Las raíces. El Romanticismo fue un fenómeno artístico que se diseminó por Europa en los
siglos dieciocho y diecinueve. Afectó diferentes países en diferentes momentos e incluso
influenció América a través de Inglaterra. El Romanticismo en la literatura y en otras formas
de arte fue una reacción a las formas de arte que eran percibidas como frías, estructuradas,
escolásticas y “neo-clásicas” del siglo dieciocho. Nosotros, en el mundo anglo parlante,
estamos más al tanto del Romanticismo de escritores Ingleses como Wordsworth, Coleridge,
Shelley y Keats. La literatura romántica se caracteriza por la exaltación del individuo y de sus
sentimientos (opuestos a su razón); la experimentación de nuevas formas literarias; una
fascinación con la naturaleza; el uso de formas de expresión más comunes y menos elitistas; y
una obsesión con lo raro, lo sobrenatural y lo demoníaco.
Fuertes rastros de Romanticismo sobreviven en la cultura moderna, y se manifiestan
marcadamente – en su forma religiosa – en partes del liberalismo Protestante; sobreviven hoy
en el ala conservadora del Protestantismo, incluyendo el Pentecostalismo, el
Fundamentalismo y el Evangelicalismo.
LAS SIMILITUDES
El Cristianismo moderno se parece al Romanticismo en un grado muy notorio. Es un
movimiento caracterizado mayormente por un énfasis en el individualismo y en el sentimiento
y una reacción contra la razón y lo que se percibe como un frío racionalismo. Como el
Romanticismo Europeo desconfía del elitismo y apela de manera intencional a la persona
común. En muchos casos está marcado por un interés excesivo en las señales sobrenaturales,
maravillas, visiones y un subjetivo “liderazgo del Espíritu” – poseyendo así una similitud
“desinfectada” con la obsesión romántica con lo sobrenatural y lo extraño.
El enamoramiento con lo juvenil. Sin embargo, una característica del Romanticismo
relacionada con este ensayo es su enamoramiento con lo juvenil o la idea de la vida primitiva.
Los románticos generalmente creían que la edad era echada a perder por parte de instituciones
humanas, y que si tan solo utilizamos la mente y los recursos de los niños podríamos restaurar
a la vida lo que significa realmente ser humano. Los románticos parecían pasar por alto la
ignorancia de la juventud y acentuaban más bien su inocencia.
Del mismo modo, los conservadores consistentemente están mirando hacia atrás, llenos de
nostalgia y ansias, hacia su vida Cristiana en sus primeras etapas. A menudo están
convencidos que el período de mayor gozo en su vida Cristiana fue inmediatamente después
de su conversión. Debido a que creen que no poseen en el presente el gozo que una vez
poseyeron, están convencidos de que han perdido algún elemento de espiritualidad durante el
período intermedio. Los predicadores conservadores exhortan a sus oyentes a “regresar” a
donde una vez estuvieron espiritualmente. Definido como una restauración del gozo, del
entusiasmo y la dedicación de la vida Cristiana en sus inicios, el avivamiento es un tema
común de la predicación conservadora. Aquellos recién convertidos son presentados como
ejemplos para los santos de mayor edad y más maduros, quienes de alguna manera se han
vuelto más fríos y cuyo entusiasmo no está bastante a la altura del que ha sido recientemente salvado. Este elemento romántico se manifiesta además en el tema de regreso a lo básico que
tanto prevalece hoy (“Las cosas se están poniendo demasiado complejas en nuestras iglesias;
solo necesitamos regresar al ABC”).
La adoración de la inmadurez. El problema aquí no se halla en el llamado del predicador
llamando al pueblo de Dios a arrepentirse de su pecado; la Biblia está llena de ejemplos de
esa práctica. Más bien, el problema con el romanticismo conservador, es que la restauración
espiritual está ligada muy íntimamente a la vida Cristiana en sus inicios, esto es, con el
tiempo de la inmadurez espiritual. Sin embargo, la exhortación o el deseo de un retorno a la
juventud espiritual y al “ABC” de la vida Cristiana son directamente antitéticos con el
mensaje Bíblico. De hecho, Pablo reprendió a los Corintios por su inmadurez espiritual; de
igual manera, el escritor de la epístola a los Hebreos reprendió a aquellos creyentes habían
fallado, después de tanto tiempo en la Vida Cristiana, en no manifestar las señales de la vida
espiritual adulta. En el conservatismo moderno la juventud espiritual es vista de manera
romántica; en la Escritura, es motivo de lamento, especialmente cuando la edad física de los
Cristianos supera en mucho su crecimiento espiritual.
