El proyecto de Iglesia y de sociedad del Papa Benedicto XVI | | | |
El perdón es la fuerza de
El cardenal Tarcisio Bertone, en una entrevista exclusiva a nuestro periódico, toma como punto de partida la celebración del “Perdón celestiniano” en L’Aquila, el viernes 28 de agosto, para reafirmar que sólo una Iglesia y una sociedad inclusivas reflejan en proyecto en el que está comprometido Benedicto XVI.
Es la primera vez que un secretario de Estado participa en esa histórica celebración, y lo hace como signo del afecto y de la cercanía del Papa a las poblaciones de la región de Los Abruzos azotadas por el terremoto. Son numerosas las novedades para los sacerdotes y laicos que el cardenal Bertone anticipa, tanto en
¿Por qué el cardenal secretario de Estado ha decidido participar este año en la celebración del Perdón de Celestino V?
El secretario de Estado es un obispo y, como primer colaborador del Papa, participa en su misión pastoral con vistas al bien del pueblo de Dios. Después de celebrar el rito fúnebre por las víctimas del terremoto, me invitaron a presidir la inauguración del Año celestiano y de la 60° Semana litúrgica nacional, que debía de tener lugar en L’Aquila. Acepté de buen agrado tanto por el vínculo afectivo y espiritual que me une a la tierra de Los Abruzos, como por el tema elegido: “El sacramento del perdón, fuerza que vence al mal”. Luego, por motivos evidentes,
Además, mi participación se sitúa en continuidad con la cercanía del Papa a las poblaciones de Los Abruzos azotadas por el terremoto. Después de su conmovedora visita a L’Aquila, el Papa siguió la acción de
El Perdón fue una importante iniciativa de Celestino V para extender ampliamente las indulgencias espirituales, que de este modo se ponían también a disposición de los cristianos más humildes. ¿Cómo es la atención a los pobres de
Ya conocemos la fuerza impresionante del acto que realizó Celestino V: su don impulsó después a su sucesor, Bonifacio VIII, a promulgar el jubileo, con la indulgencia ya extendida a todo el mundo, en un impulso plenario de renovación, de perdón y también de condonación en ámbito económico y social, además de espiritual. Conviene recordar las iniciativas planetarias que surgieron del jubileo del año 2000. Con respecto a la actitud de Benedicto XVI hacia los pobres, quiero subrayar ante todo su atención particular a los pequeños y a los humildes. Incluso siendo un gran teólogo y maestro de doctrina, un intelectual y un estudioso importante, que se mide con los hombres y las mujeres de pensamiento de nuestro tiempo, el Papa Ratzinger se hace entender por todos y es cercano a la gente, porque en sus palabras también la gente sencilla percibe la verdad y capta el sentido de una fe y una sabiduría humana llena de paternidad.
Parafraseando una frase bíblica, podríamos decir, con palabras del Salmo 25, que “conduce en la justicia a los humildes y a los pobres enseña su sendero”. Benedicto XVI está informado de numerosas situaciones de pobreza de personas, familias y comunidades esparcidas por el mundo, sea directamente sea a través de
Por último, siguiendo las huellas de sus predecesores, con un acento peculiar, interviene, reclama la atención, estimula, solicita la acción de los Gobiernos y de las organizaciones internacionales para sanar las desigualdades y las discriminaciones más llamativas en el ámbito del subdesarrollo y
Usted conoce los consensos que existen respecto a Benedicto XVI, pero también algunas reseras, especialmente sobre la fidelidad al concilio Vaticano II y sobre la reforma de la Iglesia. ¿Le parecen temores fundados?
Para comprender las intenciones y la acción de gobierno de Benedicto XVI es preciso tener presente su historia personal –una experiencia muy variada, que le ha permitido atravesar la Iglesia conciliar como auténtico protagonista- y, una vez elegido Papa, el discurso inauguración de su pontificado, el que dirigió a la Curia romana el 22 de diciembre de 2005 y los actos precisos por él queridos y firmados (y a veces pacientemente explicados). Las otras elucubraciones y los rumores sobre presuntos documentos de marcha atrás son pura invención siguiendo un cliché estandarizado y obstinadamente repetido.
