Desde Con Acento.
Ha sido una sorpresa. Nadie se lo esperaba. Ha
sido un acontecimiento histórico. Hay que remontarse a quinientos años
atrás para encontrar un caso parecido. Es posible que haya consultado
con alguno de sus más íntimos colaboradores. Si así ha sido, no ha
habido ni la más mínima filtración. Sólo desde la lucidez es posible
tomar una decisión así. Una decisión que puede ser profética. Benedicto
XVI ha tenido siempre una precaria salud. Últimamente sus fuerzas
(parece que tiene problemas con la vista) han disminuido. Esa es la
razón que ha dado para justificar su dimisión. Seguramente es la buena y
verdadera razón.
El balance del pontificado de Benedicto XVI es positivo en muchos
sentidos. Ha tomado decisiones sobre algunos problemas heredados, que
muchos hubieran preferido que no salieran a la luz (caso del fundador de
los Legionarios de Cristo o los daños cometidos sobre menores por parte
de clérigos y Obispos). Cuando los pecados van más allá del ámbito
personal, negarlos no es bueno para la Iglesia. Su valía teológica le ha
permitido dialogar con las religiones y con la cultura (dos de los
grandes desafíos que hoy se le plantean a la fe cristiana), yendo más
allá de la simple cortesía, ofreciendo orientaciones valiosas, buscando
ofrecer razones desde una razón ampliada, que integre todas las
dimensiones de lo humano, y pueda así encontrarse con la fe.
Su Magisterio nos ha dejado algunos documentos de gran importancia.
Pienso sobre todo en sus escritos sobre la vida teologal (caridad, fe y
esperanza), o en la reciente exhortación apostólica sobre la Palabra de
Dios. En estos escritos se nota la influencia de la teología de Joseph
Ratzinger y la intervención directa del Papa, no sólo en lo ideológico,
sino también en aspectos redaccionales. Este Papa es bien consciente de
la importancia de la teología en la vida de la Iglesia. Por otra parte,
es innegable su compromiso ecuménico, su aprecio por la vida consagrada
y sus esfuerzos en pro de la paz entre las naciones. En muchas
cuestiones sensibles (por ejemplo en lo relacionado con la moral
sexual), sin ocultar la doctrina tradicional, ha buscado palabras
delicadas y comprensivas, más allá del rechazo y de la condena.
Y una cosa sobre el futuro: los Obispos residenciales están
acostumbrados a convivir con los Obispos dimisionarios. El Obispo de
Roma nunca había convivido con un dimisionario. A partir de marzo tendrá
que aprender a hacerlo. Las comparaciones serán inevitables. Pero esto
no me parece preocupante. Sí que lo sería un deseo del dimisionario de
interferir en el gobierno de la Iglesia. Pero estoy convencido de que
esto no va a ocurrir. El Papa se retira de verdad. Solo queda darle las
gracias por su trabajo y su servicio. Su dimisión es propia de una
persona lúcida y honrada.
Fr. Martín Gelabert O.P.
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El Con Acento es una colección de reflexiones que a modo de
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