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¿Qué significa ser laico?

Pertenecer a una Orden como la nuestra, implica estar unidos íntimamente con una gran multitud de hombres y mujeres que nos han precedido, muchos de los cuales, aun hoy en día, han sido activos y destacados motores de transformación de nuestra sociedad. Parece que resultaría imperdonable el no mencionar ahora a santa Catalina de Siena, por ejemplo, que en su tiempo, se transformó, fiel al carisma dominicano, en uno de los elementos fundamentales que dieron por resultado el inicio de la reforma de la Iglesia y la paz entre las diversas ciudades y fuerzas políticas de su tiempo. De ella dirá el p. Domenico Abbrescia: "Catalina es plenamente mujer, plenamente laica, plenamente dominica, plenamente contemplativa, plenamente apostólica: ella encarna el ser dominicano como ninguna otra mujer” ; o también la beata Hosanna Andreassi, que unió admirablemente su ser dominicano a su misión de gobierno en el ducado de Mantua en los inicios del siglo XVI, por encargo específico del duque Federico de Gonzaga, que le encomienda tanto el gobierno del ducado como el cuidado de la propia familia ducal. Otros muchos podríamos mencionar, como Aldo Moro, ya en el siglo XX, que fuera primer ministro de Italia, en uno de los momentos más difíciles de la época de la guerra fría. “¿Sabían que tres Premios Nobel son terciarios? —nos refiere el P. Bernard Dousse—. La primera, la noruega Sigrid Undset, Premio Nobel de literatura en 1928, quien consagró su última obra a Catalina de Siena. La Municipalidad de Oslo la honró también con su propio premio, y ella lo depositó a la mañana siguiente a los pies de la Virgen en la iglesia dominicana de Oslo. Los dos otros titulares son argentinos: Carlos Saavedra Lamas, Premmio Nobel de la paz en 1936, y Bernardo Alberto Houssay, Premio Nobel de medicina en 1947” .Todos ellos conscientes de la riqueza de su propia vocación dominicana, fueron verdaderamente grandes y plenamente dominicos.Para poder comprender la riqueza del ser laico dominico, conviene antes que reflexionemos sobre la realidad laical propiamente dicha.


La primera pregunta que surge ante nosotros es la siguiente: ¿Qué es un laico?Antiguamente solía definirse el estado laical de manera negativa: “laico es aquel fiel cristiano que no pertenece al estado sacerdotal, ni a la vida religiosa”. Parecería como si se hubiera tenido la concepción de que el ser laico implicaba una carencia de perfección en la vida cristiana. Se hablaba incluso del estado de vida laical como el menos perfecto entre los diversos estados de vida cristiana.Pero la vida cristiana es una participación de la vida misma de Cristo, pues por medio del bautismo somos constituidos como verdaderos hijos de Dios. ¡Nos hace hijos en el Hijo de Dios! Y la vida de Cristo es perfecta, es vida de Dios. Por lo mismo no puede caber en ella imperfección alguna. La participación que Él nos hace de su propia vida no puede contener imperfección alguna. Podemos hablar sí, de que nosotros podemos vivir imperfectamente aquella vida que se nos participa, pero la participación de parte de Dios hacia nosotros, no puede ser imperfecta.Toda vida cristiana es participación de la perfección inagotable de la vida de Cristo, que siendo verdadero hombre es también el verdadero Dios. En nuestro bautismo hemos nacido a la vida perfecta de Cristo, sea cual sea el estado de vida en que nuestra vida cristiana se desarrolle después.La pregunta que nos habíamos planteado sigue en pie: ¿Qué es un laico? La respuesta tendremos que buscarla, pues, no de manera negativa, por lo que el laico “no es”, sino por aquello que lo caracteriza plenamente. La exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici, nos recuerda que:“El ser y el actuar en el mundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sino también, y específicamente, una realidad teológica y eclesial. En efecto, Dios les manifiesta su designio en su situación intramundana, y les comunica la particular vocación de buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios”.


Encontramos aquí la clave para descubrir lo más profundo del ser laical. El laico se nos presenta como todo fiel cristiano que, incorporado a Cristo por el bautismo, participa de su ser vocación de ser sacerdote, profeta y rey, ejerciendo en medio del mundo la tarea que le corresponde; tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios.El laico es, pues, aquel fiel cristiano que vive, por vocación especial, inserto en medio de las realidades temporales, con la misión de orientarlas hacia Dios.El ser laico responde, por lo mismo, a una especial llamada de Dios, que forma parte de la llamada universal a la santidad, para vivir esa santidad en medio de las realidades temporales (sociales, políticas, económicas, etc.), para construir, desde dentro de estas mismas realidades, el Reino de Dios. Para ordenar todas las cosas según Dios.Dentro de su propio estado de vida, el laico tiene así la posibilidad de alcanzar la más alta perfección de la vida cristiana, haciendo que todas las cosas del mundo en el que se encuentra vayan encontrando su propia perfección. El ámbito de la justicia y de la paz, de la solidaridad y la fraternidad, entre las personas y entre los pueblos, forma parte de su medio ordinario de santificación.


Intentando poner un ejemplo, podríamos decir que el laico es aquel que prolonga las manos creadoras de Dios en medio de la historia, para con Él seguir construyendo el universo entero.

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