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La Ideología Puritana y su degeneración en la empresa transnacional


La ideología puritana.

Los inmigrantes o pilgrims que llegaron al nuevo mundo para la formación de los Estados Unidos de Norteamérica, trajeron consigo ideales que se estaban vislumbrando en Europa como la libertad, igualdad y democracia, así como un sistema ideológico-religioso, que es al mismo tiempo doctrina religiosa y teoría política:  El puritanismo1.

Entre los principales valores puritanos que fueron el pilar o cimiento para la formación de  este país, encontramos: La creencia de ser el pueblo elegido o predestinado; incomprendido y en comunicación directa con Dios para realizar su voluntad en la tierra, no solo mediante la fe como lo promulgara Lutero, sino por obras; éstas son  las que reflejarán el beneplácito de Dios hacia su pueblo, pues aunque la finalidad del puritano no era primariamente la riqueza, la marca del elegido sólo era posible alcanzarla mediante la aventura económica individual; la palabra riqueza resultaba entonces equivalente a la  de salvación, "por sus frutos los conoceréis".

Los puritanos rebuscaron principios de jurisprudencia en la ley mosaica y preceptos para guiar su vida ordinaria en los libros de los jueces y de los reyes.  Tenían un firme sentido de la alianza, una especie de pacto o acuerdo entre un Dios fidedigno con el que se podía contar y un pueblo dúctil y responsable, "Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?.

Esta predestinación por ser el pueblo elegido  se manifestaría asimismo  en diferentes acciones como lo son el de tener una misión, vocación,  calling, llamado al trabajo o   beruf que los redimía,  para la realización de su felicidad en el mundo.    De la traducción luterana de la Biblia procede la palabra beruf, que significa vocación y/o la valoración de la virtud profesional como forma única de vida agradable a Dios.  Sin embargo este calling o profesión no puede ser el mismo para todos, pues el trabajo al ser de origen divino, se manifestará en el hombre según la selección de Dios, y no todos podrán ser favorecidos, estableciéndose así una tajante división entre los buenos o favorecidos por Dios, encargados de transmitir sus ideales al mundo, si es necesario por la fuerza  y aquellos  representantes del mal y la oscuridad. 

El mundo abyecto tras el pecado de Adán, le ha sido entregado por Dios al hombre nuevo de la Reforma, para convertirlo en el escenario fecundo de la incesante y transformadora actividad humana.  Así, este hombre nuevo, no soporta al mundo, no lo sufre, sino que actúa, intensa, practica, fructíferamente sobre éste.  Al ser el elegido para transformar al mundo, este hombre puritano debía ser industrioso.    Lo importante es trabajar que sólo en los frutos del trabajo se hace patente la selección que Dios realiza entre los hombres separando a los justos de los pecadores.  El trabajo y sus frutos serán la piedra de toque de este orden, porque a través de ellos se hará patente la esperada gracia.

Para estos colonizadores, la vocación o cumplimiento del mandato divino consistía en un eficaz y completo descubrimiento y posesión de aquellas amplias comarcas y riquezas que las mismas guardaban.  El señor les había llamado a ser prolíficos y multiplicarse, y  en particular, enseñorearse de la tierra.  Esta era suya para remodelarla, no sólo para extraer sus minerales y arrancar sus frutos, según lo que en su opinión hacían los católicos2a. 

Entre otras particularidades que encontramos de este pueblo elegido era el de ser  un pueblo estudioso y que se refiere a la Biblia alegóricamente; Los puritanos eran determinantes en que, a menos que un hombre fuera miembro de la iglesia puritana y gozara de buen nombre en ello, no podría votar ni desempeñar un cargo, de ahí que la asistencia a la iglesia fuese obligatoria.  Al ser la salvación una cuestión individual entre Dios y cada hombre, cada uno debía buscarla en su propia conciencia.  La fe era importante en los negocios, pues si un hombre no pertenecía a ninguna iglesia, ese hombre no valía ni medio dólar, pues ¿Qué podía moverlo a pagar si no creía en nada?.  Ir a la iglesia y ser bautizado garantizaba que se tendría por clientes a toda la comarca y crédito sin límites ni competencia.  La fe no era enemiga entonces del bienestar material.  Una persona que realmente pertenecía a los elegidos que Dios había señalado para salvarse, exhibiría en su conducta las formas exteriores de la gracia interior.  

