Meditación sobre la muerte de Jesús I
1. La verdad histórica
1.1. La muerte no fue un simple trámite para su victoria. Fue un acontecimiento ominoso, trágico, doloroso.
1.2. Su condición divina no rebajó nada la dureza de la pasión y la muerte: siendo de naturaleza divina no hizo alarde de su condición de Dios, sino que se anonadó...y actuando como un hombre cualquiera se rebajó hasta someterse a una muerte y muerte de cruz (Fil 2, 6-9).
1.3. Muerte auténtica. (Von Balthasar, Martini).
Misterio de la muerte, como el de todas las muertes, ¿cómo la vivió Jesús? Cómo vive los momentos últimos cualquier persona son un misterio para los demás. De Jesús tenemos cierta información: las siete palabras desde la cruz. A veces contradictorias: las trágicas, “Dios mío ¿por qué me has abandonado?, y las serenas, “en tus manos encomiendo mi espíritu”. Palabras de perdón, sed, preocupación por su madre, soledad, entrega de la vida Dios, vida consumada, exprimida.
Muerte absurda, sin razones –sí motivos, no confesables, como el odio de las autoridades judías, el miedo a que les cambiara su manera de entender a Dios y la religión...
Como toda muerte supone el fin de algo tan relevante como la vida. Siempre tiene algo o mucho de frustración: se podía hacer más en esa vida, cercenada por la muerte.
En concreto la muerte de Cristo históricamente considerada era, fue a los ojos de los espectadores, el fracaso de su obra: frustración para todos los suyos.
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