El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, acaba de nombrar a fray César Valero Bajo como Promotor General de las Monjas. Dicho hermano es miembro de la Provincia de Nuestra Señora del Santo Rosario y reemplaza a fr. Brian J. Pierce que acaba de finalizar su mandato.
PRESENTACIÓN
Me llamo César Valero Bajo, y soy fraile dominico. Mi vida comienza el verano de 1956 en un pequeño pueblo de la comarca de Tierra de Campos en la provincia de Valladolid, llamado Santervás de Campos, en España. Inicié mis primeros pasos en el aprendizaje en la escuela de mi pueblo y más tarde en el colegio de los frailes dominicos en Arcas Reales, Valladolid; completando los cursos de bachillerato en el instituto Alonso de Madrigal en la ciudad de Ávila.
¿Se fueron consolidando en esos años mis inquietudes vocacionales? Es muy probable que sí. Lo cierto es que el verano de 1973 inicié el año de noviciado en el convento de Santo Domingo, en Ocaña (Toledo), y con luces y sombras he caminado por estas sendas del seguimiento del Señor Jesús hasta este momento.
Completé mis estudios de filosofía y teología en el convento de frailes dominicos de San Pedro Mártir, en Madrid, donde con otros cinco compañeros fuimos ordenados sacerdotes el 18 de marzo de 1980. Más tarde siguieron años de estudio y especialización: de lenguas clásicas en Salamanca, de teología pastoral en Madrid; y tareas y responsabilidades para el servicio al pueblo de Dios desde el ministerio sacerdotal en la parroquia Ntra. Sra. del Rosario, en Madrid, y en el colegio donde inicié mi conocimiento de los dominicos en Valladolid. También pasé un breve período de tiempo, cuando despedíamos al siglo XX, en Hong Kong, donde los dominicos de la provincia a la que pertenezco, Ntra. Sra, del Rosario, tienen en este momento la sede provincial. Fue interesante el encuentro con aquella cultura y aquellas gentes.
Después de un tiempo animando la vida de mis hermanos dominicos en España, la obediencia me condujo a una pequeña comunidad dominicana llamada San Martín de Porres, en Móstoles (Madrid), desde la que he colaborado en la pastoral de la parroquia que allí se nos ha confiado; y también desde la que he atendido cuantas invitaciones a la predicación llegaron hasta mí. Todo ello lo he simultaneado con la dirección del Centro de Comunicación y Predicación que los dominicos de Portugal y España establecieron en 2008 en el convento San Pedro Mártir de Madrid, y con atención pastoral sanitaria en el Hospital Universitario de Móstoles (Madrid).
Por último, Fr. Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Predicadores, me ha pedido este nuevo servicio de Promotor General de las Monjas. Ahora, al escribir estas líneas en el convento de Santa Sabina, en Roma, pienso en todas las hermanas dominicas de vida contemplativa esparcidas por el ancho mundo, y no puedo menos de evocar el deseo de nuestro Padre Santo Domingo, quien “encomendó las monjas, como parte que eran de la misma Orden, a la solicitud fraterna de sus frailes”; a él le ruego nos ayude a seguir haciendo realidad esta su inquietud.
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