Entrevista a quien fuera Presidente de Cidalc de 1989 a 1995
Fray Aidan Flannan Hynes OP
Luego de sus primeros 10 años de sacerdocio, que agradece haberlos pasado en su país, partió en busca del sueño que lo motivó a ingresar a la Orden. Su primer destino fue un inhóspito lugar de Argentina, donde la tierra y la religiosidad destilaban esterilidad pero donde reconoce haber sido muy feliz. Pocos años después, en avión, en autobús y hasta en canoa, visitó más de 26 países en los que se dedicó a cumplir una misión especial que sintetiza en “ser amigo del Maestro y ser amigo de los Provinciales y Vicarios”.
Le tocó ser Provincial en su país de origen, Irlanda, en los años del Vaticano II y tuvo como desafío principal poner a la Provincia a tono con los cambios que se suscitaban en la Iglesia y que derivaron en la salida de la Orden de varios de sus frailes, a quienes supo escuchar y acompañar.
Flannan Hynes, a sus 85 años de edad, instalado en Montevideo, Uruguay, dedicó casi dos horas a Cidalc para hacer memoria de su vida y de sus diferentes servicios en la Orden donde, desafiando sus propios pronósticos, fue superior en varias comunidades, Provincial por dos períodos de la Provincia de Irlanda y durante 6 años Socio de dos Maestros de la Orden: Damián Byrne, compañero de sus primeras andanzas como misionero, y Timothy Radcliffe.
– Empecemos por su niñez…
– Nací hace 85 en Dublín, Irlanda, en una familia de 5 hermanos. Mi hermana mayor fue religiosa, y falleció hace pocos años, luego llegué yo, los terceros fueron mellizos (mi hermano fue fraile dominico también y murió joven, en el 83, mientras que su melliza es viuda y vive en Irlanda del Norte), el menor de la familia vive en Australia.
Mi papá tenía un pub y murió cuando éramos aún niños. Primero fui educado en un colegio de jesuitas, Belvedere, ahora muy famoso por ser el colegio de James Joyce, porque mi tío era maestro allí y los tres últimos años los hice en un colegio de los dominicos.
.– ¿Qué lo motivó a ingresar a la Orden?
– Cuando tenía 18 años, me cautivaba lo que me hablaban de la misión de los dominicos en Trinidad y Tobago, del Caribe, de la música del lugar… Mi madre volvió a casarse y su esposo fue muy bueno, nos educó a todos. Cuando les dije que quería ser dominico me apoyaron totalmente.
Sin embargo, me costaron mucho los estudios, de filosofía no entendía nada (en verdad los primeros profesores tampoco ayudaban mucho) y cuando llegamos a la teología, a la parte especulativa, me costó comprender para qué me iba a servir.
Durante los 7 años que duraba la formación no teníamos contacto con otros, no salíamos, no teníamos vacaciones para estar con la familia, los familiares nos visitaban de vez en cuando. Por eso, al ordenarme sacerdote (cuando quedaba un año para terminar los estudios) sentí un cambio muy grande, suponía saber comportarse como sacerdote en lo pastoral, aprender a relacionarse con la mujer naturalmente, ya que antes no teníamos contacto. Gracias a Dios la formación en mi familia me ayudó mucho.
Fui ordenado sacerdote en Irlanda y mis primeros 10 años de sacerdocio los viví en mi tierra. Agradezco a Dios haber tenido 10 años de sacerdote en mi país, en mi cultura, eso es muy importante.
-¿ Cómo nace la inquietud de salir de los límites de Irlanda?
– Por el año 1965, Juan XXIII estaba pidiendo ayuda para América Latina y en ese momento teníamos casas en la India (recién fundada), Irán, Trinidad y Tobago, Roma, y Lisboa y algunos frailes en Australia y Nueva Zelanda.
Había un Obispo dominico en el noroeste Catamarca (Argentina), Pedro Torres Farías, que pidió ayuda en Roma y había escuchado que los irlandeses hablaban bien de América. El necesitaba sacerdotes y nos mandaron a 4 dominicos de Irlanda. Yo tenía 35 años , alguno era más joven, y en ese grupo estaba Damián Byrne, quien terminó siendo Maestro de la Orden.
– ¿Con qué realidad se encontraron?
– Llegamos a La Paz, Catamarca, un lugar muy inhóspito, donde no había pasto, era medio desértico, con agua salada, fue muy difícil desde el punto de vista físico. Nos dieron una Parroquia. La gente no tenía ninguna religiosidad, no eran catamarqueños sino obreros que llegaban allí. No había carreteras y luz eléctrica sólo dos horas en la mañana y dos en la tarde. Pero pese a todo eso, pasamos muy bien, éramos felices y nadie se enfermó. Seguimos en este lugar, que fue mejorando, por 20 años. Yo estuve 4 años y Damián se fue a Paraná, Entre Ríos, invitado por el Arzobispo que lo condujo a ir a trabajar a un barrio muy pobre, como superior a esa misión.