 La Biblia como real suma de inspiración religiosa, política, social, moral, cultural y hasta económica era la única valedera verdad.  El nuevo pueblo de Dios se organizaba inspirándose en las experiencias bíblicas puras:  "Seremos como una ciudad erigida sobre una colina", las miradas del mundo entero estarán sobre nosotros, por ello, si traicionamos a nuestro Señor en esta tarea que nos hemos impuesto obligándolo a retirar el apoyo que actualmente nos brinda, seremos objeto de burla y escarnio en todo el mundo.

El estudio de la Biblia se impuso en las escuelas elementales y se la practicó como parte regular de la vida familiar cotidiana, así se cultivó un tremendo sentido de responsabilidad humana por la buena vida, responsabilidad expresada en el Paraíso Perdido de Milton, generación tras generación absorbió esta ética a una tierna edad que es cuando se fijan fuertemente las impresiones.  Junto con la Biblia, los otros dos libros que el peregrino trajo al desembocar en América fueron: el progreso peregrino y el de Milton.

La vida religiosa sólo era el principio para llegar al cielo, el puritano tendría que pasar muchas pruebas y tener otros valores, uno de ellos es lo que Weber llamó: ascetismo mundano interior; se exaltaban los valores no mundanos renunciando a los placeres físicos, abogando por la sencillez y la abnegación, así como la disciplina dura y dirigida hacia un fin; en el que sufrimiento voluntario templaba el humor divino y mejoraba las posibilidades para el otro mundo.  Su ética, por decirlo de algún modo, era un actitud prohibitiva hacia la vida.  

La familia asimismo también era vital, pues era una fortaleza en común y en su seno se hacían lecturas en voz alta de la Biblia.  La familia acudía los domingos a la iglesia como una piña cerrada y mantenía una conducta que no sólo debía ser irreprochable sino parecerlo.  Era una institución para perpetuar la raza y no para el placer, había un freno sexual.  A los hijos se les veía como miembros de la fuerza de trabajo y por ende, como valores económicos.

La frugalidad era otra de sus características.  La batalla contra las tentaciones de la carne y la dependencia o sujeción del hombre a las cosas externas, no era una batalla contra la adquisición racional de bienes, sino contra el uso irracional de la riqueza, no era el descanso, sino el descanso en la riqueza lo reprobable; la riqueza era buena en sí misma porque contribuiría al florecimiento de la sociedad, pues brindaría fuentes de empleo.  En pocas palabras, la ostentación, los lujos y los gastos superfluos, estaban prohibidos, pues no se aspiraba al enriquecimiento por bienes materiales sólo por ese hecho, sino para hacerlos productivos y ser útil por tanto a la sociedad.

Al tener la firme convicción del pecado como primera debilidad del alma, los puritanos intentaron edificar la vida religiosa sobre una rectitud moral ya que el mundo no estaba para brindarles cómodo reposo sino para obligarlos entre sudores, lágrimas, espinas y abrojos a una incesante actividad regeneradora, salvadora.  Se trataba de rescatar a un mundo, un paraíso que reganar.  

Estos inmigrantes pertenecían todos a las clases acomodadas de la madre patria, no eran pueblo ni grandes señores, todos habían recibido una educación bastante avanzada y varios de ellos se habían dado a conocer por su talento y su ciencia. Eran tipos urbanos, hacendados, comerciantes, graduados de universidades, agricultores, acomodados y mercaderes que pronto formarían un régimen religioso totalitario, sintetizando la iglesia y el estado tomando como modelo el Viejo Testamento2.  

Al encontrarse imbuidos de la idea de que el hombre estaba estigmatizado por el pecado original, el hombre puritano se mira ante el mundo con una inaudita soledad interna en que sólo tiene a Dios como su guía y a si mismo para llevar su carga, encarnación del actual individualismo moderno; así, la voluntad del individuo se convirtió en expresión de una voluntad trascendente que tenía su origen en Dios mismo; de lo cual se desprendía que al obrar consigo mismo está seguro de ser un instrumento de Dios, y así el éxito de su acción es ya un éxito del mismo Dios con el que ha colaborado, o por lo menos una señal de su bendición especial para él y para su obra3.

Como la prosperidad económica es resultante de haber sido favorecido por Dios, el hombre no debe tener ratos de ocio, ni perder el tiempo, pues el tiempo es equivalente al dinero y se debe ser cauto al otorgar un préstamo, pues el crédito es dinero4.

