SOBRE LAS PREDICCIONES DE LOS DEMONIOS
de San Agustín de Hipona
Se ha de saber que la naturaleza de los demonios es tal que por los sentidos de su cuerpo aéreo fácilmente son superiores a los sentidos de los cuerpos terrenos; también en velocidad, a causa de la superior agilidad de su cuerpo aéreo, superan de lejos, no solo la carrera de cualquier hombre o animal, sino también el vuelo de las aves.50
Dotados con estas dos cualidades propias de su cuerpo aéreo, o sea, la agudeza de los sentidos y la rapidez de movimiento, prenuncian o anuncian muchos hechos que conocen antes, los cuales maravillan a los hombres por la limitación de sus sentidos terrenos.
En los demonios se une además, por el tan largo tiempo en el cual se desarrolla su vida, una experiencia del mundo muy superior a la que pueden adquirir los hombres por la brevedad de su vida.
Gracias a estos poderes que surgen de la naturaleza de un cuerpo aéreo, los demonios no sólo predicen muchos hechos futuros, sino que también hacen muchas maravillas. Puesto que los hombres no pueden decirlas ni hacerlas, algunos, incitados sobre todo por el vicio de la curiosidad, por deseo de una falsa felicidad terrena y una superioridad efímera, consideran a los demonios dignos de que se les sirva y que se les ofrezca honores divinos.
El demonio no es más digno que el hombre.
Pero aquéllos que se liberan de tales deseos, ni se dejan engañar ni capturar por ellas, sino que buscan y aman lo que siempre es inmutable y de cuya participación son felices. Ante todo consideran que los demonios no deben ser puestos por encima de ellos por el hecho que prevalecen por la agudeza de sus sentidos de cuerpo aéreo, o sea de un elemento más ligero.
Porque no consideran que ni respecto a sus cuerpos terrenos sean superiores los animales, que presienten más agudamente muchas cosas, como el perro sagaz, porque con afinadísimo olfato encuentra un animal escondido, guiando al hombre para capturarlo, no por una inteligencia superior del alma, sino por un sentido corporal más agudo; o el buitre, porque se arroja desde una distancia insospechada sobre un cadáver abandonado; ni el águila, porque volando alto, se dice que distingue desde tal altura un pez nadando bajo las olas y arrojándose con violencia sobre las aguas lo atrapa sacando patas y uñas; ni a muchos otros géneros de animales, que vagan pastando entre hierbas nocivas para su salud, y no tocan las que les dañan; mientras que el hombre apenas ha aprendido por experiencia a evitarlas y teme muchas inocuas que desconoce.
De aquí es fácil conjeturar cuánto más agudos pueden ser los sentidos en los cuerpos aéreos. Sin embargo no por esto un hombre prudente consideraría que los demonios, que están dotados de ello, sean superiores a los hombres buenos.
Lo mismo diría sobre la rapidez de sus cuerpos, pues por esa ventaja los hombres son superados no solo por las aves, sino también por muchos cuadrúpedos, tanto que en comparación con ellos serían considerados de plomo. Pero no por esto ellos piensan que estas especies de animales se deben poner por encima de ellos, a las cuales capturan, domestican y ponen al servicio y provecho de su propia voluntad, dominándolas, no con la fuerza del cuerpo, sino de la razón.
Los cristianos deben despreciar esas capacidades demoniacas.
A aquella tercera capacidad de los demonios, por la cual han aprendido con su larga experiencia del mundo a cómo conocer antes y predecir muchas cosas, de tal modo la desprecian quienes se preocupan atentamente por separarlas de la verdad de la auténtica luz, que los jóvenes honestos no consideran que los aventajen los viejos malvados, expertos en muchas cosas, y por ello aparentemente más sabios; ni piensan que los médicos, marineros, agricultores, que se hunden en las malvadas costumbres de su depravada voluntad, deban aventajarles por el hecho que predigan tantas cosas sobre las enfermedades, sobre las tempestades, sobre toda clase de árboles y sus frutos, que para el inexperto en estas cosas parecen adivinar.
Respecto al hecho que los demonios no sólo predicen algunos hechos futuros sino que incluso obran maravillas, sin duda gracias a la superioridad de su cuerpo: ¿por qué no ha de ser despreciada por los prudentes, siendo que muchos hombres inicuos y corruptos de tal modo ejercitan sus cuerpos y son capaces de tantas cosas en diversas artes que quienes las desconocen y nunca las han visto apenas las creen cuando se les relata? ¿Cuántas cosas dignas de admirar han hecho los equilibristas y los artistas del teatro, cuántas los artesanos y sobre todo los ingenieros? ¿Acaso por eso son mejores que los hombres buenos y dotados de santa piedad?
He mencionado estas cosas para que quien las considere sin obstinación y sin estéril espíritu de contradicción piense al mismo tiempo que si algunos hombres pueden hacer maravillas de una subyacente materia básica: o de su propio cuerpo o de la tierra y del agua, de diferentes piedras, maderas y metales, de modo que quienes no lo pueden, a menudo maravillados, en comparación consigo mismos les llaman "divinos", aunque algunos de ellos son más capaces en las artes y algunos de estos mejores en su conducta: ¿cuántas cosas más grandes y sorprendentes pueden los demonios gracias a la capacidad y la agilidad de un cuerpo ligerísimo, o sea aéreo, siendo sin embargo espíritus inmundos y perversos por la maldad de su voluntad y sobre todo por la altanería de la soberbia y la malicia de la envidia?
