La predicación nunca pasará de moda, lo que pasa de moda son las formas de predicar.
Con que frecuencia lo más difícil para encontrar un lugar en el que celebrar la eucaristía con una comunidad cristiana –independientemente de que él valor de la eucaristía en sí misma sea el mismo- pasa por encontrar una iglesia en la que escuchar un buen sermón, un buen canto, una buena música, un ambiente celebrativo adecuado, un buen lenguaje adaptado a los tiempos modernos y a las necesidades del corazón.
Cuántas veces he oído decir que el dominico Royo Marín llenaba de gente –particularmente joven- la inmensa nave de la iglesia de San Esteban en Salamanca, en los años 50 y 60-, en el sermón de las siete palabras, transmitido en ocasiones por radio. o en otro tipo de predicaciones cuaresmales. Eso era retórica, dicen algunos. Eso ero haber encontrado un lenguaje, propio de la época y del momento, pienso yo.
De esa época, pasamos a un lenguaje en los 70 postconciliares, más cercano y a veces populista, más comprometido y comprometedor, más pop en lo musical, con canciones acompañadas ya no del órgano y la coral sino de la guitarra –a veces eléctrica-, la batería o los bongós. Del pulpito a la asamblea, de la retórica a la cercanía experiencial. Era un nuevo intento más o menos acertado por llegar a los corazones de las personas con el mismo mensaje de siempre: el del evangelio proclamado semanalmente.
¿Qué lenguajes usamos ahora en nuestras celebraciones? Un directivo de Telecinco, amigo mío, me decía lo difícil que le era encontrar un espacio celebrativo para él, su mujer y sus tres hijas pequeñas, en el que poder celebrar la eucaristía, sin que sus hijas y ellas mismas se aburrieran, con un lenguaje bello y cercano a las necesidades de hoy en día... leer mas...
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