Del 18 al 25 de
enero la Iglesia Católica, con la mayoría de las Iglesias Apostólicas y
Reformadas, además de numerosas comunidades cristianas derivadas de
ellas, suplica a Dios Trino y Uno que se restituya la unidad del Cuerpo
Místico de Cristo.
La iniciativa y las fechas fueron propuestas
en 1908 por el Pbro. Paul Watson, quien se convirtió del Anglicanismo
luego de estudiar profundamente la doctrina católica, proponiendo unir
la antigua fiesta de San Pedro –piedra fundacional de la Iglesia– y la
fiesta de la Conversión de San Pablo, «Apóstol de los gentiles».
Durante este Octavario, la cristiandad deja de lado las diferencias de
doctrina, tradición y devoción, para suplicar en una misma voz a la
Santísima Trinidad que nos conceda el cumplimiento el deseo de Jesús:
«Que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí, y Yo en ti; que también
ellos sean uno en Nosotros» (Jn 17, 21). Pedimos por nuestros hermanos
cristianos de cualquier confesión, buscando lo que nos une pero sin
ceder en las verdades de la fe ni la moral.
La Iglesia de
Cristo es ‘Católica’, que significa ‘Universal’, desde su origen en el
primer Pentecostés, y lo sigue siendo a pesar de las divisiones
actuales. Por eso numerosas comunidades ortodoxas, anglicanas y de otras
tradiciones se llaman a sí mismas ‘católicas’ y repiten en su liturgia
el mismo Credo que nosotros proclamamos en la Misa (el
Niceno-Constantinopolitano), diciendo «creo en la Iglesia: Una, Santa,
Católica y Apostólica».
Esta convicción común en la santidad y
unicidad de la Iglesia, alrededor del pilar de los Apóstoles y sus
sucesores (los obispos); en la universalidad que le da su origen divino,
es la que nos lleva a orar por la restauración de la unidad.
Al menos una vez al año, muchos cristianos toman conciencia de la gran
diversidad de formas de adorar a Dios, se conmueven y caen en la cuenta
de que no es tan extraña la manera en que el prójimo rinde culto a Dios.
El acontecimiento que desencadena esta experiencia única se conoce como
la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y
parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se
celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y
en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur). Durante este período, se
intercambian los púlpitos y se organizan oficios ecuménicos especiales.
Cada año, se pide a los asociados ecuménicos de una región concreta que
preparen un texto sencillo sobre un tema bíblico. Después, un grupo
internacional de participantes patrocinados por el CMI (protestantes y
ortodoxos) y católicos romanos edita este texto y se asegura de que está
relacionado con la búsqueda de la unidad de la iglesia.
El
texto es publicado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos y el CMI, a través de su
Comisión de Fe y Constitución, que también acompaña todo el proceso de
producción del texto. El material final es enviado a las iglesias
miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a que
traduzcan el texto y lo contextualicen para su propio uso.
A TODOS LOS QUE ORGANIZAN
LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Buscar la unidad durante todo el año
En el hemisferio norte la Semana de Oración por la Unidad de los
Cristianos se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero. Estas
fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo
entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo, que tienen un
significado simbólico. En el hemisferio sur donde el mes de enero es
tiempo de vacaciones de verano, las Iglesias frecuentemente adoptan otra
fecha para celebrar la semana de oración, por ejemplo en torno a
Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926), que
representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.
Teniendo presente esta exigencia de flexibilidad, invitamos a utilizar
estos materiales a lo largo de todo el año para expresar el grado de
comunión que las Iglesias ya han alcanzado y para orar juntos para
llegar a la plena unidad querida por Cristo.
Adaptar los textos
Estos materiales se ofrecen con el entendimiento de que siempre que sea
posible se adaptarán para ser utilizados localmente. Al hacerlo se
deberán tener en cuenta las prácticas litúrgicas y devocionales locales
así como el contexto socio-cultural. Tal adaptación debería hacerse a
través de una colaboración ecuménica. En algunos lugares estas
estructuras ecuménicas para adaptar los materiales ya existen; en otros
esperamos que la necesidad de que sean adaptados constituya un estímulo
para la creación de estas estructuras.
Cómo utilizar los textos de la Semana
de Oración por la Unidad de los Cristianos
Para las Iglesias y las comunidades cristianas que celebran juntas la
semana de oración en un solo acto se ofrece un modelo de Celebración
ecuménica.
Las Iglesias y las comunidades cristianas pueden
igualmente incorporar a sus propias celebraciones oraciones y textos de
la semana de oración. Las oraciones de la Celebración ecuménica y del
Octavario y las reflexiones sobre los textos bíblicos pueden también
utilizarse según se considere oportuno en su situación.
Las
Iglesias y comunidades cristianas que celebran la Semana de Oración por
la Unidad de los Cristianos cada día de la semana, pueden encontrar
sugerencias en los textos propuestos para el Octavario.
A las
personas que desean realizar estudios bíblicos sobre el tema de la
semana de oración, pueden servir de apoyo los textos y las reflexiones
bíblicas propuestas para el Octavario. Las reflexiones que se tengan
cada día pueden terminar con un momento final de oración de intercesión.
Para las personas que desean orar en privado, los textos de este
folleto pueden ayudar a focalizar las intenciones por las que oran y a
que se sientan en comunión con otros que en todo el mundo oran por una
mayor unidad visible de la Iglesia de Cristo.
TEXTO BÍBLICO PARAL EL 2013[1]
(Miqueas 6, 6-8)
¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de lo alto?
Me presentaré ante él con holocaustos, con novillos que tengan un año.
¿Agradarán al Señor miles de carneros? ¿Le complacerán diez mil ríos de
aceite? ¿Le entregaré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis
entrañas por mi pecado? Se te ha hecho conocer lo que está bien, lo que
el Señor exige de ti, ser mortal: tan sólo respetar el derecho,
practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios.