Hermano de Santiago e hijos del Zebedeo. Uno de los tres predilectos de Jesús entre los Doce. En el libro de los Hechos de los Apóstoles aparece siempre junto a Pedro (3-4; 8). Pablo lo considera como una de las tres columnas de la Iglesia: -Santiago, Cefas y Juan, que pasan por ser las columnas (Ga 2, 9), era considerado como el autor del Evangelio que lleva su nombre. De momento lo que mantenemos es que era evangelista. Entre los griegos la palabra designaba al anunciador de oráculos. En el Nuevo Testamento se aplica al anunciador de la Buena Noticia del Evangelio. Se impuso muy pronto en la Iglesia llamar evangelistas a los autores de los Evangelios. La revisión a la que debe ser sometida la palabra en cuestión obedece a que ninguno de los Evangelios ha salido de una única pluma ni de una única vez.
En los cuatro se detectan fácilmente vestigios de composición – distintas fases por las que pasaron antes de llegar al estado adulto en que hoy los poseemos- y un crecimiento progresivo que pone de manifiesto la maduración creciente fe cristiana y su confrontación con el entorno cultural en el que vivían las comunidades cristianas. Los evangelistas son portavoces de la fe de dichas comunidades y, como tales, revisores y adaptadores de la misma frente a las nuevas circunstancias, favorables o adversas, que iban surgiendo. Los evange-lios crecieron constantemente hasta el momento de su fijación definitiva por escrito. […]
[…] Hoy se sigue hablando del Evangelio según San Juan y, consiguientemente, del evangelista Juan. Pero la obra, el cuarto Evangelio, es considerado como un documento teológico en forma de Evangelio que ha sido colocado bajo el patrocinio de San Juan Apóstol. Y San Juan Evangelista es la figura representativa a la que se acude como avalista del documento teológico más valioso del Nuevo Testamento. Mantenemos tanto el nombre como el título que lleva por razones tradicionales.[…]
Testigo de la fe original
[…] El autor del cuarto Evangelio no pertenece ya a la generación apostólica. Juan Evangelista -seguimos reservando este título para el autor del Evangelio- siente la distancia que le separaba del Jesús histórico y reflexiona sobre la misma con mayor intensidad que lo hicieron los sinópticos. Su reflexión se centra en dos momentos trascendentales: en la vida de Jesús y en la época posterior en que él vive. Y no debemos pensar que al evangelista le interese muy poco el Jesús histórico. Lo que pretende el evangelista es unir o armonizar ambos momentos, de tal manera que el primero -el relativo al Jesús histórico- siga siendo el fundamento del segundo y que éste se desarrolle profundamente, en admirable «inculturación», desde aquél.
El protagonista de su Evangelio es un viviente, ausente corporalmente de la comunidad y, al mismo tiempo, presente en ella y determinante de su vida. Los discursos de Jesús son, más bien, discursos sobre Jesús; las discusiones de Jesús con sus contemporáneos se convierten en las discusiones sobre Jesús, protagonizadas por el cristianismo naciente con el judaísmo que se le había enfrentado de forma violenta. Juan Evangelista se interesa por Jesús no como historiador, sino como cristiano y creyente, como teólogo, teniendo en cuenta la cultura y mentalidad tan distintas de sus nuevos destinatarios a los que había que hablarles en el lenguaje que ellos entendiesen. […]
Felipe F. Ramos
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.
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