"Nos ha llegado la noticia de improviso –dice el jesuita Jon Sobrino, director del centro Monseñor Romero".
En la reunión del clero del 4 de noviembre, monseñor José Luis Escobar dijo que el papa Francisco le comunicó que monseñor Óscar Romero será beatificado el año entrante. El arzobispo no dio detalles sobre la fecha y el lugar. Pero la noticia nos ha llenado de alegría.
El 12 de mayo de 1994 la Arquidiócesis de San Salvador pidió permiso a la Santa Sede para iniciar el proceso de canonización. El proceso diocesano concluyó en 1995 y el expediente fue enviado a la Congregación para la Causa de los Santos, en la Ciudad del Vaticano, quien en 2000 se lo transfirió a la Congregación para la Doctrina de la Fe (en ese entonces dirigida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, posteriormente Papa Benedicto XVI) para que analizara concienzudamente los escritos y homilías de monseñor Romero. Una vez terminado dicho análisis, en 2005 el postulador de la causa de canonización, monseñor Vicenzo Paglia, informó a los medios de comunicación de las conclusiones del estudio: «Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres».
Los dos papas anteriores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, hablaron de ello, pero no con mucha convicción y decisión. Y se notaba el temor de incomodar a los poderosos: "Todavía no es el tiempo oportuno". El lenguaje del Vaticano era ambiguo y poco entusiástico.
Todo ha cambiado con el papa Francisco. Hace un año dijo que la causa de monseñor estaba estancada. Más que estancada yo pienso que estaba bloqueada por muchos intereses que nada tienen que ver con Jesús de Nazaret.
Lo hemos dicho muchas veces: la alegría y el júbilo de la gente está asegurado. Pero he mantenid un pequeño temor y una duda: qué dirá el acta de canonización sobre monseñor Romero. Santo y virtuoso lo fue en grado sumo, pero fue algo más, como dijo Ignacio Ellacuría en la misa de funeral, inmediatamente después del asesinato del arzobispo: "Con monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador". Por aquellos mismos días, don Pedro Casaldáliga escribió el poema San Romero de América, pastor y mártir nuestro. Y espontáneamente el pueblo lo llamó "santo". El culto del pueblo, popular, ha sido masivo, aunque no está permitido durante el proceso de beatificación.
Esperamos, pues, al año entrante. En 2015 no habrá mundiales ni juegos olímpicos. No lucharán unos contra otros para ganar. Algo o mucho ganaremos todos, con excepción de algunos irredentos. No correrán millones de millones para esconder pobreza, violencia y angustias. Sí habrá ‘pupusas y tamales’.
En 2015 ganará la niñita de una champa de Zimbabue, quien, cuando le pregunté en 2007 qué conocía de El Salvador, me dijo al instante: "Un obispo". Y días después, también en Zimbabue, saludé a Desmond Tutu. Le dije que venía de El Salvador y me contestó: "¡La tierra de Romero! ¡Cuánto le recordábamos en tiempos de guerra!". Y así, muchas otras historias que no cabrían en todos los libros del mundo.
Ha desaparecido mi temor de que beatifiquen a un monseñor Romero aguado. Hoy es difícil manipularlo. Y una petición: "San Romero de América, ruega por todos los pobres del mundo. Y ruega por este pueblo salvadoreño, que es el tuyo".
NOTA: El P. Jon Sobrino, nos aclara que la fuente de la buena noticia sobre el proceso de beatificación de monseñor Romero no es el papa Francisco, sino monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, expresidente de la Federación Bíblica Católica Internacional y uno de los fundadores de la Comunidad de San Egidio.
Fuente: accionverapaz.org
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