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El Papa pone en marcha la Nueva Evangelización



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 Benedicto XVI en Madrid 36
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“En nuestro tiempo, cuando en vastas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es hacer presente a Dios en este mundo y facilitar a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que ha hablado en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor hasta el extremo, en Cristo crucificado y resucitado”. Así se expresó Benedicto XVI en el Santuario de Fátima, en su memorable visita del año 2010. Por eso, la necesidad de una nueva evangelización se ha convertido en uno de los puntos centrales del actual pontificado, y tanto la creación de un dicasterio ad hoc como la convocatoria de un sínodo sobre este tema son sólo expresiones de lo que constituye una preocupación principal del actual Pontífice y una línea de acción para toda la Iglesia. Por eso, sus palabras durante el encuentro que se realizará en el Vaticano este fin de semana, y sobre el cual informa la entrevista que ahora ofrecemos, serán particularmente valiosas para el camino futuro de la Iglesia.
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El bautismo público oficial del dicasterio querido por Benedicto XVI para la promoción de la nueva evangelización se coloca a mitad de camino entre la institución del Pontificio Consejo – que tuvo lugar poco más de un año atrás, el 21 de septiembre de 2010 – y el Sínodo de los Obispos que se realizará en octubre de 2012. El sábado próximo, 15 de octubre, se lleva a cabo en el Vaticano – con la participación del mismo Pontífice – el encuentro “Nuevos evangelizadores para la nueva evangelización”, que se concluye el domingo 16 con la Misa presidida por el Papa en San Pedro. En esta entrevista, el arzobispo Rino Fisichella presente motivaciones y contenidos de la cita.
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¿Quiénes son, concretamente, los nuevos evangelizadores?

Son representantes de todas las realidades eclesiales, de la Iglesia en todas sus manifestaciones: delegados de más de treinta Conferencias episcopales, es decir, más de la mitad de aquellas que recaen bajo nuestra competencia, las de Occidente, entendiendo con esto Europa, Canadá, Estados Unidos y América Latina; diócesis y parroquias, movimientos antiguos y nuevos, órdenes religiosas tradicionales y nuevas expresiones de vida consagrada. Y sobre todo muchísimos jóvenes, porque la nueva evangelización ha entusiasmado en particular a las nuevas generaciones. Ciertamente hay realidades que sienten más directamente este compromiso, porque han nacido en vistas a la nueva evangelización. Pero no podemos tampoco olvidar a aquellas órdenes religiosas que han comprendido la necesidad de emprender este camino.
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¿Cuál es el objetivo del encuentro?

En primer lugar queremos presentar al Papa a aquellos miles y miles, tal vez incluso millones, de creyentes que ya están haciendo nueva evangelización. Habrá más de ocho mil personas pero es evidente que los nuevos evangelizadores son muchos más. Es un primer signo con el cual mostramos al Pontífice una realidad viva, dinámica, compuesta entre otros por muchos jóvenes, que han tomado en serio el mensaje de Juan Pablo II primero y luego de Benedicto XVI, de recuperar una profunda identidad cristiana, a través de un fuerte sentido de pertenencia a la Iglesia y para hacer partícipes de la alegría de la fe a tantos otros que son indiferentes y que tal vez están en búsqueda.
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¿Qué tema habéis elegido?

Una expresión de los Hechos de los Apóstoles: “La Palabra de Dios crece y se difunde” (12, 24). Por lo tanto, presentaremos de modo visible a la Iglesia los nuevos evangelizadores, porque así se hace conocer la Palabra de Dios y aumenta el número de los discípulos del Señor. Por lo tanto, existe en primer lugar la voluntad de crear una mentalidad y una cultura que expresen la conciencia de la urgencia y de la necesidad de la nueva evangelización. Luego, un segundo objetivo más a largo plazo es dar al próximo Sínodo de los Obispos un ulterior signo de la presencia de la nueva evangelización, que no nace por la institución de un dicasterio de la Curia Romana sino que, por el contrario, ya se está haciendo y es una realidad presente en la Iglesia. Sólo tiene necesidad de encontrar un fundamento común en el respeto de la complementariedad de las diversas experiencias eclesiales.
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¿Cómo os habéis preparado?

