La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre" (GS 22, 2), él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS 22, 5). Él llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1 P 2, 21). Él quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (Cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (Cf. Lc 2, 35):
Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (Sta. Rosa de Lima, vida)"
(Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) 618).
(Imagen: Lienzo de Cristóbal de Villalpando en el retablo de Santa Rosa de Lima, ca. 1702. Parroquia de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, Azcapotzalco, Ciudad de México).
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