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Voluntarios en Misión: LIUBA USECHE (colombiana)


LIUBA USECHE (colombiana), nos comparte su experiencia como voluntaria de DVI en Cuernavaca, México

Después de 6 meses de haber emprendido esta etapa como voluntaria dominica tan sólo puedo dar gracias a Dios, al Voluntariado Internacional Dominicano, a mi comunidad de envío, de acogida y a mi familia por haberme permitido vivir la experiencia más enriquecedora de mi vida.

El  tiempo que he pasado en México me ha permitido vivir el amor de Cristo a través de cada persona, descubrir en un mundo lleno de injusticia a una Iglesia más humana, a Jesús en cada rostro caminando junto a los más vulnerables y llamándonos a reivindicar la dignidad humana por medio del amor al prójimo.

México ha logrado renovar la fe católica en mí, me ha enseñado por medio del servicio que cuando existe voluntad, amor y esperanza, las barreras se vuelven irrisorias y sin importar nuestro lugar de procedencia, situación económica o social, somos capaces de lograr grandes cambios, ya sea la construcción de una casa o el sacar una sonrisa en tiempos de desesperanza.

Estos seis meses he tenido la oportunidad de compartir con personas maravillosas que de una u otra forma se vinculan al Centro de Cuernavaca para el Diálogo Intercultural y Desarrollo –CCIDD-, lugar en donde me encuentro haciendo mi voluntariado, ellas me han enseñado mucho y estoy segura que han vuelto a sus habituales contextos siendo mejores personas impulsadas por un nuevo aliento de búsqueda de justicia social.

Agradezco especialmente a la Familia Dominicana en México, a las Hermanas Kathy, Aline y Rosa, cuya tenacidad, inteligencia y ternura me han motivado durante este viaje, ellas me han cuestionado y han sembrado en mí caminos de paz, ellas  junto a las experiencias vividas, han aportado a mi crecimiento profesional  como comunicadora social y aún más importante, me han vuelto un mejor ser humano.

En esta experiencia he comprendido el verdadero sentido que tiene el título de mi profesión: Comunicación Social para la Paz, he logrado encarnar con más fuerza el discurso que se suele manejar en las ciencias sociales durante mi trabajo con los habitantes de Patios de la Estación, barrio que no goza de las condiciones necesarias para una vida digna, al ver en cada persona un fin en sí mismo y no un medio para lograr una investigación, he descubierto en ellos una segunda escuela que se abre ante mí sin limitaciones y sin pedir nada a cambio, brindándome el sustento vivencial que no puede aprenderse en los salones convencionales en ningún lugar del mundo.

Este lugar no ha sido solamente una segunda escuela, sino un hogar para mí, pues un hogar no se conforma a partir de personas que están unidas por códigos genéticos, sino por aquellos que no teniendo aparentemente nada en común, están unidos por lazos de amor. Las mujeres del centro comunal de Patios de la Estación en este sentido conforman un hogar maravilloso, son un vivo ejemplo del evangelio, pues sin obligación alguna cuando tuve hambre me dieron de comer, cuando tuve sed me dieron de beber y cuando quise cariño, sus brazos se abrieron para amarme.

Siempre he sido una persona comprometida con lo que hace, la responsabilidad y la conciencia crítica que he fortalecido durante el voluntariado me han hecho repensar cual es nuestro papel en un mundo que llevado por dinámicas individualistas es cada vez más deshumanizante. Esto nos supone un gran reto y compromiso no sólo como católicos, sino como seres humanos, al encontrar a Dios en cada parte, en cada persona y actuar conforme a ello sembrando vida, fe, esperanza, justicia y amor, especialmente a quienes hemos nacido en medio de condiciones que nos garantizan vivir dignamente, estudiar, ejercer una profesión, entre otros, pues estas experiencias nos enseñan que el compromiso va más allá de una calificación, reconocimiento en nuestros campos profesionales o satisfacción de egos personales; es el compromiso que tenemos al explotar nuestros talentos en pro de un mundo mejor.

Mi compromiso es la búsqueda de transformaciones en  la realidad sin importar en cual lugar me encuentre, la verdad y la justicia a través de mi intervención profesional, de mi actuar dominicano y mi fe en Dios, contribuyendo a la construcción y fortalecimiento de espacios participativos de diálogo, concertación, esperanza y respeto al servicio de la paz.

Espero que como yo, más personas se animen a participar del Voluntariado Internacional Dominicano, a asumir el reto y dirigir sus vidas de acuerdo al legado que Jesús nos dejó. Bendiciones a DVI, esperando que todos los que formamos la gran Familia Dominicana sepamos encontrar alegría en las acciones que desempeñamos. Un abrazo de aliento y sincero afecto desde México.