Ahora todo es “sostenible”: la economía, el medio ambiente, el mercado laboral… La sostenibilidad, según Brundtland, “consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de las futuras de satisfacer sus propias necesidades.” El Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia, The family Watch, aplica el término a la familia y afirma que “la familia sostenible es aquella que cumpla las condiciones para promover el bienestar de sus miembros sin comprometer el bienestar de sus descendientes.” El último Informe presentado por The family Watch, arroja estos datos referidos a España: En los diez últimos años, los matrimonios han descendido en casi un 10%; las rupturas matrimoniales se han incrementado en un 27% y los divorcios en un 300%. Es decir, se ha debilitado profundamente la consideración social del matrimonio, de la estabilidad y del compromiso matrimonial. Estos cambios condicionan la felicidad de padres e hijos e influyen incluso en las economías nacionales. En cambio, los cónyuges que dan origen a una familia estable tienen mayor esperanza de vida y menores índices de enfermedades mentales, de alcoholismo y violencia doméstica. Respecto a los hijos de familias estables, éstos tienen menores índices de mortalidad, menores índices de alcoholismo, drogadicción y delincuencia, mejores resultados académicos, menos relaciones sexuales precoces y, por tanto, menos embarazos adolescentes no deseados. Se concluye que la estabilidad es la principal condición para promover el bienestar de los miembros de una familia y de sus descendientes. De modo que “familia sostenible, familia feliz”. Si a esto se añadiera aquello de “familia que reza unida…”
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