Una visión defectuosa de la vida Cristiana. Estoy convencido que los conservadores están tan
embelesados con la juventud espiritual debido a que tienen una visión defectuosa de la vida
Cristiana. Para muchos de ellos, por lo menos, la vida Cristiana es un ciclo que consiste de
obediencia, recaída, avivamiento espiritual, obediencia, y así sucesivamente. Necesitan un
buen “avivamiento” cada cierto tiempo (y recuérdese que el avivamiento es igualado con los
períodos tempranos de su vida Cristiana) y cuando experimentan un “avivamiento,” estarán
afirmados – al menos hasta que necesiten otro “avivamiento” del tipo que dice “déjenme ir de
regreso a ese entusiasmo infantil.”
Pero si solo entendieran que el crecimiento espiritual, en lugar del “avivamiento,” es el
caminar normal Cristiano y el medio para la santificación, rechazarían rápidamente la llorona
obsesión por su niñez espiritual.
Desventajas de la inmadurez. Para Pablo, la juventud espiritual está cargada de riesgos,
ignorancia, actitudes divisionistas, orgullo y envidia (I Cor. 3). Es un estado de vida quizás
inevitable para aquellos recién convertidos, pero censurable para aquellos que han sido salvos
por un período significativo de tiempo. Indudablemente, lo que hace la inmadurez espiritual
tan atractiva para los conservadores modernos es la euforia y el entusiasmo que la
acompañan. Cuando los adultos son convertidos frecuentemente experimentan gozo debido a
su conciencia de la emancipación de la esclavitud al pecado y debido a su tremendo sentido
de éxtasis con su nueva relación con el Señor Jesucristo. Sin embargo, contrario a la opinión
conservadora, este entusiasmo, aún con lo apropiado que es, no es un indicativo de
espiritualidad. Presumiblemente, en la raíz lo que muchos de los Cristianos de mente
romántica están buscando en realidad en el regreso a la juventud espiritual son los buenos
sentimientos que acompañan al período que sigue inmediatamente después de la conversión
(puede recordarse que la intensidad del sentimiento era otra característica importante del
Romanticismo).
Igual que en una relación matrimonial sincera y prolongada, el amor entre los cónyuges
consiste menos de los sentimientos eufóricos asociados con las citas y el período de noviazgo
y más con la seguridad del compromiso y la confianza quieta de la compañía, de ese modo la
espiritualidad de la vida Cristiana debiera medirse no en términos de los intensos sentimientos sino en el compromiso seguro para con Cristo evidenciado por la obediencia a su palabra (2
Juan 6).
Impaciencia. No obstante, ocurre también que los conservadores modernos, como la mayoría
de los Occidentales modernos, no están exactamente encantados con la paciencia que se
requiere para el crecimiento quieto y progresivo. Quieren los buenos sentimientos, y quieren
esos sentimientos ahora. Ellos “perdieron ese sentimiento tan cariñoso,” y deben recobrar el
entusiasmo (o la actitud llorona) asociado en sus mentes con su vida inmediata después de la
conversión.
Sin embargo, si la vida Cristiana se entiende como un período de santificación paciente y
progresiva, la restauración de la inmadurez espiritual no es meramente indeseable sino
también un retroceso, i.e., ir espiritualmente en la dirección equivocada. Cuando los creyentes
“se alejan de Dios,” necesitan crecimiento espiritual, no lo contrario, que es la inmadurez
espiritual. Necesitan reconocer los requerimientos de la palabra de Dios y acatar esos
requerimientos. No necesitan el entusiasmo y el hormigueo asociado con la inmadurez
espiritual.
El culto a la juventud. Igual que una característica del Romanticismo era la creencia de que la
juventud era un período de sinceridad en el que la visión clara – no enturbiada por los
prejuicios adultos – es el ideal, así los románticos Cristianos creen que de alguna forma
aquellos recién convertidos poseen una sinceridad pura en devoción necesariamente
erosionada por el tiempo en los creyentes más maduros. Sin embargo, si la Biblia es
verdadera, eso simplemente no puede ser. En aquellos que son verdaderamente salvos Cristo
opera de manera inevitable (Fil. 1:6). Dado que los románticos Cristianos a menudo no
reconocen la doctrina de la santificación progresiva, deben apelar al “avivamiento” de la
espiritualidad.
El evangelismo romántico. Además, no debiera dejar de mencionar que el romanticismo
Cristiano está a menudo asociado con visiones defectuosas del evangelismo. En iglesias en las
que la operación de convicción del Espíritu Santo es evitada, favoreciendo en su lugar las
técnicas de manipulación de las emociones y la voluntad humana, podemos naturalmente
esperar falsas conversiones, y entre los no creyentes – aún así convencidos de su conversión –
no puede haber genuino crecimiento espiritual; por tanto, a menudo son urgidos a recuperar
de alguna forma los sentimientos, ahora dormidos, que siguieron inmediatamente después de
su supuesta experiencia de conversión. En otras palabras, el Romanticismo Cristiano es una
técnica para dar falsa seguridad a los aparentes creyentes.
Más importante aún, es un modo pernicioso que debe ser evitado firmemente.
Rev. P. Andrew Sandlin
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