He pecado entregando sangre inocente.
(Mt. 27, 4)
Entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los doce.
(Lc. 22, 3)
La confesión del Buen Ladrón
Queridos hermanos, el Buen Ladrón, que la tradición conoce con el nombre de Dimas, fue el primer santo de la Iglesia. En él se reveló de forma excelsa la Misericordia de Dios, que escogió al más perdido, a un miserable ladrón, asesino, santificándolo en el último momento de su vida.
¿Por qué san Dimas, que como santo, es modelo para nosotros? ¿Por qué la Misericordia divina inundó su alma, ennegrecida por el pecado, santificándola? Porque San Dimas se CONFESÓ, y lo hizo en el último instante. Porque San Dimas acogió la Misericordia que el Señor gratuitamente le ofrecía, reconociéndole, en primer lugar, como Dios: ¿Ni tú que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios?
En segundo lugar, se confesó con dolor de contrición: En nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo a nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho.
Y, por último, le pidió la absolución: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Y el Señor se la dio: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Es decir, el Buen ladrón, reconoció su vida de pecado y en el último instante de su vida se arrepintió con verdadera contrición, y el Señor le perdonó y le concedió la gracia de estar con Él.
El ladrón malo.
¿Por qué el ladrón malo no actuó de la misma manera? La Misericordia de Dios es para todos, también para este ladrón de Su izquierda. Pero el ladrón malo usó su libertadpara reusar la Misericordia divina, libremente, conscientemente, voluntariamente, rechazó el perdón de Dios, negándose a confesarse. NO QUISO CONFESARSE. Se condenó eternamente.
La gran responsabilidad de la libertad humana puede hacer que voluntariamente se rechace a Dios, aun a costa de la condenación eterna del alma. San Dimas reconoció en Jesús a Dios, el otro ladrón no quiso reconocerlo, no dejando de insultarle. Es más, si hubiera podido coger una piedra lo hubiera hecho para tirársela. Cuántos en los últimos instantes de su vida rechazan al sacerdote, rechazan los últimos sacramentos, y lo hacen libremente, conscientemente y tenazmente; éstos son reflejos del ladrón malo. Pero aquellos que en el último instante de su vida se arrepienten de sus pecados, por la infinita Misericordia de Dios, salvan su alma.
Judas, el traidor, se condenó eternamente.
Queridos hermanos, el Señor ha querido que veamos la condenación de Judas Iscariote. Lo escribieron los evangelistas, porque así lo quiso el Señor que escribieran. Judas lo traicionó dos veces. Se ahorcó. Reconoció que había pecado. NO SE CONFESÓ. Era consciente de su pecado. Pudo ir a los pies de la Cruz y pedir perdón, pero no lo hizo.
El Señor quiere que veamos que Judas se condenó por su propia voluntad. No usó su libertad para salvar su alma, sino para perderla para toda la eternidad.
Cuando el Señor le llama AMIGO en el momento en que Judas le da el beso de la traición, prendiendo al Señor, le está indicando que hasta el último instante quiere la salvación de su alma, que hasta el último instante Su Misericordia le espera en laconfesión; le está diciendo que no quiere su condenación, que quiere perdonarlo y santificarle. Le llama amigo porque el Señor siempre espera al pecador, siempre, y nunca deja de llamarlo, Pero es el pecador, en este caso Judas Iscariote, quien libremente rechaza el perdón de Dios. Porque tenemos la libertad de rechazar el perdón de Dios.
¿Por qué traicionó a su Maestro? Porque así lo decidió, porque así lo quiso; lo hizo libremente; y cuando reconoció su pecado rechazó el perdón divino. Judas mismo se condenó, para indicarnos que el hombre es quien condena eternamente su alma.
¿Si Jesús murió por todos los pecados, quedó excluido este pecado de Judas? Fue Judas quien se autoexcluyó, a pesar del Señor. Fue Judas quien reconociendo su pecado rechazó la confesión. Fue el mismo Judas quien no fue al tribunal de la Misericordia. El sacerdote espera en el confesionario, si el pecador no acude no obtiene la Misericordia de Dios. El Señor le llama, pero el hombre no quiere escuchar. El sacerdote espera en el confesionario siempre.
¿Judas reflejo de la condición humana? En Judas Iscariote tenemos el ejemplo de desprecio de la Misericordia divina y de las consecuencias del mal uso de la libertad humana. En Judas vemos que es el propio hombre quien se condena al infierno, donde será el llanto y rechinar de dientes para toda la eternidad. No creer en la condenación de Judas es doblegar la Palabra de Dios buscando un sentido que no tiene.
Jesús al decirle amigo, le estaba diciendo: Aún te quiero a pesar de lo que me has hecho, sálvate, ven conmigo.
Siempre nos espera hasta el último segundo de nuestra vida. Si aprovechas tu último segundo te salvarás.
Ave María Purísima.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.
Fuente: Adelante la Fe.
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