Desde "Con Acento"
Aprovechamos los dominicos esta semana en torno a la Fiesta de la Traslación de Santo Domingo, para recordar lo que somos y lo que queremos ser, contar de nosotros a quienes no nos conocen demasiado o a quienes viviendo cerca les queda algo lejana nuestra identidad. Son unos días extraordinarios para hablar de nuestra historia, de Domingo, de lo que él quiso para los dominicos y de lo que hacemos hoy en día en su estela, en su misión, en el camino de la predicación.
Pero es también un buen momento para cuestionarnos, preguntarnos y reflexionar si estamos haciendo las cosas bien, si estamos respondiendo a los retos de la predicación en nuestro mundo, tan complejo y tan cambiante... o si, como la fiesta que recordamos, también nosotros tendríamos que vencer miedos, atrevernos a abrir nuestra situación y trasladarnos de lugar para ser portadores de más vida.
Los retos que para la Nueva Evangelización plantea este mundo nuestro, no pueden ser vistos con miedo. Si así lo hubiéramos hecho antes en nuestra historia, no hubiéramos podido hacer todo lo que hicimos como Familia de Predicadores. Si los retos de América, de Asia, de las transformaciones culturales durante ocho siglos a las que hemos intentado responder -la última con el Concilio Vaticano II-, los hubiéramos visto con recelo, con rechazo, la Orden de Predicadores no hubiera estado a la altura de la misión que nos fue encomendada por el Espíritu Santo y por santo Domingo de Guzmán.
Es pues este un momento complejo pero apasionante que exige volcarnos aún más en la misión de la predicación, desde lo que somos y desde lo que queremos ser. Abordar la predicación fortaleciendo nuestra vida de comunidad, nuestro estudio y sobre todo nuestra contemplación que nos vincule a la fuente de la que mana toda vida, que nos una más al Dios de Jesús de Nazaret.
Este mundo complejo y apasionante nos ofrece caminos para intentar responder a ese reto y llevar la salvación y la vida que trae el Evangelio de Jesús a los hombres y mujeres de hoy... sólo hay que atreverse a tomarlas y verlas como oportunidad, no como frenos. Algo tan dominicano como mirar desde la Gracia, no desde la condena.
Nuestro mundo, es cierto, cada vez se aleja más del discurso religioso, parece hiper-crítico con lo eclesial y duda -muchas veces con razón- de todo lo que suene a institución religiosa pues recuerda a poder, dominio y freno de la libertad y la autonomía humana... pero a la vez muestra inequívocas señales de sed de trascendencia, de esperanza, de posibilidad de creer en testimonios coherentes y veraces, humanos, que alcen la voz con autoridad para decir que con Dios la vida se vuelve una vida mejor, que Dios no frena la libertad humana, sino que la potencia.
También este mundo en crisis parece que se hunde entre el egoísmo, la corrupción y la injusticia, un mundo donde tres cuartas partes del planeta viven en la pobreza, y donde las élites políticas y económicas agrandan las diferencias económicas... pero es ese mismo mundo en el que cada vez se alzan más voces que reclaman una recuperación de la ética como única salida a la situación que vivimos, que piden transparencia, justicia, participación, control, mesura, que piden transformar las estructuras para que haya algo más de justicia y humanidad.
Vivimos un mundo en el que lo científico parece enfrentarse con la racionalidad religiosa, en el que el espacio para el diálogo se reduce, en el que los lugares tradicionalmente religiosos se vacían, y en el que nuestra voz se caricaturiza pareciendo que sólo sabemos hablar de cuestiones sexuales... pero que ofrece a su vez vías para abordar con creatividad esas cuestiones: ampliar nuestro diálogo buscando la verdad, profundizar en nuestro estudio de manera abierta y respetuosa, receptiva con las voces que nos cuestionan, apelar a la conciencia y a la identidad profunda del ser humano, salir de nuestros lugares seguros y cálidos y exponernos a buscar nuevos lugares, nuevas presencias, nuevos retos, ayudar a sentir las experiencias profundas de Dios sin tanto aparato ni herencia ni usos alejados del hoy, aprovechar las nuevas tecnologías, las redes sociales, como espacio de encuentro y evangelización.
Así pues quizás con esta fiesta de la Traslación podríamos pensar si no hemos de trasladarnos también nosotros de nuestra situación concreta y abrirnos a nuevas opciones, a nuevos retos, dar pasos, dejar que el viento del Espíritu -que recién hemos recibido en Pentecostés- nos guíe y nos lleve para actualizar hoy en día la misión de la Predicación que santo Domingo de Guzmán recibió del Espíritu Santo, y encomendó a sus hijos e hijas predicadores.
Fr. Vicente Niño O.P.
El Con Acento es una colección de reflexiones que a modo de editorial se colocan en el el Portal del servidor dominicano en español. Click Aqui...