Fuente: http://ser.dominicos.org
Los días de año nuevo son un tiempo especial de proyectos y propósitos, de nuevos comienzos. Son días para buscar nuevas formas de hacer las cosas, para buscar cómo queremos que sea nuestro año, nuestro tiempo, para planificar, repensar, cambiar cosas, optar por otras nuevas... es tiempo para pensar en nuestra propia vocación...
Los días de año nuevo son un tiempo especial de proyectos y propósitos, de energía y ánimo, de nuevos comienzos. Son días para buscar nuevas formas de hacer las cosas, para pensar en lo que queremos, en lo que debemos, en cómo queremos que sea nuestro año, nuestro tiempo, nuestras relaciones... es un tiempo propicio, un kairos se dice en griego, el tiempo adecuado para que sucedan las cosas, para decidirnos, para encontrar lo que nos falta, para ser y hacer lo que queremos ser y hacer, para planificar, repensar, cambiar cosas, optar por otras nuevas... y para hacerlo... es un buen tiempo el comienzo del año para pensar en cómo quiero vivir... y para empezar a hacerlo, para los nuevos comienzos.
Desde luego que es un problema el que
los deseos se queden sólo en buenos deseos, pero es también parte de la
vida... hay quien encuentra el momento para hacer las cosas mucho tiempo
después de haber decidido algo, quien empieza a hacer algo tras haberlo
planteado muchas veces... los sueños, los deseos, los propósitos, nunca
son tiempo perdido aunque no salgan a la primera, lo importante es no
desfallecer, no echarlos en saco roto, no perderse por el camino, seguir
ahí... desde luego que si nos ponemos manos a la obra a la primera,
pues mucho mejor, pero tampoco pasa nada si el camino se dilata...
mientras no se pierda el camino... que también puede pasar, dejarse
llevar por las cosas de cada día, por la comodidad, por dejar las cosas
como están... éso sí es un problema, una tentación, un peligro en
nuestro camino... buscar tanto la comodidad, que se pierde el sentido de
felicidad, que nunca nos atrevamos a salir de nosotros mismos, de lo
que ya tenemos, de lo que ya conocemos, de lo que ya somos, por
comodidad, egoísmo, pereza...
En eso suelo pensar en el año nuevo, y
en cómo, de algún modo, todo eso resuena también en la vocación
religiosa. Lo de los proyectos de año nuevo, el querer cambiar, hacer
cosas nuevas, ser de otro modo, tener otra vida, se parece también a
cuestionarse la vocación... ésta llega tras un largo tiempo creciendo y
soñando, pero no siempre termina de hacerse vida... Exige los
propósitos, y aunque también tiempo para que se asienten y maduren,
llega un momento en que no puede ser sólo propósitos, porque a lo que
nos exponemos es a seguir todo como hasta ahora, a perdernos en la vida
diaria que tenemos, mientras los sueños y los ideales se van muriendo y
desapareciendo por dentro de uno...
Y nos jugamos mucho en esos pequeños o
grandes propósitos... los de año nuevo y los de la vocación... nos
jugamos el que nuestra vida pueda ser más parecida a nuestros sueños,
más parecida a lo que realmente queremos que a lo que simplemente "se"
vive... vivir una vida auténtica exige tomar esos propósitos en serio,
llenarlos de amor, de esperanza, de confianza, de ilusión, de
esfuerzo... exige llenarlos de Dios... pero sobre todo exige, la
vocación, hacerse dueño de la propia vida, decidirse, optar, elegir, no
andar siempre dudando y arriesgarse de una vez, lanzarse, aventurarse...
para precisamente darla... a los otros, y a Otro... la vida acaba
sonriendo a quien decide cómo quiere vivir, y no a quien simplemente se
contenta con vivir como siempre y como todos...
Como final, dos ideas. Una que en todo
esto, aunque no se vea a simple vista, tiene mucho que ver la imagen de
la Virgen María, a quien el día primero del año está consagrado, pues
ella es imagen de precisamente algo como eso, ella decidió, eligió
libremente vivir de otro modo, no simplemente lo que se suponía y se
esperaba que fuese su vida, y con ella llegó un nuevo comienzo para
todos.. se arriesgó, optó, confió... y su vida se colmó... a costa de
esfuerzos, sacrificios, dolores e incomprensiones, sí, pero su vida se
plenificó... Y dos, precisamente eso, que el camino de una vida
auténtica, contracorriente, de una vida decidida, optada, elegida, no es
fácil... más bien al revés, cuesta, se sufre, exige mucho, pero desde
luego es apasionante, se llena de vida, sobreabunda, porque es elegir
una vida con Dios, y Dios pide, pero da mucho más...
Así pues, que este año que comienza sea
para todos un año de opciones, de vocación, de propósitos que van
haciéndose vida, un año en el que seamos cada vez más nosotros mismos,
más compasivos, más libres, más humanos, un año en que estemos más
llenos de vida, de amor, de esperanza, de aventura, más llenos de Dios.
¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!