El ser propietario, es para el hombre puritano, también fundamental, pues se desprende de este individualismo de hombre laborioso, tenaz, disciplinado, ascético y libre; la libertad es identificada así con el concepto de propiedad.  Con el tiempo y al consolidarse la nación esta teoría contractualista sobrevive, una mirada a la configuración geográfica de la nación, así lo demuestra, el territorio se ha expandido pero con base en compras,  cesiones voluntarias y despojos.  

La caridad en el sentido católico carece igualmente de sentido y es rechazada dentro de las nuevas comunidades.  Nadie puede ayudar a otro, aquí sólo cabe, el ayúdate que Dios te ayudará.  El individualismo tiene un carácter absoluto.  A partir de su autosuficiencia el puritano limita su sentido de solidaridad humana.  Todos los hombres son iguales, y si la desigualdad existe, ésta proviene de la flaqueza de los mismos individuos.  Unos prefieren el trabajo y otros la holganza.

El puritano obedece a una serie de normas o guías que le permiten llevar una vida agradable primero a Dios, que es su guía, después para sí mismo y por último su comunidad.  El núcleo del puritanismo era un intenso celo moral por la regulación de la conducta cotidiana.  Incluso en los negocios uno encuentra una concepción moral porque éstos son la vocación honorable del hombre honorable.  La vida de los negocios es buena porque ayuda a desarrollar ciertas cualidades admirables del carácter: probidad, diligencia, frugalidad, confianza en uno mismo, sinceridad, trato honesto.

Los norteamericanos recogerán estos elementos para constituir una doctrina justificativa de su poder, de su superioridad y de su predestinado imperialismo, para sentir la seguridad de ser los electos para ser los amos del mundo para dominarlo y transformarlo y en que la riqueza, la ganancia y el éxito será prueba de su salvación.  

El puritanismo en la política exterior estadounidense

Por política exterior se entiende aquella parte de la política general de un estado formada por el conjunto de decisiones y actuaciones mediante las cuales se definen los objetivos y se utilizan los medios para general, modificar o suspender sus relaciones con otros actores de la sociedad internacional (Calduch pág. 5-10).

En la política exterior estadounidense no existen principios propiamente dichos, ésta se fue construyendo conforme a las circunstancias del momento y encontramos que en ella se retoman algunos viejos valores puritanos como el de pueblo individualista y propietario, traducido ahora a capitalista, abogando por la libertad de mercado y empresa para penetrar culturalmente a todas las regiones posibles: pueblo elegido y proselitista que predicaba oportunidad para todos pero que dadas las circunstancias, sólo serían para unos cuantos, para ellos, los hijos elegidos de Dios; fe en su visión de ser los mejores, y en que los otros, los que piensan y actúan diferente, son los enemigos, los que no aman a la humanidad, y por tanto son satanizados; moralista, religioso y estudioso de la Biblia para expandirse cultural y territorialmente si es necesario por medio de las armas, de la fuerza y de la represión; exaltación por su calling o vocación por el trabajo pero el de otros, obteniendo así su ganancia y consolidándose una vez más como los predestinados.

El Destino Manifiesto

Fue acuñado en 1845 y no hacía más que dar nombre a la vieja convicción de que Dios había asignado a Estados Unidos la misión de dominar América del norte y de que la mejor evidencia de su selección era la extensión transcontinental:  "América está destinada para mejores acciones... en defensa de la humanidad.. El futuro expansionista es nuestra arena y nuestra historia.  Estamos entrando a espacios no pisados, con la verdad de Dios en nuestras mentes... Somos la nación del progreso... y ¿quién podrá ponernos límites?.  James Buchanan, futuro presidente, adopta la doctrina al afirmar:  "Está en el Destino Manifiesto de nuestra raza extenderse por todo el continente de la América del Norte y esto sucederá antes de mucho tiempo, si se espera que los acontecimientos sigan su curso natural".   Hacía 1853 México había perdido más de la mitad de su territorio original a manos de Estados Unidos.


