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Kassia de Bizancio


                                             

De rabiosa actualidad, por desgracia, la destrucción de imágenes ha sido una realidad en diferentes momentos de la Historia. En el siglo VIII, la prohibición absoluta de realizar nuevas representaciones en todo el territorio del Imperio, castigando a quienes osaban contradecir esa tradición clásica con terribles amputaciones, iba acompañada de la destrucción de un número altísimo de los iconos existentes y el blanqueado de frescos y mosaicos, constituyendo uno mas de los episodios de destrucción del Patrimonio Cultural en la historia de la Humanidad.

A este conflicto se le conoce como la crisis iconoclasta desarrollándose entre el año 714, con la destrucción de la imagen de Cristo por el emperador León III y el 843, en el que definitivamente se supera el iconoclasmo.

Es en estos últimos compases, durante la primera mitad del siglo IX, unos 200 años antes de que viviera y creara la monja Hildegard, cuando otra mujer noble, culta y libre escribe, compone, funda un convento, defiende el papel de la mujer y se enfrenta al propio emperador.

Kassia había nacido en la capital imperial, Constantinopla, en el año 810, en el seno de una familia aristocrática de la corte; su privilegiada posición  le permitió acceder a una educación exquisita basada en el estudio de la Grecia Clásica. Mantuvo a lo largo de los años su postura de defensa de las imágenes y la protección de otros iconódulos, valiéndole esta defensa disgustos, altercados y algún exilio, junto al monje Teodoro  del monasterio de Studion, uno de los centros de la vida espiritual e intelectual de la ciudad y del Imperio Bizantino.



              

Teodoro Estudita en un mosaico del siglo XI del Monasterio de Néa Moní, Quíos



Vista del Monasterio de Studion  en una miniatura bizantina del siglo XI que representa también la Propóntide.


No habría sido nada difícil permanecer callada siendo mujer pero Kassia tenía tan clara la necesidad de defender las imágenes como símbolos de realidades espirituales, como de apoyar a quienes lo defendían y mantener su libertad y cultura. 
Poca, o ninguna, gracia debía hacerle hallarse entre las aspirantes a contraer matrimonio imperial pues fué precisamente su postura iconódula, frente a los iconoclastas, a cuya cabeza se hallaba el emperador, lo que le había valido el exilio y la humillación ya en la adolescencia. Ahora aguardaba, junto a otras doncellas del Imperio, a que Teófilo eligiera  a su futura esposa.

Probablemente fuera la belleza la baza que se jugaba en la convocatoria, pero la impertinencia del comentario del basileus sobre que la mujer constituía el origen de todos los males desde Eva, hizo saltar como un resorte a aquella cortesana culta atribuyéndosele la frase: Antes que al hombre más grande del mundo, prefiero a la mujer más grande que ha nacido, ante lo que Teófilo, que pareció no entender que se refería a la Virgen María, eligió, frente a la ingeniosa y preparada Kassia,  a la bella Teodosia.

Resultó que la Kassia era demasiado inteligente para llegar a ser emperatriz de Bizancio.





Teófilo según la Crónica de Juan Skylitzes                            




Teófilo gozaba de las influencias culturales que irradiaba la corte califal de Bagdad con quien mantenía excelentes relaciones. En la imagen, miniatura en la que el Califa al-Mamun envía un emisario a emperador bizantino Teófilo.


Tras los años de vida cortesana y su enfrentamiento abierto con Teófilo,  en el año 843, Kassia decidió abandonar la corte retirándose a vivir a un convento que ella misma fundó en el barrio de Xerolophos, en el que permaneció como abadesa, dedicando su vida a la oración y a la composición, hasta su muerte en 867. Teófilo, no obstante, realizaba visitas inesperadas a este lugar.

Entre sus muros la monja escribía poemas litúrgicos que ella dotaba de música, siendo la primera compositora  bizantina de la que existe constancia.

Mujeres fueron las principales intérpretes y también las dedicatarias de sus piezas, contando junto a su magnífico y original himno a María Magdalena, Santa Eudoxia la Samaritana, Santa María Egipciaca y  Santa Natalia,  y a las mártires Bárbara,  Ágata, Cristina y Tecla. 





Existe una enorme diferencia con respecto a los himnógrafos contemporáneos, a la hora de tratar los textos y las músicas.  Una de sus muchas originalidades es el tropario o himno a María Magdalena, el único que tenemos constancia de que se haya escrito en su honor, que, aún hoy, es muy popular en Grecia pues forma parte de la liturgia de Semana Santa, cantándose la mañana del Miércoles Santo; y cuya melodía ha ido variando con el paso de los años.

Fue compuesto, como otras de sus obras, para su interpretación por las monjas de su monasterio. Su registro vocal es bastante amplio para la época, de una duodécima, con una cadencia final hacia un modo una cuarta superior, remarcada por el bordón. La música, en este caso, interpreta el texto dibujando ondas cuando se canta la palabra mar, dibujando líneas ascendentes para ilustrar el cielo e incluyendo una cadencia final extraordinaria que parece un quejido, un  grito de auxilio, pidiendo a Jesús que no la abandone.

Su extensa obra musical, que durante años otros autores se atribuyeron, consta de 50 obras litúrgicas, de los cuales 30 se siguen usando en la liturgia ortodoxa oriental y 23 son suyas sin duda alguna.

Además de piezas musicales religiosas, Kassia escribió también 261 piezas literarias, algunas de ellas de carácter profano, entre las que se cuentan poemas, epigramas y sentencias morales. A la hora de tratar las músicas, gusta de contextos sonoros arcaicos (modos protus y tetrardus).


En el siglo XX Kassia fue canonizada dentro de la ortodoxia oriental bajo el nombre griego moderno de Kassiane; su fiesta se celebra el 7 de septiembre.





A pesar de los intentos de apropiación y desautorización de su obra durante la Edad Media, su memoria no sólo no se perdió sino que llegó a ser representada (es el único caso conocido en que esto ocurra con una mujer) presidiendo la portada de un libro litúrgico o triodion editado en 1601 en Venecia.

Su obra es tan espectacular como los mosaicos bizantinos.








Algunas fuentes:

Blanca Aller Nalda; 2009: Creadoras de música. Instituto de la Mujer

Josemi Lorenzo;2009: Reseña para la Quinta de Malher.
 http://www.laquintademahler.com/shop/detalle.aspx?id=40265


Consuelo Escribano Velasco 

Publicado por Silvia S.A.

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