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NUEVO ARZOBISPO PARA CHIHUAHUA. TITULARES.

Nuevo guía espiritual

Al salir de la Catedral, el nuevo jerarca de la iglesia católica salió a saludar a los feligreses. Foto: El Heraldo de Chihuahua
Constancio Miranda Weckmann
El Heraldo de Chihuahua


Chihuahua, Chihuahua.- La Catedral fue el primer lugar que visitó el arzobispo de Chihuahua, monseñor Constancio Miranda Weckmann. Llegó puntual a las 10 de la mañana entre la multitud que lo saludó con efusividad y a quien respondió con singular alegría.

El día no pudo ser mejor, el clima fue el idóneo, la mañana lució espléndida y el motivo de la reunión en el máximo templo del catolicismo en Chihuahua, en el mismo lugar que José de Jesús Ortiz -primer obispo de Chihuahua- estuviera un 10 de septiembre de 1893, invitaba a la comunidad a detener el paso para ser partícipe de tan especial suceso.

Todo, cualquier detalle o expresión, fue historia. Todo quedó en memoria de quien tuvo la oportunidad de observar la llegada del arzobispo. Los niños tomados de la mano de sus padres. Los adolescentes ondean banderolas color amarillo y azul. Preparan la garganta para regalarle una porra a monseñor. Y parejas de abuelitos ingresan a Catedral.

Lo que aquí ocurre es inédito. Es especial, conmueve a la sociedad, los envuelve en el llanto que provoca el sentimiento de la alegría y también de la esperanza. Es una ceremonia de gratitud a la Virgen de Guadalupe y el preludio a la bienvenida de un nuevo guía espiritual.

Es el Chihuahua que vive en la zozobra de la inseguridad, es el Chihuahua que ve en la llegada de un nuevo arzobispo la esperanza de que la paz pronto llegue a los hogares, el que ora porque la tranquilidad vuelva a casa.

El de los niños que claman en la plaza de Armas "queremos paz, no violencia, queremos paz no violencia" así se lo dicen a don Constancio Miranda cuando pasa cerca de ellos.

Con la esperanza de que Chihuahua cambie su rostro de las vicisitudes que se han apoderado del estado más grande de la República Mexicana, la llegada de un nuevo obispo evoca las sensaciones del pasado, cuando los obispos José de Jesús Ortiz, Adalberto Almeida y Merino, Antonio Guízar y Valencia, Nicolás Pérez Gavilán y José Fernández Arteaga llegaron a esa responsabilidad y que ayer nuevamente se vivió en la figura de Constancio Miranda Weckmann.

La gente esperaba con ansiedad la llegada de su nuevo guía espiritual. El interior de la Catedral lucía lleno de fieles que deseaban conocer las primeras palabras de quien a partir de ayer se convirtió en el sexto obispo de la Arquidiócesis de Chihuahua.

Rosalío y Roberto advierten la llegada de monseñor al hacer sonar las campanas que anuncian la buena nueva. De manera inesperada las palomas emprenden el vuelo en la Plaza de Armas, la gente detiene el paso para observar la llegada del nuevo arzobispo y otros se apresuran a saludarle.

El 19 de noviembre del año 2009 es una fecha histórica en la memoria de la grey católica en esta capital, momento que marca la llegada del sexto obispo, instante en que un nuevo jerarca de la Iglesia católica asume la máxima responsabilidad en la fe chihuahuense.

Con un semblante que reflejaba la alegría de recibir la responsabilidad como arzobispo, se le percibe nervioso, ataviado en la túnica de color blanco con motivos en rosa fiusha. El prelado ingresó a Catedral para presidir la misa del canto de la Salve, dando gracias a al Virgen de Guadalupe por su intercesión.

El primer acercamiento con los feligreses tuvo lugar en la Catedral durante algunos minutos, posteriormente subió a un Mustang 2009 convertible de color rojo que lo llevó al recinto oficial en que recibió el nuevo cargo.

Lo acompañaron el nuncio apostólico Cristophe Pierre y monseñor José Fernández Arteaga. Al tomar la palabra agradeció a todas las personas que lo acompañaron, a los laicos y a quien lo tiene en sus oraciones.

La imagen de la Virgen de Guadalupe estaba a su lado izquierdo, es la morenita del Tepeyac principal testigo de la sucesión arzobispal. Al concluir el breve mensaje, se acercó y le dio una reverencia, posteriormente salió de Catedral saludando a los fieles.

Afuera jóvenes formaron una valla humana para guiar al arzobispo a tomar el automóvil que lo llevó al gimnasio Manuel Bernardo Aguirre.

Adelante van dos motocicletas de Vialidad. La gente lo saluda, se detiene para conocer el arzobispo. En el vehículo va también el nuncio apostólico. Durante su paso le gritan porras, lo saludan y le aplauden. Mientras se escucha el estruendo de las campanas de Catedral como un símbolo de que en Chihuahua hay un nuevo arzobispo.

Hay gente que se conmueve y le alegra el formar parte de la historia al tener la oportunidad de presenciar el hecho. Otros toman fotos y graban videos que quedarán por siempre en su memoria.

En el gimnasio espera una multitud para recibir al nuevo jerarca de la Arquidiócesis de Chihuahua. Ahí guardan personas procedentes de diferentes municipios y del interior de la República Mexicana. Le han colocado infinidad de mensajes de bienvenida en el interior del gimnasio por parte de comunidades religiosas quienes al mismo tiempo dan su agradecimiento al predecesor, don José Fernández Arteaga.

LA SOCIEDAD HERIDA POR LA VIOLENCIA.


Monseñor Constancio Miranda Weckmann fue recibido por miles de fieles católicos como arzobispo de la arquidiócesis de Chihuahua. Foto: El Heraldo de Chihuahua


Recibe nuevo arzobispo el Báculo Dorado
El Heraldo de Chihuahua


Chihuahua, Chihuahua.- El arzobispo Constancio Miranda Weckmann convocó a todos los católicos para poner su granito de arena y terminar con una sociedad herida por la violencia y acosada por la inseguridad, luego de asumir su cargo oficialmente ayer en esta capital.

"La crisis es sentida por todos", pronunció monseñor Miranda para luego sugerir la promoción de una globalización diferente, en la cual la solidaridad, la justicia y los derechos humanos tengan cabida, y convocó a todos para que juntos sean trasformadores de la realidad.

Contento por llegar a una tierra que está bañada con la sangre de los mártires, hizo alusión a San Pedro de Jesús Maldonado, quien en todo momento defendió la Eucaristía, que dijo es el corazón de la iglesia.

Los acojo en mi corazón, dijo a los feligreses y afirmó que cada uno de ellos puede ver en él un hermano, un padre y un amigo, "testigo es Dios de que los quiero", resaltó.

En su primer discurso en Chihuahua, monseñor mencionó que es necesario trabajar juntos para lograr vivir la solidaridad a la cual se dificulta llegar por el individualismo al que jala el mundo, y citó esta solidaridad como la manera de llegar a ser una comunidad y se dirigió a los fieles y a todos los asistentes, para que juntos se busque el respeto, la vida y la paz.

Se refirió también al pueblo de Atlacomulco que estuvo representado por un grupo de fieles que viajó desde allá para acompañarlo, y les agradeció todo el apoyo y el cariño que le brindaron durante su estadía en aquella Diócesis.

Dentro de sus palabras en las que aprovechó para hacer mención de todos los obispos que lo acompañaron y en especial de los de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, se dijo lleno de alegría por la responsabilidad que le fue encomendada.






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