Quiero citar sólo algunas directrices del concilio Vaticano II promovidas por el Papa constantemente con inteligencia y profundidad de pensamiento: la relación más comprensiva entablada con las Iglesias ortodoxas y orientales, el diálogo con el judaísmo y con el Islam, con una atracción recíproca, que han suscitado repuestas y profundizaciones que nunca antes se había producido, purificando la memoria y abriéndose a las riquezas del otro. Asimismo, me complace subrayar la relación directa y fraterna, además de paterna, con todos los miembros del colegio episcopal en las visitas ad limina y en las otras numerosas ocasiones de contacto.
Recordemos la praxis que él ha introducido de intervenciones libres en las asambleas del Sínodo de los obispos, con respuestas puntuales y reflexiones del Papa mismo. Y no olvidemos el contacto directo que ha instaurado con los superiores de los dicasterios de la Curia romana, con los cuales ha reanudado los encuentros periódicos de audiencia.
Por lo que atañe a la reforma de la Iglesia –que es sobre todo una cuestión de interioridad y de santidad- Benedicto XVI nos ha remitido a la fuente de la Palabra de Dios, a la ley evangélica y al corazón de la vida de la Iglesia: Jesús, el Señor conocido, amado, adorado e imitado como «aquel en el que Dios tuvo a bien hacer residir toda plenitud», según la expresión de la carta a los Colosenses. Con el libro de Jesús de Nazaret y con el segundo que está preparando, el Papa nos hace un gran regalo y confirma su clara voluntad de «hacer de Cristo el corazón del mundo».
No olvidemos lo que escribió en la carta a los obispos católicos del pasado 10 de marzo sobre la remisión de la excomunión a los obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre: «En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13, I), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en el momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, al apagarse la luz que proviene de dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto» (L´Obsservatore Romano, edición en lengua española, 13 de marzo de 2009, p.3).
¿Cuáles han sido las principales intervenciones de Benedicto XVI en la Curia romana y cuáles hay que esperar aún?
Benedicto XVI conoce a fondo la Curia romana, dentro de la cual ha desempeñado un papel muy destacado como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, un observatorio y un dicterio central para la conexión de las articulaciones con todos los demás organismos de gobierno de
¿Es justo atribuir a la responsabilidad del Pontífice todo lo que acontece en la Iglesia?, ¿o es útil para una correcta información aplicar el principio de responsabilidad personal?
Se ha generalizado la costumbre de imputar al Papa –o, como se dice, sobre todo en Italia, al Vaticano- la responsabilidad de todo lo que acontece en la Iglesia o de lo que declara cualquier representante o miembro de Iglesias locales, de instituciones o de grupos eclesiales. Eso no es correcto. Benedicto XVI es un modelo de amor a Cristo y a la Iglesia, la personifica como Pastor universal, la guía por la senda de la verdad y la santidad, indicando a todos la alta medida de la fidelidad a Cristo y a la ley evangélica. Y, para informar correctamente, es justo atribuir a cada uno –unicuique suum- su propia responsabilidad por hechos y palabras, sobre todo cuando contradicen patentemente las enseñanzas y los ejemplos de Papa. La imputabilidad es personal, y este criterio vale para todos, también en la Iglesia.
Ahora bien, por desgracia, el modo de referir y de juzgar de los periodistas y de los medios de comunicación social depende de las buenas intencione y del amor a
¿Puede explicar, tal vez también con algún ejemplo, cómo la libertad de pensamiento e investigación va unida, en la Iglesia de Benedicto XVI, a la responsabilidad de la fe?
