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Octavo Modo de Orar

Santo Domingo durante este tiempo vivía en los libros, aprendía de ellos todo lo que le parecía digno de ser aprendido; pero sobre todo, los amaba.


Octavo Modo de Orar

En el octavo modo de orar Santo Domingo se sienta y penetra, con actitud de permanencia y sin prisa, en la lectura. En este modo de orar la lectura es oración. Siempre es bueno destacar el hecho de cómo Santo Domingo insertó en la Orden el estudio. En los dominicos la lectura se prolonga en el estudio y eso es lo que hace Santo Domingo en este modo de orar: estudia.

Se pone en evidencia en este gesto que el estudio se trata de una actividad que se dirige al desarrollo de aptitudes y habilidades que, mediante el uso de medios y métodos apropiados en cada caso, nos permiten la incorporación de nuevos conocimientos. Santo Tomás de Aquino nos dirá que “el estudio requiere, en primer lugar, conocimiento y, posteriormente, todo lo demás que necesitamos para obrar bajo la dirección del conocimiento”. De esta forma se ejercita el entendimiento y se amplía el campo de nuestra comprensión de la realidad. Santo Domingo durante este tiempo vivía en los libros, aprendía de ellos todo lo que le parecía digno de ser aprendido; pero sobre todo, los amaba. Este amor sabía que le sería mil veces recompensado.


Santo Domingo sabe que el estudio es fundamental porque con él se intenta comprender la realidad y a las otras personas; es siempre una búsqueda de Dios, un camino para intentar ahondar en la intimidad divina. El estudio es capaz de profundizar en el Misterio pero no porque la razón se rinda ante los dogmáticos o ante quienes nos dicen que doblemos la cerviz; se rinde ante el propio Misterio. Lo inexplicable lo es de suyo, y la razón nos muestra que efectivamente así es. Para el creyente con capacidad de pensar, suspender esta capacidad ante la cuestión de Dios, ante el misterio de los demás, por más que sean incomprensibles, no es una virtud, ni es buena piedad, sencillamente es negligencia. Ya lo decía Chesterton: “cuando entro a la Iglesia me quito el sombrero, no la cabeza”.

Santo Domingo está convencido de que su amor por el estudio irá a través de la trama de su devenir como uno de los más importantes hilos conductores de sus experiencias, y esto quiere que se viva y se sienta en la Orden fundada por él.

Dibujos de Fr. Félix Hernández OP/Fr. Ángel Luis Fariña Pérez / Real Convento de Predicadores, Valencia/ ser.dominicos.org/

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