SE ACERCA ADVIENTO
Adviento: Un comienzo totalmente nuevo.
El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin. La plenitud del tiempo es el final de todo lo que todavía estaba incompleto, todo lo que todavía era parcial. Es el cumplimiento en unidad de todo lo que era fragmentario.
Adviento: Un comienzo totalmente nuevo.
El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin. La plenitud del tiempo es el final de todo lo que todavía estaba incompleto, todo lo que todavía era parcial. Es el cumplimiento en unidad de todo lo que era fragmentario.
El misterio de Adviento en nuestras vidas es el comienzo del fin de
todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el comienzo del fin de
la irrealidad. Y eso, sin duda, es motivo de alegría. Pero por desgracia
nos aferramos a nuestra irrealidad, preferimos la parte al todo,
continuamos siendo fragmentos, no queremos ser”un solo hombre en
Cristo”.
El Cuerpo de Adán (“hombre”), que debería ser el Cuerpo del
Amor de Dios, está desgarrado de odio. El Cuerpo de Adán, que debería
estar transfigurado de luz, es un cuerpo de oscuridad y mentira. Lo que
debería ser Uno en amor está dividido en millones de hostilidades
frenéticas y asesinas. Pero sigue en pie el hecho: Cristo, el Rey de la
Paz, ha venido al mundo y lo ha salvado. Ha salvado al Hombre, ha
establecido Su Reino, y Su Reino es el reino de la Paz.
Adviento,
para nosotros, significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo.
Significa una disposición para hacer que la eternidad y el tiempo se
encuentren no sólo en Cristo sino en nosotros, en el Hombre, en nuestra
vida, en nuestro mundo, en nuestro tiempo. Si hemos de entrar en el
comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El
comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder
empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida,
hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos.
Thomas Merton, “Tiempos de Celebración”.
Publicado por Silvia S.A.