Hemos invitado a las realidades que se han presentado a nosotros durante este primer año de vida del Pontificio Consejo, desde los comienzos, cuando todavía no teníamos ni siquiera los escritorios. Ha sido una continua peregrinación de muchas realidades: de obispos, de diócesis, de movimientos antiguos y nuevos, de órdenes y congregaciones religiosas. La iniciativa ha nacido en colaboración con ellos, a través de sus sugerencias y con su participación. Vayamos a la agenda de los trabajos. Por la mañana, se encontrarán los delegados de las diversas categorías. Queremos escucharlos para hacer llegar al Sínodo de los obispos del 2012 una síntesis sistemática y unitaria del aporte de todas las realidades que ya operan en los diferentes ámbitos de la nueva evangelización: cultura, inmigración, comunicación, liturgia, política, familia y pastoral ordinaria. Por lo tanto, no será tanto una simple auto-presentación sino más bien un camino realizado juntos, un momento en el cual se verifica qué hacer en concreto, con la ayuda de quien ya trabaja en tales ámbitos.
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El sábado por la tarde, en el Aula Pablo VI, antes del concierto del tenor Andrea Bocelli y del saludo del Papa, están previstos cuatro testimonios. ¿Puede anticiparnos los contenidos?

En el primer caso tendremos una experiencia de profunda espiritualidad, la de la Madre Verónica Berzosa, una mujer extraordinaria que en poco tiempo, con el entusiasmo que posee y con la gran propuesta de una vida religiosa radical, ha dado vida en España a Iesu Communio, una realidad con más de 150 jóvenes muchachas de vida consagrada. El segundo concierne al tema de la cultura, es decir, las preguntas que Occidente le hace hoy a Jesucristo. Luego estará el mundo de la ciencia, porque los jóvenes hoy reciben mensajes que no son ciertos, como que la fe es contraria al progreso y a la investigación. El cuarto ámbito será América Latina, donde está en acto la gran misión continental, rica en experiencias de nueva evangelización.
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Benedicto XVI os concede una doble cita. ¿Cómo juzga esta atención?

Es un gran don y un privilegio, y confieso sentir algo de pena por haber pedido al Santo Padre un esfuerzo tan grande. Pero esto hace comprender también cuán importante es para él la nueva evangelización, no sólo porque a él le debemos, con un acto profético, la institución del nuevo Pontificio Consejo, sino también porque en sus viajes, como ha hecho recientemente en Alemania, en los discursos tan profundos que ha pronunciado no ha dejado de subrayar su importancia. Pienso, por ejemplo, en el encuentro con el Comité central de los católicos alemanes (Zdk), en Friburgo, el 25 de septiembre. Se trata, por lo tanto, de un itinerario, de un camino que el Papa indica a la Iglesia, porque la nueva evangelización es la misión misma de la Iglesia.
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De aquí al Sínodo del próximo año, ¿qué otros proyectos tenéis en preparación?

El primero será presentado precisamente durante el encuentro del sábado y se refiere a nuestra presencia cualificada en el mundo de los medios. Se trata del sitio de Internet de preguntas y respuestas sobre los temas de la fe www.Aleteia.org, vinculado al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Además estamos trabajando en el Enchiridion de la nueva evangelización, con todos los textos del magisterio pontificio sobre el tema, desde Pío XII hasta Benedicto XVI. Lo estamos estudiando de modo que sea provechoso y útil para los obispos y los sacerdotes, pero también para los fieles, para la catequesis y para el estudio.
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Sin olvidar la “misión metrópolis” para la Cuaresma 2012…

Una experiencia que, por el momento, está limitada a Europa pero destinada a ser extendida a otras áreas geográficas. Se trata de doce grandes ciudades – un número altamente simbólico, el de los apóstoles – que tienen también una elevada tasa de cultura y de vida secularizada. El objetivo es dar un signo unitario: doce grandes metrópolis que caminan juntas y realizan el mismo itinerario en el mismo momento, si bien con las típicas tradiciones de cada realidad singular. La Iglesia local está llamada a vivir la centralidad de la catedral, que se convertirá de nuevo en madre que acoge y que expresa su enseñanza, que celebra la fe y que vive de la caridad.
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