San Ambrosio de Milán
Obispo y doctor de la Iglesia
Tréveris (Alemania), 337/339 - Milán, 4-diciembre-397
El santo doctor y obispo Ambrosio de Milán nace en Tréveris, donde su padre, también de nombre Ambrosio, regía la prefectura de las Galias. La fecha de su nacimiento persiste incierta, pero los especialistas se inclinan hacia los años 337/39. Muerto prematuramente el padre, se traslada con la madre y hermanos a Roma, donde se le puede ver ya, seguro, en la Navidad del 353, cuando su hermana Marcelina recibe del papa Liberio el velo de las vírgenes en la basílica de San Pedro. Nada sabemos de su adolescencia. Consta, en cambio, sí, que estudió retórica y ejerció la abogacía el año 368 en la prefectura de Sirmio.
Nombrado cónsul de la Liguria y de la Emilia con residencia en Milán hacia el 370, su gobierno resplandece de sabiduría y prudencia hasta el punto de pensar en él para obispo de la ciudad a la muerte del obispo arriano Auxencio. En efecto: disputaban arrianos y católicos la elección del sucesor, cuando Ambrosio, que había aparecido por allí para apaciguar los ánimos, fue aclamado de pronto por ambos bandos, siendo a la sazón sólo catecúmeno. Resultó un caso de elección a la manera cíe los que las biografías refieren de San Paulino de Nola, San Agustín de Hipona, y hasta del mismo donatista Petiliano de Cirta. Una semana después del bautismo recibe la consagración episcopal en fecha a datar entre el 1 de diciembre de 373 y el 7 de diciembre de 374. Sabemos que, una vez obispo, pasó la propiedad de sus bienes a la Iglesia, reservando para su hermana el usufructo y para sí nada que poder llamar suyo.
Antes de hacerse a la vela en la nueva misión, se dio de lleno, bajo la guía de Simpliciano, sucesor andando el tiempo, al estudio de la Biblia, de los padres griegos y de autores hebreos y paganos como Filón y Plotino. San Agustín precisará más tarde tan intenso estudio (Gónf. VI, 3, 3), el cual, unido a la incesante meditación de la divina Palabra, habría de ser la fuente de la actividad pastoral y de la predicación ambrosiana, y el contexto en que colocar los acontecimientos históricos, políticos y sociales de los que fue protagonista, forja yunque y molde todos ellos de su pensamiento moral, ascético y teológico.
Al principio del episcopado, las relaciones con Valentiniano I, que había aprobado su elección, discurrieron pacificas, como él mismo hará saber a Valentiniano II, recordándole la conducta de su padre, respetuosa de la autonomía de la Iglesia. Se opuso desde el principio al arrianismo y así lo corrobora, por ejemplo, la petición de los restos de Dionisio, obispo católico de Milán, muerto en Armenia, exiliado por Constancio. Dos episodios vinieron a señalar su vida el año 375: de una parte, la muerte de su hermano Sátiro; y de otra, la de Valentiniano I. Las oraciones fúnebres del primero abundan en temas teológicos y pastorales: humanidad y divinidad de Cristo, lugar que ocupa en la Trinidad y denuncia de los luciferianos, que habían llegado al cisma exorbitando las fórmulas nicenas. En cuanto a Valentiniano I, su recuerdo vuelve en la oración fúnebre de Valentiniano II, en la que Ambrosio celebra la fe del padre y su resistencia a las instancias de juliano para que apostatase. [...]
En su ministerio pastoral destacó por sus trabajos por combatir el arrianismo, y por sus numerosos escritos de homilética, temas de moral y ascetismo y textos dogmáticos.
[...] Falleció el 4 de diciembre del 397. Sepultado en la basílica de su nombre en Milán, empezó pronto a ser venerado como el primero entre los cuatro doctores de la Iglesia latina.
Pedro Langa O.S.A
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.
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