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¿Que paguen los pobres?


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Doce. Doce es el número de años que lleva el país estancado por la incapacidad de los políticos mexicanos para construir acuerdos y resolver, de manera civilizada, nuestros problemas. Doce años llevamos sumidos en el bochornoso espectáculo de la política como cobro de facturas y cuentas pendientes. En doce años no hemos reducido, sino que ha crecido, el número de pobres hasta llegar casi a los 60 millones de personas.


El problema es que la bolsa de los recursos fiscales de la que todos esperamos recibir servicios del gobierno no ha crecido. Contamos con un sistema fiscal que es un complejo laberinto dominado por poderosos intereses de grupo y que dieron vida a los regímenes especiales, las exenciones en algunos impuestos y el “olvido” de formas justas, progresivas y eficaces de recaudación.

Necesitamos un gran acuerdo, avalado por los principales actores políticos, sociales y económicos, que amplíe la base fiscal, que incentive la generación de riqueza y que permita que la bolsa con la que atendemos las necesidades de educación, salud y vivienda, entre otros servicios, sea mayor y permita atender a más personas.

Hasta ahora, nuestros gobernantes y sus partidos se han preocupado más por el cálculo político a corto plazo, “olvidan” la gravedad de la situación y no advierten que son justamente situaciones como la actual, las que requieren políticos magnánimos y no pusilánimes, de verdaderos estadistas que ofrezcan certezas para resolver nuestros problemas.

Sumidos en sus mezquindades, nuestros políticos olvidan que los conflictos se resuelven con diálogo y acuerdos, y que las naciones más avanzadas lo son porque han sabido construir, en los momentos difíciles, acuerdos de largo plazo.

No hemos aprovechado las oportunidades para cambiar. Ha prevalecido la mutua desconfianza, el cobro de facturas, el revanchismo y los lugares comunes; hemos optado por soluciones ineficientes, pensadas para no perder elecciones, mientras el país naufraga.

Es cierto, aprobar el paquete fiscal del Ejecutivo implica riesgos; tantos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la revista The Economist, han advertido del peligro de elevar simultáneamente y durante una recesión los impuestos al consumo y al ingreso.

Pero se olvida que además de los impuestos al consumo, como el IVA o la Contribución para el Combate a la Pobreza, o aumentar los impuestos al ingreso, existen otros, que combaten la evasión fiscal y permiten que la bolsa de recursos crezca. Ahí están los impuestos a la propiedad, tanto a los bienes inmuebles como a las transacciones bursátiles y a las herencias.

Estos impuestos son tan eficaces que Estados Unidos y Canadá recaudan, cada uno, más del 3% del PIB de sus economías. España recauda 2.2% del PIB, e incluso países menos industrializados que México, como Turquía, recaudan cerca del 1% del PIB. México, por este rubro sólo recauda 0.3% del PIB, la décima parte de lo que se recauda en EU o Canadá.

De aplicar este tipo de impuestos el fisco podría recaudar en un año de vacas flacas como el actual más de 342 mil millones de pesos, el 3% del PIB que INEGI estima, en precios corrientes para agosto de 2009, de 11.5 billones de pesos, y permitiría cubrir el hueco presupuestal de más de 300 mil millones de pesos que ha motivado el actual debate.

No es necesario gravar todas las herencias, como ocurre en EU, Canadá y Europa, es posible otorgar exenciones a las familias más pobres que sólo son propietarias de sus hogares. Urge dejar de operar como un paraíso fiscal para los más ricos, los más astutos o la informalidad creciente.

El Ejecutivo podría analizar otras opciones y las oposiciones podrían abandonar el gesto infantil, de berrinche y escándalo, y formular propuestas viables y sensatas. Ambos tendrían que leer las palabras de un mexicano ilustre, don Efraín González Luna, quien decía: “el primer objetivo de una verdadera política es la formación y la disponibilidad de los recursos materiales indispensables para realizar su programa. El primer deber de los responsables de esa política es la cordura.”

Todos los partidos deben actuar con cordura y construir un gran acuerdo nacional que cree un nuevo régimen fiscal, que efectivamente incentive la generación de riqueza para luego redistribuirla y así permitir superar las rencillas y el cobro de facturas que tanto nos lastiman. Sin ese acuerdo, nos condenamos a crear más pobres y a hacer todavía más precario el equilibrio que ha impedido, hasta ahora, un estallido social. Necesitamos reactivar la economía, devolver la confianza y superar el encono.

Manuel Gómez Granados

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