-¿Cómo llega a ser provincial estando en América Latina ?
– Yo estuve nada más que 4 años en Catamarca y fui elegido vicario y eso me daba derecho a ir al Capítulo Provincial de Irlanda y …no volví más porque me eligieron provincial.
Fui dos veces provincial, por 8 años, desde el 69 al 77 y en ese tiempo no perdí mi contacto con Argentina, mientras visitaba la India , Iran, Trinidad y Tobago, Roma, Lisboa, Australia y Nueva Zelanda y participé en el Capítulo General.
– ¿Cuáles eran los desafíos en ese tiempo para la Orden y los frailes?
– Luego del Vaticano II, el desafío más importante fue poner a la Orden y sus Constituciones a tono con el Vaticano II.
En la Provincia lo hicimos con mucho entusiasmo pese a que había ciertas resistencias a los cambios. Había tres grupos entre los frailes: el grupo de abuelos, quienes aceptaron los cambios sin problemas, igual que los jóvenes, pero el grupo de 50 y 60 años fueron los que pusieron más resistencia.
Yo tomé como algo de misión personal acompañar a los que querían salir de la Orden en ese tiempo, escucharlos, acompañarlos. Creía que había que tratar con cariño y respeto a esos frailes que dejaron, se trató de ayudarlos y acompañarlos. Y fue tan así, que en el funeral de mi mamá me acompañaron 6 de esos sacerdotes. Igual fue un tiempo lindo en la Iglesia, de fervor, entusiasmo, de cambio, de más sinceridad, de más vida comunitaria. En esa época la Provincia contaba con 420 frailes. En Trinidad y Tobago teníamos 63. Damián Byrne fue vicario en Trinidad y desde allí fue nombrado provincial de México.
– ¿Y después de los 8 años como Provincial?
– En los 8 años de Provincial visité varias veces Argentina. Luego tuve un año sabático, me fui a Estados Unidos a la universidad de Yale, a la facultad de Divinidad, y viví en una comunidad de dominicos en el mismo campus. Me hice muy amigo de un psicólogo protestante y su esposa, unas personas muy interesantes.
Yo estaba totalmente agotado, así que fue muy bueno estar en un convento sin responsabilidades, tranquilo, en otro mundo, en un lugar hermoso, en una comunidad muy buena. Fue una experiencia , además, la de interactuar con otra gente no católica.
Después, en el 78, de ahí volví a Argentina, a Catamarca, donde fui Vicario, un tiempo muy lindo. Y luego fui a Paraná por 11 años, a un barrio muy pobre, en un costado de la ciudad.
– ¿ Y cómo llega a ser el Socio del Maestro ?
– Once años más tarde, en el 89, fui a la Asamblea de Cidalc en Lima y se presentaron tres nombres para ser socio del Maestro, que era Damián, mi compañero de misión. Fui nombrado Socio en el mes de abril y entonces me fui a Santa Sabina.
– ¿Cuál fue la impronta de su servicio como Socio del Maestro?
– En esa época visité 26 países y mi programa fue hacer dos viajes, uno de 4 meses y otro de 3 meses, luego volver a Santa Sabina para el Consejo ampliado (en mayo y noviembre) y después viajar de nuevo. Cuando viajaba, llegaba y visitaba los lugares por un buen tiempo. Lo interesante de las visitas es que, según las Constituciones, como socios no tenemos ninguna potestad, se trata de visitar, saludar, conocer, escuchar, compartir, pero no se dan instrucciones. Un amigo definió que ser socio es ser amigo del Maestro y ser amigo de los Provinciales y Vicarios.
Si un provincial quiere hablar, uno con la experiencia puede acompañar. Acá, en América Latina, los frailes ya me conocían .
En Centroamérica trataba de estar presente en todos los lugares. Los frailes de España en el Perú, tienen su misión en la Amazonia y fui dos veces en avioneta y en canoa a cada puesto de misión. Ahí había frailes que estaban solos, y ellos merecían una visita como un convento grande. Ellos se comunicaban con Lima por radio, una vez al día, una hora. Si se necesitaba algo, Lima lo mandaba a Cusco, de ahí a Puerto Maldonado y de ahí por río a la misión. Había un fraile en Lima que recepcionaba todos los pedidos.
Fui socio durante 3 años con Damián y luego fue elegido Timothy Radcliffe. Asistí a ese Capitulo como oyente porque los socios no tienen poder de voto. El día de la elección fuimos a la ciudad de México y pasamos el día de tour para no tener nada que ver con la elección. Tras ser elegido, Timothy me pidió que me quedara 3 años más. El Maestro nuevo siempre mantiene a tres o cuatro del consejo anterior con experiencia.