El Darwinismo Social

La confirmación apasionada de la doctrina racial había aparecido en Inglaterra en 1850 en diversas publicaciones como en el libro The races of Men de Robert Knox, mencionando que la inferioridad de las razas oscuras de la tierra se debía a caracteres específicos y a la calidad del cerebro mismo; esta aseveración encontró eco en el Anglo Saxon, que hacía gran hincapié en el destino de los anglosajones y en su misión cristiana como mensajeros del cielo para llegar a todos los rincones del planeta.  Este aspecto de nuevo teutonismo cayó en terreno fértil al otro lado del Atlántico transformando el idealismo revolucionario del progreso humano en una ideología de destino racial continental, hemisférico y aún mundial para un pueblo elegido.  Así pues para 1850, la desigualdad de las razas era un hecho científico ampliamente difundido.

Estas ideas imbuyeron los principales periódicos norteamericanos y en la segunda mitad del siglo XIX formaron parte de la verdad aceptada de los libros de texto de Estados Unidos (Reginald Horsman, pp. 105-219).    

Sin embargo, es en el Darwinismo Social que floreció en Estados Unidos entre 1870 y 1890 donde encontramos un nuevo giro del Destino Manifiesto.  La falacia acerca de la supervivencia del más apto en la cotidiana lucha por la existencia individual dentro del competitivo aglomerado social, y la hipótesis relativa a la selección natural, cuya tesis fundamental decía que "eran los más aptos, los modernos electos, los triunfadores", permitió justificar la explotación y discriminación de otros pueblos menos capaces.  Sus fundamentos eran los escritos de Carlos Darwin en 1871 acera de la creencia de que el maravilloso progreso de Estados Unidos, al igual que el carácter del pueblo, eran los resultados de la selección natural.  Esta nueva Doctrina justificaría la explotación bajo pretexto no ya de predestinación sino del éxito de los pretendidamente mejores dentro de la estructura social; se trata de una sustitución, en lugar del injusto era ahora el menos apto.

Los estadounidenses de ese tiempo, persuadidos de que los asuntos internacionales eran una lucha para la supervivencia nacional y que una nación debía expandirse o morir, aceptaron la guerra con España y las adquisiciones coloniales como su deber y destino; rescatando a Cuba, América inconscientemente se rescataba a sí misma de las condiciones opresivas de casa, es decir, de las condiciones de la sociedad industrializada.  La guerra promovió un renacer de la energía nacional y demostraba que los estadounidenses eran la gente del destino, la nación, el pueblo elegido por Dios.  (Boorstin,  pág. 571).

El Pragmatismo

El pragmatismo trataba de explicar el mundo y la vida en función de la significación práctica y su tesis fundamental consistía en reducir la verdad a utilidad.  Para el pragmatismo, la verdad no es una propiedad estática inherente a ella sino lo es con relación a un sistema de realidades y a la verdad de una idea, por ello no existe un orden de verdades trascendentes (William James, Pragmatismo,  pág. 12).  

Al proclamar que la verdad era una propiedad de determinadas ideas nuestras, con su adecuación a la realidad y que el alcance de ésta dependería enteramente de sus relaciones con otras verdades que también habían de ser reconocidas como promotoras de la acción (Francisco Larroyo,  pp. 80-81), y que una idea verdadera era verdadera en tanto que creerla fuera provechosa para nuestras vidas, Estados Unidos podía darse el lujo de tener una política neutral, para después ser aliado y finalmente negar dicho lazo.  Este pragmatismo se hace más que evidente en la Historia de Estados Unidos, por ejemplo en el caso de la guerra "han ocurrido tantas por motivos comerciales como antes ocurrieron por avidez de territorios" (Orozco, Filosofía norteamericana del poder, pág. 120-125).

La Geopolítica

Aunque acusada por muchos como pseudociencia y marcada su aparición desde la segunda mitad del siglo XIX en Europa y en Estados Unidos a comienzos del siglo XX, si se toma en cuenta que en la Geopolítica tiene gran importancia el ambiente natural como resultado de los factores físicos, pero también el ambiente cultural como resultado de los factores humanos, en que  la Geografía manda y la configuración del terreno, paisaje, clima, hidrografía, recursos naturales, etc., fuerzan a los pueblos a actuar de manera determinada, podemos comprender la actuación actual de Estados Unidos en Medio Oriente.

A principios del siglo XX surgió Mackinder con su famosa teoría del Heartland,  que comprendía la parte norte e interior de Eurasia, de las costas árticas a los desiertos centrales hacia los mares Báltico y Negro; desde Behring hasta Rumania, con inmensos recursos.  En 1998 Brzezinski, ex asesor de seguridad estadounidense de 1977 a 1981, retomaría su importancia al afirmar "que aún mantiene su importancia geopolítica, siendo el lugar donde gran parte del poder político, económico y mundial, está localizado, por lo que la política exterior estadounidense debe seguir ocupándose de tal dimensión geopolítica"; a partir de la guerra del Golfo y actualmente en la era de George Bush hijo, tal zona recobra importancia.