Ahora es largo de demostrar cuánto puede un elemento del aire, cómo sus cuerpos prevalecen para que muchas cosas visibles sean edificadas, movidas, cambiadas y perturbadas invisiblemente; y pienso que incluso al que reflexione brevemente se le ocurre fácilmente.
EXPLICACIÓN DE LAS PREDICCIONES DE LOS DEMONIOS
Estando así las cosas, en primer lugar se ha de saber, ya que se pregunta sobre la adivinación de los demonios, que la mayoría de veces ellos predicen las cosas que ellos mismos van a realizar. En verdad frecuentemente asumen el poder de provocar enfermedades, y de volver malsano el aire viciándolo, de incitar a los perversos y amantes de ventajas terrenas a acciones malvadas, de cuyas costumbres traen la certeza que aquéllos consentirán cuando les inciten a tales acciones. En efecto persuaden de modo asombroso e invisible gracias a la ligereza de sus cuerpos, penetrando los cuerpos de los hombres sin que lo sepan y mezclándose en sus pensamientos a través de visiones fantásticas, sea despiertos o dormidos.
Pero a veces predicen por adelantado no lo que ellos mismos hacen, sino eventos futuros que conocen de antemano por signos naturales, signos que los sentidos de los hombres no pueden percibir. En verdad no porque el médico pronostique algo que no prevé quien ignora su arte, por eso ya se le debe considerar divino. ¿Por qué asombrarse entonces, si así como aquél en base a la temperatura trastornada o modificada del cuerpo humano pronostica buena o mala salud futura, del mismo modo el demonio por el estado y disposición atmosférica, para ellos conocida, para nosotros ignota, predice tempestades futuras?
A veces con toda facilidad conocen a fondo los proyectos de los hombres, no sólo aquellos declarados verbalmente, sino incluso aquellos concebidos en la mente, ya que algunos signos en el cuerpo son expresión del alma,95 y de ahí también predicen muchos eventos futuros, que evidentemente asombran a quienes no conocen tales procesos.
Pues así como una emoción más intensa aparece en el rostro, de modo que incluso por los hombres se reconoce en el exterior algo que se agita interiormente, del mismo modo no debe ser increíble si incluso los pensamientos más sosegados dan algunos signos a través del cuerpo, que no pueden ser reconocidos por los sentidos embotados de los hombres, pero lo son por el sentido agudo de los demonios.
Los demonios a veces repiten los oráculos divinos
Pues bien, con tal capacidad los demonios predicen muchas cosas futuras, pero muy distante de ellos está la grandeza de aquella profecía que Dios realiza por medio de sus santos ángeles y profetas. Pues si éstos predicen algo acerca del plan de Dios, para predecir escuchan; y ya que predicen lo que han escuchado de ahí, no engañan ni son engañados, pues son absolutamente verdaderos los oráculos de ángeles y profetas.
Pero se considera indigno que los demonios escuchen y predigan algo de tales cosas, como si fuese algo indigno que se diga que por ello se revela a los hombres lo que no es callado solo por los buenos, sino incluso por los malvados: pues también entre los hombres se observa que las enseñanzas de vida buena son igualmente celebradas por los justos y por los malvados; y no obstaculiza sino que es útil para un mejor conocimiento y difusión de la verdad, cuando dicen lo que sabían de ella aquéllos que la contradicen con sus perversas costumbres.
Los demonios se equivocan y engañan
En sus otras predicciones los demonios la mayoría de veces se equivocan y engañan. Y sin duda se equivocan porque mientras predicen sus propios proyectos, de improviso se ordena desde lo alto algo que trastorna todos sus planes. Es como si algunos hombres, sometidos a otros, decidan algo, pensando que sus superiores no lo prohibirán, y prometen hacerlo; sin embargo aquéllos que disponen de una autoridad más grande, en virtud de otra decisión superior, de repente prohíben todo lo proyectado y premeditado.
También se equivocan cuando predicen por causas naturales, como los médicos, los navegantes y los agricultores, pero ellos de una forma mucho más aguda y superior gracias a los sentidos más sagaces y diestros de un cuerpo aéreo; porque también estos, de modo inesperado e imprevisto son modificados por los ángeles, que piadosamente sirven al Dios altísimo, según otro designio desconocido para los demonios.
Es como si a un enfermo, al cual el médico había prometido que iba a sanar, sobre la base de anteriores síntomas auténticos de sanación, le llegase algo de fuera por lo cual muere; o como si algunos marineros, sobre la base de una previsión atmosférica, hubiesen predicho que habría soplado largo tiempo aquel viento al cual Cristo nuestro Señor, mientras navegaba con los discípulos, mandó calmarse, "y se hizo una gran bonanza";121 o si un agricultor, conociendo bien la naturaleza de la tierra y la cantidad de brotes, asegure que ese año la viña dará fruto, pero ese año una imprevista inclemencia del tiempo la seque, o una orden superior la arranque: así muchas cosas referidas a la presciencia y la predicción de los demonios, cuyo futuro se prevé a través de causas menores o más ordinarias, son modificadas, obstaculizadas por causas más grandes y ocultas.
Pero éstos engañan incluso por el gusto de engañar, y con pérfida voluntad, porque se alegran del error de los hombres. Pero para no perder el peso de su autoridad sobre sus seguidores, tratan que se atribuya la culpa a sus intérpretes y a los que adivinan sus señales, cuando se equivocan o mienten.
Edición del texto latino, traducción al castellano, introducción y notas de Pedro E. León Mescua
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