Del Sacerdocio Comun, Seglares y vida secular.
Alberto . OP
Actualmente se piensa que los Institutos seculares, que aparecieron durante la primera mitad del siglo XIX y que fueron aprobados por Su Santidad Pio XII en 1947 con su constitución Apostólica “Provida Mater Ecclessia” son los únicos vehículos de santidad para seglares dentro de la Iglesia, sobre todo para quienes ven con el Concilio II la única apertura al Laico y su mundo. Esta concepción es errónea, cierto es que desde el Concilio de Trento la Iglesia dio un giro a la concepción del Sacerdocio y la Vida Religiosa de prioridad sobre el Laicado debido a la presión del mundo de la mal llamada Reforma Protestante, el tener que blindar a la Iglesia ante la herejía protestante fue lamentablemente causa de que la vida del Seglar se viera un poco escondida en su sentido de santidad. Sin embargo Ordenes religiosas como la Franciscana y Monacales como los Benedictinos y obviamente los Dominicos, cuentan en su historia con la promoción de los seglares como medio de Santificación. Así que ante la tendencia de considerar a los Institutos seculares como faros que indican el camino de la santidad en la vida secular, hay que se honestos y reconocer que dentro de la Iglesia esta llamada no se apago, si no que siguió viva y presente en las Ordenes Terceras, que si bien por lo general se encontraron supeditadas a los sacerdotes y Religiosos de sus respectivas ordenes, conforman hasta hoy una autentica Vocación Cristiana que ha dado frutos abundantes a la Iglesia.
Para comprender la acción del Seglar como parte de la familia Dominicana, debemos entender lo referente al Sacerdocio de los Fieles y el sentido que damos a esto que ya esta plenamente revelado en las Escrituras, el sacerdocio místico de los fieles por lo general es uno de los grandes desconocidos para los miembros de la Iglesia, la doctrina de Cristo de ser Espíritu Y vida, se transforma y transforma a la Iglesia en vida nueva, da al Cristiano un carácter único, una vida ritual y cultual, es decir de adoración y acción de gracias, de expiación, de impetración y de suplica, es decir una vida de sacrificio, y puesto que el sacrificio es la forma suprema de la adoración esta es la acción misma de la vida en el Cristiano y su sentido real al ser injertado en el misterio de la Encarnación.
El bautizado hace del sacerdocio Común de los Fieles una realidad al vivirlo en plenitud, impregnado del Espíritu y Vida que emanan del Único Sacerdocio de Cristo, muchas veces el bautizado queda en el creer que solo el Sacerdocio Ministerial tiene sentido santificador y se olvida de su propia realidad Espiritual, el Sacerdocio Ministerial tiene su por que y su origen también en el único sacerdocio de Cristo que nos santifica. Cada quien como Presbíteros y seglares tenemos participación en el Único sacerdocio de Cristo y por ende, tenemos como nos dice San Pablo una participación plena en la conformación de la Iglesia.
La necesidad de blindar a la Iglesia ante la herejía protestante, llevo a los laicos a olvidar poco a poco que nuestra participación es importante, y generadora de frutos de santidad. Grandes seglares han sido transformadores de la Iglesia, reformadores verdaderos de la misma y se han opuesto a las herejías y desviaciones doctrinales desde su haber cristiano, grandes mártires de las épocas de las persecuciones Romanas fueron soldados, maestros y jóvenes cuyo espíritu sacrificaba en verdad a Dios con la fragancia de su santidad. Laicos como San Antelo por su puro amor al conocimiento que lo llevo a ser el Director de la escuela de Catequesis de Alejandría nos demuestran como Dios ve en su pueblo de Sacerdotes, reyes y profetas el viento nuevo que lleva la buena nueva a los necesitan caminar en la verdad.
La vida de los seglares pues esta regada por esos ejemplos y muchos mas, como el de Santa Catalina de Siena Doctora de la Iglesia, el de Santa Rosa de Lima y muchos mas que hacen en si mismos una realidad de los que nos dice la Escritura, fueron discípulos y apóstoles en toda verdad y justicia, «Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5,48). Es lo que nos dice el Señor y es lo que debemos buscar.
En la antigüedad y antes de ser reconocidos canónicamente muchos laicos buscaron en la soledad la perfección de su vida cristiana, otros viviendo en pequeñas comunidades, etc.… si llegar a ser religiosos ni sacerdotes, estos vivían una espiritualidad Rica, que si bien era apoyada por el Obispo del lugar y los sacerdotes, era auténticamente una vida laical entregada a Dios, el Oficio de Typica era rezado cuando el sacerdote no podía ir hacia esos lugares y sin suplantar a la santa Misa cumplía con la función de adorar y dar acción de gracias al creador, actualmente los seglares contamos con la Liturgia de las Horas y varias devociones que a lo largo de la historia de la Iglesia han ido dando las armas espirituales unidas a la Palabra de Dios para tener una vida espiritual plena.
Ser seglar, ser laico no debería de ser visto como algo inferior al sacerdocio Ministerial, si bien el privilegio del Presbítero radica en su misma condición de ser el servidor del pueblo de Dios por excelencia, debemos entender que aquí no hay estatus, si no maneras de dar a Dios lo que al El pertenece. Ni el laico debe proponerse ser mas que el sacerdote, ni el sacerdote menospreciar la labor de santificación del seglar, ambos nacen del mismo sacerdocio y ambos complementan la realidad única de la Iglesia como Cuerpo de Cristo.
Tenemos que comprender también que no podemos hablar de que el CVII es el propulsor de toda la vida laical, no. La misma Tradición de la Iglesia, si sabemos leerla y estudiarla nos dará la justa razón del ser bautizado, no podemos abusar tampoco de lo que nos ha sido dado y caer en la herejía protestante, debemos ser cautos y comprender que la disposición de nuestro haber en la Iglesia responde al plan de Dios y su concepto de orden que traspasa todo interés meramente humano.
La Tradición de la Iglesia, ya casi dos veces milenaria nos enseña en boca del Papa Pio XI que no solamente los ministros escogidos por Jesucristo nuestro Ponfice, para ofrecer la Hostia Inmaculada… deben participar de este arcano sacerdocio, y del deber de la satisfacción y del sacrificio; si no también todo el pueblo Cristiano, llamado con justa razón por el Príncipe de los Apóstoles, “Raza escogida, sacerdocio regio”, debe ofrecer sacrificios por el pecado, tanto por si mismo como por todo el genero humano. Los Fieles deben concurrir a esta oblación casi de la misma manera que el presbítero y el pontífice.
El tema principal pues de este texto es entender el valor del laico, del seglar ante la Iglesia y en la Iglesia, es reconocer que la santidad no esta limitada a unos cuantos y que esta responde en la vocación especifica a la que hemos sido llamados, grandes laicos han cambiado el rumbo de la Iglesia, le han dado sentido en el mundo.
A menudo la pregunta ¿Qué es un Seglar Dominico? Me es hecha y no solo a mi, si no a todos mis hermanos, con toda confianza podemos decir, un Seglar Dominico es un bautizado que vive su vocación Dominica como luz del mundo predicando el Evangelio, predicando la Verdad y la vera doctrina a lado de sus pastores, pero también compartiendo con estos el cuidado del rebaño, haciendo de su vida un ritual, una liturgia que se encamina a la contemplación de Dios hecho hombre y vivo en cada Cristiano que anhela llevar a los hombres a la verdad.
Un Seglar Dominico no es un mini fraile, pero es un hermano o “fray” en la medida de que es hermano de cada uno de los bautizados y vive su religión en el carisma idealmente dado por Dios para su santificación, no es un presbítero, pero es un cuidador también del rebaño que Dios le confía en cada hermano ávido de la palabra de Dios, no es un Religioso en el sentido de la vida contemplativa, pero es un ser religioso que ha comprendido el misterio de Dios en su vida y que lo hace “hacer lo que tiene que hacer” como el siervo leal.
Un Seglar Dominico es pues un Dominico en todo derecho y hecho, con la Obligación de ser fiel a sus promesas, y el derecho de llamar familia a su religión y hermanos de la misma. Es un predicador como lo fueron antes mártires y confesores, como lo fue Catalina, Rosa, Frassati y Bartolome Longo, como los fue San Antelo y miles mas, que buscaron primero el reino de los cielos antes de su propio afán. No todos estamos llamados al sacerdocio Ministerial, pero por el bautismo y la confirmación como dice Santo Tomas de Aquino en su Suma Teológica somos participes del único sacerdocio de Cristo y nos convierte en dignos cristianos dados a ofrecer sacrificios agradables al Padre.