Nuestra Familia Dominicana
Bajo
el Palacio Valentini, en Roma, arqueólogos han descubierto
deslumbrantes restos de las viviendas de los romanos más ricos de los
tiempos del Imperio, entre esos restos, suelos de mosaico en los que
cada tesela contribuye a la imagen global. Si falta una sola tesela, o
está fuera de su lugar, el diseño se ve defectuoso.
Nuestra Familia Dominicana se parece bastante a un
mosaico: cada miembro es una parte crucial del todo, aunque
paradójicamente ningún individuo es importante excepto en relación a los
demás. Tenemos frailes(ordenados presbíteros y hermanos cooperadores),
monjas contemplativas, laicos, hermanas de vida apostólica, movimiento
juvenil, voluntarios internacionales: cada uno de nosotros tiene un
lugar en la Familia, y cada uno de nosotros tiene una misión que
cumplir. Como las teselas en un mosaico, encajamos en nuestros lugares
específicos y así formamos una armoniosa imagen.
Para una mujer del laicado dominicano es natural
preguntarse, a veces, cuál puede ser exactamente su rol. Salvo raras
excepciones, los laicos dominicos no vivimos en comunidad, no vestimos
ropas distintivas, y puede haber poco o nada que decir a quienes nos
encontramos sobre nuestra pertenencia a la Orden de Predicadores. Con
todo, hay muchas laicas dominicas que nos muestran claramente que es
posible combinar una vida Dominicana activa con un trabajo, una familia,
y todo tipo de actividades. Pensemos en Patricia Robinson, que fue la
primera representante de Europa en el Consejo Internacional de las
Fraternidades Laicales Dominicanas (ICLDF) – madre de siete hijos,
abuela de muchos más, actualmente muy anciana pero todavía una fuerza a
tener en cuenta: ella no sólo constituye un maravilloso ejemplo de vida
cristiana en la familia, sino que con regularidad predica en la web
word.op.org y es un miembro activo de la recientemente creada Comisión
de Formación de l Consejo Europeo de las Fraternidades Laicales
Dominicanas; o pensemos en Eva Kameniarová, de Eslovaquia, quien hasta
hace muy poco desempeñó el mismo rol en el Consejo Internacional (ICLDF)
– Eva es enfermera, totalmente dedicada a su trabajo contra la
enfermedad. Ellas, y muchas otras, viven su vocación dominicana
plenamente.
Las mujeres hemos luchado para ser reconocidas en
todos los niveles de la sociedad occidental, y en gran medida la batalla
se ha ganado. Lo que resulta inquietante es ver cuántas mujeres jóvenes
hacen suyo el modelo de rol de personas como Madonna o Lady Gaga,
enormemente famosas y con mucho éxito, no menos en su inefable
vulgaridad, en lugar de tener como modelo a Aung San Suu Kyi, por
ejemplo, política birmana galardonada con el Nobel de la Paz, quien
combina la más alta integridad moral con exquisitas maneras femeninas.
Las mujeres del laicado dominicano, que pueden dar testimonio de su fe
en sus hogares, en sus trabajos y en todos sus encuentros del día a día
en sus vidas, es poco probable que alcancen la fama internacional, pero
pueden seguir a nuestra Patrona, santa María Magdalena, en el anuncio a
los demás que Cristo ha resucitado. Precisamente es lo que la palabra
predicación, etimolológicamente, significa: procede del latín prae
“antes” + dicare “proclamar, decir”. Cada vez que testimoniamos nuestra
fe, en nuestras vidas cotidianas, en activa participación en el trabajo
de la Orden y de la Iglesia, estamos cumpliendo nuestro rol como
miembros de la Orden de Predicadores.
En los años 90, un libro del “consejero de
parejas” John Gray, titulado Los hombres son de Marte, las mujeres de
Venus, se convirtió en un best seller. Gray afirmaba que la relación
entre los sexos eran necesariamente complejas porque son, efectivamente,
de planetas diferentes: los hombres son agresivos, beligerantes; las
mujeres son amables y colaboradoras. Como muchas generalizaciones, ésta
puede ser negada una y otra vez por nuestra experiencia diaria, pero
como todas las generalizaciones, encierra una pizca de verdad. Lo que es
más importante, sin embargo, es que los sexos pueden ser
complementarios, y en el mejor de los casos, pueden enriquecerse
mutuamente mediante la amistad y el respeto. De entre los muchos laicos
dominicos cuyas vidas dan testimonio de esta realidad están Catalina de
Siena y Rosa de Lima, ambas con amistadas cercanas entre los frailes. Y
si estamos tentados a decir “ellas son santas, y yo sólo soy una persona
común y corriente” - ¿Qué es un santo sino una persona corriente que ha
hecho un extraordinario esfuerzo por hacer aquello que él o ella
estaban llamados a ser? Nuestros hermanos de la Fraternidad Laical
Dominicana de “Nuestra Señora de las Mercedes” en la prisión de Norfolk,
Massachussets, Estados Unidos, tienen un dicho que me encanta: “ Cada
santo tiene un pasado; cada pecador un futuro”.
Tenemos 800 años de historia a nuestras espaldas.
¡Nuestra tarea es construir para los próximos 800 años! Praedicator
gratiae, nos iunge beatis.
Ms. Ruth Anne Henderson op, a Scot who has lived in Italy since 1979, has semi-retired from her work as a professor of English language at the University of Turin. She is currently President of the European Council of Lay Dominicans (ECLDF) and preach regularly on word.op.org