En relación con este tema –que es muy importante y central en la Iglesia, y afecta a los otros binomios estrechamente unidos, como fe y razón, fe y cultura, ciencia y fe, obediencia y libertad- es preciso volver al ejemplo de la vida y la experiencia de Joseph Ratzinger, pensador, teólogo y maestro de doctrina reconocido, como acabo de decir. Obviamente, su praxis y su estilo de gobierno no se pueden separa de las convicciones más profundas que han alimentado y marcado su comportamiento de estudiosos e investigador. En su largo itinerario de intelectual, muy activo en las cátedras universitarias y en los medios de comunicación, se añadieron sucesivamente dos responsabilidades formidables: ante todo la de prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe y luego
También quiero citar una hermosa página de la Caritas in veritate donde habla del «esfuerzo para que los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas a la promoción de un verdadero desarrollo de los pueblos». Después de explicar que el saber nunca es sólo la obra de la inteligencia, y que es estéril sin amor, concluye: «Las exigencias del amor no contradicen las de
¿Considera fácil o difícil contar la acción y el pensamiento de Benedicto XVI, que ya ha llegado al quinto año de pontificado?
Sinceramente, creo que a los periodistas les resultaría muy fácil contar con la acción y el pensamiento de Benedicto XVI. Hojeando los volúmenes de sus Enseñanzas o los textos publicados en «L´Osservatore Romano» -que siempre transite fielmente sus intervenciones, a veces también espontáneas y llenas de inmediatez y de actualidad- no sería difícil reconstruir su proyecto de Iglesia y de sociedad, coherentemente inspirado en el Evangelio y en la más auténtica tradición cristiana. Benedicto XVI tiene una visión muy clara y quisiera impulsar a personas y comunidades a una vida divina y humanamente armónica, con la teología del et y la espiritualidad del con, nunca con la del contra, salvo cuando se trata de las terribles ideologías que llevaron a Europa a los abismos del siglo pasado. Bastaría ser igualmente claros y fieles, refiriendo sine glossa, es decir, sin añadir interpretaciones torcidas, sus palabras genuinas y sus gestos de padre del pueblo de Dios.
Una última pregunta: ¿Cómo surgió la idea del Año sacerdotal?
Recuerdo que después del Sínodo de los obispos sobre la Palabra de Dios hubo una propuesta, ya presentada antes, para un año de oración, que de por sí estaba muy conectada con la reflexión sobre la Palabra de Dios. Sin embargo, la celebración del 150° aniversario de la muerte del cura de Ars y la emergencia de los problemas que han afectado a muchos sacerdotes, impulsaron a Benedicto XVI a promulgar el Año sacerdotal, demostrando así una atención especial a los sacerdotes, a las vocaciones sacerdotales, y promoviendo en todo el pueblo de Dios un movimiento de creciente afecto y cercanía a los ministros ordenados. Ellos son, sin duda, la espina dorsal de las Iglesias locales y los primeros colaboradores del obispo en la misión del anuncio de la fe, de la santificación y de la guía del pueblo de Dios. El Papa siempre ha mostrado una gran cercanía y afabilidad respecto a los sacerdotes, sobre todo en los diálogos espontáneos, ricos en experiencia e indicaciones concretas sobre su vida, y con respuestas puntuales a sus preguntas.
El Año sacerdotal está suscitando gran entusiasmo en todas las Iglesias locales y un movimiento extraordinario de oración, de fraternidad hacia y entre los sacerdotes, y de promoción de la pastoral vocacional. Además, se está fortaleciendo el entramado del diálogo, a veces empañado, entre obispos y sacerdotes, y está aumentado la atención especial también a los sacerdotes reducidos a una condición marginal en la acción pastoral. También se desea reanudar el contacto, así como la ayuda fraterna, con los sacerdotes que por diversos motivos han abandonado el ejercicio del ministerio, y posiblemente su regreso. Se han puesto en marcha muchas iniciativas para reforzar la conciencia de la identidad y de la misión sacerdotal, que es esencialmente una misión ejemplar y educativa en
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