Debo admitir que el primer día me asusté muchísimo con la comunidad de Santa Sabina, con ese edificio, con esos frailes de 16 nacionalidades distintas que nos comunicábamos como podíamos, pero después me encontré con una comunidad muy, pero muy buena. Cuando volvía cansado del viaje todos preguntaban cómo me había ido, interesados. Cuando terminé mis 6 años de socio, luego de ayudar un poco en la secretaría, volví a Irlanda.
– ¿Con qué Irlanda se encontró?
– Yo en ese momento no notaba mucha diferencia con la Irlanda que había dejado.
Pero ahora la Irlanda que yo conocí ya no existe, principalmente en la cuestión religiosa. Los cambios que demandaron muchos años en Francia y Alemania, en Irlanda llegó en apenas pocos años. No solamente un abandono total de la fe sino una actitud bastante violenta en contra de la Iglesia
– ¿ El problema de la pedofilia tuvo que ver con este cambio de actitud?
Si, pero no fue la única razón. Sobre este tema, en ese tiempo, Damián era el secretario de la Conferencia de Religiosos y la provincia tenía un fraile que dirigía un centro de ayuda psicológica quien le comentó que había detectado varios casos y que una “bomba” iba a explotar. Todos negaban la situación y Damián visitó Obispo por Obispo para hablar del tema y en eso murió. Costó mucho a la Iglesia responder al desafío de la pedofilia y a la crítica que aparecía continuamente en los medios de comunicación.
Los cambios se deben primero a la prosperidad, al boom económico, todo el mundo se volcó al consumismo y el consumismo los consumió y se olvidaron de Dios. Luego hubo una fuerte recesión que tampoco ayudó. Mi Irlanda ya no está.
– ¿En qué circunstancias volvió a América ?
Hablé con el Provincial. Del nuestro Vicariato en Argentina fui tres veces vicario y tres veces Provincial, entonces, consideré que los frailes merecían un descanso de mi. Conocí el Vicariato de Aragón durante mis visitas en Buenos Aires siendo provincial de Irlanda. Entonces pedí al Provincial si podía prestarme al Vicariato de Aragón y así fue que llegué a Uruguay en el año 96. Estuve 7 años en la Parroquia Santísima Trinidad de Camino Maldonado con Santiago (Fernández), que fue una experiencia muy, muy linda, donde hicimos un trabajo lindísimo con las comunidades eclesiales de base y el estudio de la Biblia. Después se formó una comunidad de formación en Paraguay y me pidieron ser el abuelo de la comunidad. Allí estuve 8 años y volví en 2011 a Maldonado primero y luego a Santísima Trinidad (Montevideo) para acompañar a Martín (Hunter) , a Fernando (Solá) y a Felipe (Lugen).
– ¿Qué tienen de diferente Paraguay y Uruguay?
Paraguay es el país más piadoso y reconocido como el más corrupto! de América Latina. Me sentí muy bien con los jóvenes, yo era superior de la comunidad en Asunción. Había vocaciones en ese tiempo. Pero allí también están cambiando la sociedad y la cultura con el consumismo, los problemas familiares, el acceso y uso desmedido de internet.. ¿Cómo pueden comprometerse a la vida religiosa en una sociedad en la que nada dura o nada es para siempre? Y, en el marco de estos cambios, se detuvieron las vocaciones.
En Uruguay estoy bien. Cuando uno ingresa a una comunidad donde se siente acogido, donde lloramos y nos alegramos juntos es muy bueno .
Yo he hecho mi vida aquí y no sé en qué podría contribuir en Irlanda a mi edad. Acá me conocen todos, puedo ayudar. Aunque, me gustaría volver a Maldonado con Santiago, pero somos pocos y eso lo impide. En pocos meses tuvimos muchas pérdidas. De 25 frailes, en pocos años, pasamos a ser 17.
Luego que sufrimos la pérdida de Jorge Franco y Gabriel Nápole el Provincial, Fr. Martín Gelabert, no pudo venir a nuestra Asamblea y vino a acompañarnos su Socio que vivía antes Argentina, y nos conocía, Fr. Emilio Barcelón, y nos predicó un retiro que nos ayudó mucho porque estábamos muy deprimidos.
– ¿Considera importante el rol de CIDALC?
– Muy importante. Ha sido un modelo para África y Asia Pacífico. En su momento, el socio de Africa me pregunto como hacíamos, consultó los estatutos, lo mismo el socio de Asia Pacífico. Es muy importante el rol de Cidalc para mantenernos unidos. Y además , esa unión no se da solamente a nivel de superiores sino en todas las zonas y a través de las actividades desarrolladas por los promotores, que van uniendo. Es importante que cada provincia salga de su mundo y conozca lo que está pasando en otra Provincia de la Orden. Los frailes abren un poco su casa y no se quedan encerrados en su pequeño mundo.
Entrevista de Adriana Por
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