El evo está entre el tiempo y la eternidad.
Es accidental la diferencia que establecen algunos al decir que la eternidad no tiene principio ni fin, el evo tiene principio pero no fin y el tiempo tiene principio y fin, porque, tanto si el evo fue siempre y siempre será como si deja de ser porque Dios así lo determina, aun así sería diferente la perpetuidad del tiempo y la de la eternidad.
Otros dicen que la eternidad no tiene antes ni después, el tiempo tiene antes y después con novedad y antigüedad y el evo tiene antes y después sin novedad ni antigüedad. Pero esto es contradictorio, pues si el evo tiene antes y después es preciso que una vez se haya cumplido una parte suya sea reemplazada por otra, introduciéndose así la novedad, igual que en el tiempo. Aplicada a lo medido en lugar de a la medida permanecen los mismos inconvenientes, porque las cosas temporales envejecen por ser mutables y si el evo no está sometido a la novedad y la antigüedad será porque es intransmutable, por lo que en su medida no habrá antes ni después.
Habrá que decir, pues, que, si la eternidad es medida de lo permanente, cuanto más se aleje algo de lo permanente más se alejará de la eternidad. Las cosas que se alejan tanto del ser que están en constante cambio o son el cambio mismo son medidas por el tiempo. Las que se alejan menos y su ser no está sometido al cambio constante ni son el cambio mismo, tienen de algún modo el cambio, bien en potencia o bien en acto. Así son los cuerpos celestes, cuya sustancia es intransmutable, pese a estar sometida a la ocupación de un lugar. Los ángeles, que tienen sometido su ser intransmutable a la mutabilidad de la elección, pueden cambiar con respecto a su elección, pensamiento, afecto y lugar, y son medidos por el evo. El ser medido por la eternidad, por último, no es mutable ni está sometido a la mutabilidad.
Luego el tiempo tiene antes y después, el evo ni antes ni después, pero le son aplicables, la eternidad ni una cosa ni otra y tampoco le son aplicables.
1. Aunque San Agustín dice en Super Gen. ad litt que Dios mueve a la criatura espiritual en el tiempo, por lo que parecería que, siendo el evo la medida de tal clase de seres, no debería diferenciarse del tiempo, debe caerse en la cuenta de que, vista desde la sucesión de sus afectos y pensamientos, toda criatura espiritual es medida por el tiempo, y, en cuanto a su ser, está en el evo y en cuanto a su visión de la gloria participa de la eternidad.
2. Se diría quizá que puesto que el tiempo tiene antes y después, la eternidad es totalidad simultánea y el evo no es la eternidad, entonces es lo mismo que el tiempo; pero no es cierto, porque, aunque el evo es totalidad simultánea, no es eternidad, pues está sometido al antes y el después.
3. Parece que como en el evo no hay antes ni después no hay pasado, presente ni futuro y que como no pudo no darse en el pasado, tampoco puede no darse en el futuro; pero esto no es verdad, pues Dios puede reducirlo a nada. El ángel está sometido al pasado y al futuro solo por accidente; si decimos que fue o será estamos introduciendo una diferencia propia de nuestro entendimiento; si decimos que es o fue, suponemos algo opuesto no sometido al poder divino; si decimos que será no decimos nada; debido a lo cual, puesto que tanto el ser como el no ser del ángel dependen de Dios, Él puede hacer que no exista en el futuro, pero no que no sea mientras es o que no fue mientras existió.
4. Dado que la duración del evo es infinita en cuanto al después, si es totalidad simultánea es algo creado infinito en acto, lo cual es imposible; luego no hay diferencia entre evo y tiempo. Quien argumente así se equivoca: como no acaba en el tiempo, la duración del evo es infinita, pues no hay inconveniente en que algo creado exista siempre “si no existe limitado por algo”.
(Así argumenta Tomás de Aquino en Summa Theologiae, q. 10, a. 5)
Emiliano Fernández Rueda
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