Hablar de la muerte es un tema difícil de ser comprendido por el mundo. De hecho, la fantasía principal de nuestro mundo consiste en tener una visión completamente opuesta; no la visión de nuestra propia mortalidad, pero la fuerte fantasía de que somos inmortales y que podemos superar nuestras debilidades físicas. Pero la sabiduría de la tradición de la que nos habla San Benito, es que al estar concientes de nuestra debilidad física podemos también ver nuestra fragilidad espiritual. Hay una profunda conciencia de esto en cada uno de nosotros, pero es tan profunda que casi siempre la mantenemos muy enterrada, por lo que debemos hacer contacto con la fuente de la plenitud y de la vida.
La meditación es una forma pura de oración pues es sencilla. No le estamos hablando a Dios; no estamos pensando en El; no le estamos colocando una lista de problemas para resolver ni tampoco estamos dramatizando nuestra relación con El.
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