Una nueva manera de ver la vida
“No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”.
Jesús da pleno cumplimiento a todos los preceptos del Antiguo Testamento, con la Ley del amor. El que ama de verdad a Dios y al prójimo, ha cumplido toda la Ley. Para Jesús, el cumplimiento de la Ley (la plenitud del amor) es lafelicidad verdadera, es el cumplimiento de las aspiraciones más profundas de la persona y de la humanidad.
Hoy el pueblo egipcio y otros muchos pueblos, quieren que se elaboren unas leyes que respondan a sus aspiraciones y necesidades, y que esas leyes se cumplan de verdad.
“Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielo”.
La justicia de los escribas y fariseos era teórica, aparente, de fachada. No nacía del corazón. La nuestra ha de nacer del corazón y comprometer toda nuestra vida.
El mundo pide a los cristianos y a la Iglesia que vivamos el Evangelio que predicamos, que no nos quedemos en saber, en hablar y en aparentar, sino que vivamos lo que decimos. Porque, a veces, mientras decimos que creemos en el Evangelio y lo predicamos, vivimos muy bien y dejamos que se mueran de hambre miles de millones de personas.
“Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal”.
La maldad y la bondad nacen del corazón y están en el corazón de la persona. Si tenemos malos sentimientos contra una persona, ya la hemos matado en nuestro corazón.
Actualmente hay malos tratos psicológicos que son tan graves y más que malos tratos físicos. Y el mal trato físico, ha nacido de un sentimiento de odio y desprecio a la otra persona.
“Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda”.
No podemos estar en comunión con Dios si no estamos en comunión con las personas, o si no trabajamos por construir nuestra comunión, y la de todos, con todas las personas.
Los pobres de la tierra, los que se están muriendo de hambre ¿tienen algo en contra nuestra, aunque no digan nada? ¿Tenemos alguna deuda pendiente con ellos? Hoy precisamente celebramos la Campaña Contra el Hambre.
A veces los sacerdotes celebramos la Eucaristía y no pensamos en las quejas que la Comunidad Cristiana, (la parroquia) y la sociedad tienen contra nosotros, lo que hacemos sufrir a la gente con nuestra manera de actuar, la falta de escucha y acogida que damos a los miembros de nuestra comunidad, sobre todo a los más pobres y marginados.
“Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel”.
Jesús opta por el diálogo y el buen entendimiento entre las personas, sin necesidad de recurrir a los jueces y a los abogados. “Cuando uno no quiere, dos no se pelean”.
Las instituciones jurídicas revelan muchas de las limitaciones del ser humano, su falta de madurez y de capacidad para solucionar problemas. En los conflictos matrimoniales, de todo tipo, muchas veces, más que al diálogo y al buen entendimiento, se recurre al abogado y al juez. Y entre las naciones, cuando hay conflictos, en ocasiones, se escoge el terrorismo y la guerra. Jesús nos propone otro camino.
“Todo el que mira a una mujer (o a un hombre) deseándola/o, ya cometió adulterio con ella/él en su corazón”.
Otra vez Jesús nos hace ver que el pecado y la maldad nacen del corazón. Es muy importante la educación del corazón y de las actitudes. Cuando la gente no está bien formada y madura, de poco sirven las leyes. No se trata sólo de instruir, hace falta educar.
Pensemos lo que hacemos en nuestras catequesis y en nuestras celebraciones litúrgicas y en la educación que damos en nuestras familias. A veces las licenciaturas y doctorados no nos educan.
“Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti”.
Está claro que Jesús habla aquí de sentimientos, deseos, y actitudes; vivencias humanas que pueden destruir la vida de las personas. Antes de dejarnos destruir,hemos de renunciar a lo que nos destruye.
Si la droga, el alcohol o el tabaco, destruyen tu salud y tu vida, déjalos. Si la tele, el internet, el deporte, o tus hobis, te esclavizan, te impiden ser persona, dedicarte a tu familia y a los demás… trata de utilizarlos de otra manera. Si el trabajo se ha convertido en tu obsesión, trabajas demasiadas horas y estás lleno de estrés, pon un poco de orden en tu vida para poder vivir como una persona, no como una máquina. Si el dinero, o el coche, o el chalet se ha convertido en algo sagrado para ti, plantéate que sagrado sólo es Dios y las personas que tratas todos los días. Las demás cosas son muy relativas, sólo son medios.
“Yo os digo: Todo el que repudia a su mujer (o a su marido), excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera”.
Jesús nos habla del Plan de Dios, no de lo que está ocurriendo en el mundo, ni de lo que hacemos las personas. Nos quiere decir que el amor, o es para siempre, o le falta algo. Si el amor que Dios nos tiene no se rompe ni se acaba nunca, así dice Jesús queha de ser el amor humano.Todas las relaciones humanas son muy importantes. También el matrimonio es importante, por las consecuencias que tiene para la formación de las personas y para la humanidad.
“Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el ‘Cielo’, porque es ‘el trono de Dios, ni por ‘la Tierra,’ porque es ‘el escabel de sus pies”.
Jurar es poner a Dios por testigo, es, algo así como apoyarnos en Dios para que nos crean, o para dar valor a lo que decimos. Jesús nos dice que, al dar nuestra palabra, comprometamos toda nuestra vida, que seamos “personas de palabra”, que demos mucho valor a nuestras palabras, que no sean para quedar bien o para conseguir nuestros intereses.
No hemos de pensar que en este texto evangélico, Jesús nos propone “una ética”, unas “reglas de comportamiento”. Más bien nos llama a una nueva manera de ver la vida, a embarcarnos en un cambio de nuestra vida desde lo más profundo de nuestro ser.
Jesús da un nuevo sentido al Antiguo Testamento, y también interpela a nuestra sociedad actual que se queda tranquila sólo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (que es muy positiva, y un buen referente), buenas constituciones y buenas leyes…
Jesús va más allá del “legalismo”, de la apariencia y de las bonitas teorías. Nos invita a vivir la vida humana con la profundidad más grande, aunque las expresiones que utiliza (adaptadas a aquella cultura) nos parezcan un poco duras. Pero la vida se va encargando de demostrarnos que no hay otro camino.
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