.
Un laicado responsable es aquél que quiere verdaderamente que sus sacerdotes sean santos, que sean hombres de Dios, administradores incansables de las gracias que el Señor pone en sus manos para la santificación de las almas, absolutamente fieles a la Iglesia y a su Cabeza visible, el Papa.
Un laicado responsable es aquél que en sus conversaciones, valoraciones y exigencias no manifiesta una opinión favorable hacia modelos de vida sacerdotal asimilados al mundo, ni a las corrientes de opinión dominantes, ni hacia estilos de vida y de mentalidad secularizantes.
Contrariamente, lo que los laicos tienen derecho a esperar, e incluso a exigir, de sus obispos y de sus sacerdotes es que estos sean imagen viva de Cristo Buen Pastor. Obispos y sacerdotes según el Corazón de Cristo, obispos y sacerdotes que sean testigos valientes y humildes del evangelio, auténticos servidores de la verdad y de la caridad para con sus hermanos.
Pidamos esta gracia acudiendo a la poderosa intercesión de la Madre de Cristo Sacerdote y de todos los sacerdotes, a la Madre del Pueblo sacerdotal que es la Santa Iglesia de Cristo. Amén.


ARZOBISPO PRIMADO DE ESPAÑA: DESCUBRIR LA ALEGRÍA DE PERTENECER A LA MADRE IGLESIA


*De la homilía de Monseñor Braulio Rodríguez en el Santuario de Guadalupe con motivo de la Fiesta del Nacimiento de la Virgen:

"Los católicos necesitamos de esa pequeñez, de esa humildad, de esa apertura, para descubrir a Dios en nuestra vida, y su Palabra, que la Tradición nos ha entregado en la Sagrada Biblia. Desconocemos o tal vez no conocemos suficientemente el tesoro que tenemos en la fe. En ocasiones estamos asustados porque nos ponen dificultades desde fuera, desde la cultura dominante, y pensamos que no hay lugar en nuestra sociedad para vivir dignamente nuestra fe. No es verdad, hermanos. Nuestra debilidad no está en que nos ataquen los que no nos quieren; está en que no vivimos la fe cristiana como un acontecimiento, como algo que nos sucede, con un deseo de recibir cada día la gracia del Señor para vivir la maravilla de nuestra fe. Nuestra debilidad está en desconfiar de la Iglesia, Madre, Esposa, Pueblo del Señor, Seno que nos ha dado la vida.Y nos entran complejos, como si no valiera esta fe para ser hoy hombres y mujeres y afrontar con confianza las luchas de la vida, mostrando la victoria de la fe que el Hijo de Dios nos ha conseguido y de la que gozamos desde el Bautismo. Vivimos la fe como si fuera algo añadido que traemos hasta nosotros y estamos divididos en dos mitades separando la fe del resto de la vida. No. La Virgen nos muestra cómo aceptar la Palabra, el Verbo de Dios en nuestra vida, para que sea siempre fresca y viva nuestra vida cristiana.Yo quiero pedirle a Santa María de Guadalupe que consigamos todos en esta fiesta un asombro ante el Dios que nos habla, un conocimiento de la Escritura, una alegría de pertenecer a la Madre Iglesia, que nos da cada día a Cristo, como María lo dio a los pastores y a los Magos en la Navidad, porque eran pequeños y humildes. Hemos de estrenar cada mañana lo que el nacimiento de la Virgen anuncia: que después de la culpa de la primera mujer y su esposo, esto es, de Adán y la que es “carne de su carne y hueso de sus huesos”, por fin se nos abrió la anhelada puerta de la vida y fuimos llamados de las tinieblas a la alegría de la luz eterna por el Hijo de la Virgen María".

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