Preguntó el Señor a todos los apóstoles qué opinión tenían los hombres de Él. Y aunque la palabra de los que responden es común cuando se expresa la duda de la inteligencia humana, sin embargo, cuando se busca el pensamiento de los discípulos, responde primero el que tiene el lugar principal en la dignidad apostólica. Y al decir: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, le respondió Jesús:Bienaventurado tú, Simón Bar Joná, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos. Es decir, eres bienaventurado porque mi Padre te ha enseñado. No te ha instruido la opinión terrena, sino una inspiración celeste. No la carne ni la sangre, sino Aquel del cual yo soy su Unigénito te lo ha manifestado.
Y yo te digo, esto es, como mi Padre et ha manifestado mi divinidad, del mismo modo te manifiesto tu excelencia. Tú eres Pedro, esto es, siendo yo piedra inconmovible, piedra angular, hago en uno ambas cosas. Sin embargo, tú también eres piedra, pues estás consolidado con mi virtud, a fin de que las cosas que me pertenecen en potestad te sean comunes a ti por la participación que tienen conmigo. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Sobre esta fortaleza, dice, edificaré el templo eterno y en la firmeza de esta fe se elevará la sublimidad de mi Iglesia para ser colocada en el cielo. Las puertas del infierno no prevalecerán contra esta confesión ni la atarán las cadenas de la muerte. Esta voz es la voz de la vida, y así como lleva al cielo a los que la proclaman, del mismo modo sepulta en el infierno a los que la niegan.Por eso se dice a Pedro: Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos.Prolongó también en los demás apóstoles el derecho de esta potestad, mas no en vano se encomienda a uno lo que se otorga a todos. Pues de modo especial se confiere a Pedro, porque a todos los rectores de la Iglesia se impone la forma de Pedro. Permanece firme el privilegio de Pedro dondequiera que se lleve el juicio de su misma equidad; ni es demasiada la severidad o el perdón donde nada será atado ni desatado, sino lo que el bienaventurado Pedro ate o desate.
III Nocturno del Oficio de Maitines, Festividad de la Cátedra de San Pedro. Trad: Homilías sobre el año litúrgico, San León Magno. Ed. BAC, pp. 359 - 360.
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