«Oh Dios todopoderoso, que todo lo sabes, que careces de principio y de fin, que eres el dador y conservador de las virtudes: dígnate afirmarme en el sólido fundamento de la fe y protegerme con el inexpugnable escudo de la esperanza y adornarme con el vestido nupcial de la caridad.
Concédeme someterme a ti por la justicia, precaver las insidias del diablo por la prudencia, mantener el justo medio por la templanza, tolerar pacientemente la adversidad por la fortaleza.
Concédeme buscar con humildad el bien que no tengo en quienes lo posean, denunciar con verdad el mal de la culpa que he hecho, soportar con ecuanimidad el mal del castigo que sostengo; no envidiar el bien del prójimo y dar gracias siempre por los bienes recibidos de ti.
Siembra en mí, Señor, las virtudes para que sea devoto en las cosas divinas, cuidadoso en las tareas humanas; que a nadie sea oneroso por el cuidado de mi cuerpo. Concédeme, Señor, una fervorosa contrición, una sincera confesión, y una perfecta satisfacción. Dígnate ordenarme internamente mediante una vida santa para hacer lo conveniente para mí, lo útil para mi mérito, y lo ejemplar para los demás.
Concédeme que jamás me apetezca lo que se realiza neciamente, y que sienta hastío de lo que se realiza perezosamente, que no me acaezca desear antes de tiempo lo no comenzado, ni abandonar lo iniciado antes de haberlo concluido. Amén».
(Sto. Tomás de Aquino, ed. Parm., t. 24, p. 241)
(Imagen: Oración de un fraile en la casa de estudios de Washington DC. Foto Fr Lawrence Lew OP).
No hay comentarios:
Publicar un comentario