Estaba meditando acerca de lo que nos dice el Lema de este año dentro del Novenario rumbo a los 800 años de la Confirmación de la Orden: – Un versículo de la Sagrada Escritura, con sentido Escatológico pues el Capítulo se titula el Día del Señor y el Juicio de las Naciones.
Inicia este Capítulo con lo que el Lema nos invita a vivir, pero el centro del Mensaje de la Palabra de Dios que se nos cita está encerrado en la Frase “Los Laicos y la Predicación”, esto es el Ser Profeta.
El Ser profeta que inicia con el Bautismo en donde Dios derrama su Espíritu, que nos conduce a ser Imagen de El en Cristo.
El profetismo conlleva en sí el Anuncio y la Denuncia.
Este mismo profetismo contiene los elementos constitutivos de la vida Dominicana, la vida fraterna, la oración, el estudio y la misión apostólica, todos ellos orientados a la predicación, sin ellos, nuestro profetismo estaría incompleto.
Yo debo anunciar de lo que soy Testigo, testigo de la Buena nueva, testigo de la Esperanza en un mundo que parece carecer de ella, Testigo del amor en un mundo que parece carente de humanidad, de Justicia y de Paz.
Recordemos que la participación en el oficio profético de Cristo, «que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra», habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía.
Unidos a Cristo, el «gran Profeta» (Lc 7, 16), y constituidos en el Espíritu «testigos» de Cristo Resucitado, los fieles laicos son hechos partícipes tanto del sobrenatural sentido de fe de la Iglesia, que «no puede equivocarse cuando cree», cuanto de la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10). Son igualmente llamados a hacer que resplandezca la novedad y la fuerza del Evangelio en su vida cotidiana, familiar y social, como a expresar, con paciencia y valentía, en medio de las contradicciones de la época presente, su esperanza en la gloria «también a través de las estructuras de la vida secular». (CFL)
Las dominicas y los dominicos participan de esta misión profética de Cristo, predicando en los diferentes espacios que existen en el mundo, tanto en medio de los bautizados como de los que no conocen a Dios. Conscientes de la realidad de su entorno socio-cultural-económico, asumen su compromiso de llevar la Buena Nueva de Jesucristo, contribuyendo en la construcción del Reino de Dios y promoviendo en el mundo las prioridades evangelizadoras de nuestra Orden, a saber: la catequesis en un mundo descristianizado, la evangelización en el contexto pluricultural, el empleo de los medios de comunicación social y electrónica para la evangelización y, de manera muy especial, la promoción de la Justicia y de la Paz. (D.L.O.P. 3)
MISIÓN DE SACERDOTE, PROFETA Y REY EN LA IGLESIA QUE INICIA CON EL BAUTISMO
La participación de los fieles laicos en el triple oficio de Cristo Sacerdote, Profeta y Rey tiene su raíz primera en la unción del Bautismo, su desarrollo en la Confirmación, y su cumplimiento y dinámica sustentación en la Eucaristía. Se trata de una participación donada a cada uno de los fieles laicos individualmente;
pero les es dada en cuanto que forman parte del único Cuerpo del Señor. En efecto, Jesús enriquece con sus dones a la misma Iglesia en cuanto que es su Cuerpo y su Esposa.
De este modo, cada fiel participa en el triple oficio de Cristo porque es miembro de la Iglesia; tal como enseña claramente el apóstol Pedro, el cual define a los bautizados como «el linaje elegido, el sacerdocio real, la nación santa, el pueblo que Dios se ha adquirido» (1 P 2, 9). Precisamente porque deriva de la comunión eclesial, la participación de los fieles laicos en el triple oficio de Cristo exige ser vivida y actuada en la comunión y para acrecentar esta comunión. Escribía San Agustín: «Así como llamamos a todos cristianos en virtud del místico crisma, así también llamamos a todos sacerdotes porque son miembros del único sacerdote».
Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo.
En la vida de la Iglesia, específicamente en la Vida de nuestra Orden, los fieles laicos, anunciadores del Evangelio, Profetas llenos del Espíritu Santo, nos han dejado ejemplo de Fidelidad a esta vocación como lo fueron Santa Catalina de Siena, Santa Rosa de Lima, el Beato Pier Giorgio Frasati y muchos más que a lo largo del tiempo han dado respuesta al llamado de vivir el Bautismo que nos hace con Cristo y en El, Sacerdotes, Profetas y Reyes.
Sr. Fernando Vargas, O.P. (Seglar Dominico)
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