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Tener cultura Religiosa para darla

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A una señora se le planteó tomar un curso sobre Novísimos. Preguntó: 

- ¿Para qué…, si ya tengo esposo? 

- Los novísimos no tratan del novio sino de lo que viene después de la muerte: 

juicio, cielo, infierno, purgatorio.

Ella entonces aclaró: 

- ¡Ah! Es que tengo una formación cristiana muy básica. 

El Profeta Oseas decía lo que podemos decir hoy: “Se muere mi pueblo por falta de doctrina”. Lo nuestro es sembrar con pasión y sin cansancio. Cada generación￳ sostiene la historia en sus propias manos. Esta generación tiene toda la generación futura en sus manos. El mundo está lleno de tecnología y hay poca fe. 

San Juan Dice:

Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe(1 Jn 5,4). 

Estamos entrando a una época de oscuridad sin precedentes. Siempre hay que preguntarnos: ¿Qué tiene que ver esto con la Historia de la salvación? 

Hemos de dar una catequesis profunda pues quien conoce las verdades de la fe en profundidad tiene más facilidad para hacer oración. Ayer, hoy y siempre, la ignorancia religiosa es el mayor enemigo de Dios. Entre más conocemos a Dios más lo podemos amar y mientras más lo amamos más deseos tenemos de conocerlo y hacerlo conocer. 

En una conferencia a catequistas, el Cardenal Ratzinger, sintetizando, decía: 

Evangelizar es enseñar el arte de vivir(...) La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. Esta pobreza se halla hoy muy extendida, con formas muy diversas, tanto en las sociedades materialmente ricas como en los países pobres. La incapacidad de alegría supone y produce la incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia..., todos los vicios que arruinan la vida de las personas y el mundo. 

Por eso, hace falta una nueva evangelización. Si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero este arte no es objeto de la ciencia: sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que es el Evangelio en persona (10 de diciembre de 2000). 

La gran catequesis comienza por nosotros mismos. Mistagogiaes la “revelaci￳ón de misterios”. ¿Qué misterios? Los sacramentos. La definici￳ón técnica de mistagogia es “instrucción ￳postbautismal”, y se asumía que duraba de Pascua a Pentecostés. La mistagogia venía después de haber recibido los sacramentos de iniciación, porque solamente un cuerpo y una mente purificados podían contener los misterios. La tierra y el cielo se encuentran en los Sacramentos. Esto no es una metáfora, es algo profundamente real y verdadero.

Los sacramentos representan misterios divinos y verdades espirituales, que nuestros sentidos no pueden captar en su más profunda realidad. La mistagogia es algo que todos necesitamos y que siempre necesitamos, porque los misterios de Dios son inagotables. La mistagogía es oración contemplativa de los signos que nos conducen a los misterios. Entrar a la mistagogía es nada menos que permitir que Dios continúe enseñándonos (Cfr. Scott Hahn, Mike Aquilina,Living the Misteries. A Guide to Unfinished Christians). 

Es difícil pues estamos tratando de enseñar realidades que no se ven, pero se transparentan en los hombres y mujeres de fe. Dios nos da sobreabundantemente. 

La falta de doctrina tiene una gran repercusión. Influye en el modo de tratarse uno mismo y de tratar a los demás, en el trabajo profesional, en el modo de elaborar leyes, en el noviazgo y en la vida matrimonial, en lo que se elige para entretenerse y en el modo de divertirse. Hoy, la gente joven no se sabe divertir. No tienen inventiva, sólo se les ocurre acudir al alcohol, a la droga o practicar deportes extremos. Entonces, hay que ir más lejos en la formación de la inteligencia y en la formación cultural para poder razonar con más conocimiento de causa. Pero para eso hace falta que el alma quiera formarse. 

Hace poco le leía a una persona mayor el Éxodo. Íbamos en que Dios le reveló su nombre a Moisés y le dijo: “Yo soy el que soy”. La persona a la que le leía me dijo: 

“No le quiso decir su nombre”. Le expliqué que su nombre era “el ser en plenitud, el ser subsistente por sí mismo, el Ipsum esse subsistens”. Él es el que es –el Gran Yo Soy-, y yo soy la que no soy. 

Conocer la Biblia es importante. Benedicto XVI dijo en un Angelus: 

“Si llevamos en la mente y en el corazón la Palabra de Dios, si entra en nuestra vida, si tenemos confianza en Dios, podemos rechazar todo tipo de enga￱os del Tentador”. 

Jesús dedicó mucho tiempo a enseñar a los apóstoles porque su seguimiento requería el conocimiento de su doctrina. ¿Y en dónde encuentro la Doctrina? Entre otros lugares en la versión oficial del Catecismo de la Iglesia Católica. 

Existe una constante histórica según la cual un sistema político en crisis multiplica la producción legislativa y enmaraña las leyes, dice Vittorio Messori. Se multiplican las palabras y las frases elaboradas, para no afrontar los problemas de fondo. 

San Juan Pablo II nos dejó escrito: Los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo “hablar” de Cristo, sino en cierto modo hacérselos “ver” (Novo Milenio Ineunte, n.16). Hay que reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia. 

Cada uno es responsable de cómo alimenta su inteligencia. Hay que tratar de ser un catecismo vivo, es decir, un resumen claro, y asequible, de la doctrina cristiana, pues no basta saber cosas, hay vivir lo que se enseña. Los grandes catequizadores han sido los santos. ¿Cómo? Enseñando lo que viven. La oración ante el Sagrario es un modo de adelantar los tiempos. Vamos a poder comunicar el Amor en la medida en que nuestro corazón se mueva dentro del Corazón de Jesucristo, por la vida de oración y de penitencia. Con doctrina y con Amor, ¡qué buena luz  ofreceremos!, escribía don Álvaro del Portillo en una Carta.

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