El Realismo Político

Es la teoría política netamente estadounidense, centrándose en la política y el poder específicamente.  El elemento principal es el interés definido en términos de poder; los estadistas actuaban por interés independientemente de sus motivaciones éticas o religiosas y debían distinguir entre deber oficial y deber personal.    El Poder era así cualquier cosa que estableciera y mantuviera el control del hombre sobre el hombre.  En el Realismo la Geografía era importante porque era el factor más estable del que depende el poder de un nación y porque determina la estrategia militar y política con respecto a otros países; los recursos naturales eran pues elementos de gran influencia en los asuntos internacionales.

 La moral nacional también era rescatada, definida como "el grado de determinación con el que una nación apoyaba las políticas de su gobierno en épocas de guerra"; esta moral nacional era pues otro elemento de poder, puesto que encontraba su prueba decisiva durante tiempos de guerra. Ello lo observamos actualmente en el pueblo estadounidense al declararle la guerra a Afganistán y subir la  popularidad de su actual presidente.

El Neorrealismo

Esta teoría parece de una actualidad sin precedentes, por su simplicidad en afirmar que en este mundo importa más la capacidad del estado y no tanto la cooperación internacional.  Estados Unidos invade Irak pasando por alto el Derecho Internacional y al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.   Validando así al Neorrealismo y la tesis de Robert Keagan en su libro "El poder y la debilidad" cuando afirma que  el Derecho es el arma de los débiles para contrarrestar nuestro fuerza.

El Conservadurismo

Es la ideología estadounidense que mejor rescata los valores puritanos:  en ella encontramos el rescate de la renuncia al placer y a la satisfacción;  la defensa de la autodisciplina y el el retorno al lazo familiar;  a la iglesia y al discurso maniqueico de la lucha entre el Bien y el Mal.  Observamos huellas de este retorno a la religión en sus principales símbolos:  el sello de la Unión con sus trece escalones representando a las colonias; el ojo encerrado en el triángulo que significa a La Providencia y a los Iluminados; en la leyenda Anmait Coeptisque significa, El, Dios, ha favorecido nuestra empresa; en el Capitolio de Washington, en el Salón de Meditaciones de la ONU, en las sesiones del tribunal de Justicia que inician con una oración.  Asimismo encontramos el llamado a la vocación  o al trabajo, con su libertad individual, espíritu de empresa y ganancia, propiedad e independencia empresarial que conllevan al éxito y al progreso y que hoy en día se ve representada en la Empresa Transnacional.


La degeneración de la ideología puritana en la empresa transnacional

De importancia en la formación del consenso expansionista fue la creencia de que la nación estadounidense no sólo era la más grande de la tierra, sino que tenía una tarea especial que cumplir:  la ampliación del área de la libertad y la ydemocracia.  Esta extensión del área de la libertad viene a ser la secularización de la vieja idea original de la regeneración espiritual5.

Este evangelio desembocará con el tiempo en nuevos rumbos como serán el laissez faire de la economía liberal y en la beatificación de la propiedad y en que la democracia o señorío popular se identifica con el concepto de propiedad y en que la democracia se constituye a base de propietarios.  

Estados Unidos, ya no adquiere más territorios, su imperialismo geográfico, se convierte ahora en imperialismo económico, suscribiendo acuerdos comerciales que amplían de manera gradual sus prerrogativas comerciales, empezando primero con Latinoamérica, para después continuar con  el lejano oriente: Filipinas, Java, India, Japón y forzando a China a abrir sus puertas.  Posteriormente al convertirse en el principal acreedor del mundo, finalizadas las dos grandes guerras mundiales, el mundo le pertenece.

La hegemonía estadounidense no sólo continuó, sino que se reforzó a través de nuevos mecanismos centrados fundamentalmente en fórmulas veladas como el multilaterismo y cooperación,  insertando en el mundo a un nuevo protagonista: la empresa multinacional de finales del siglo XIX y principios del XX, que desembocaría después de la Segunda Guerra Mundial en la empresa transnacional, la cual  se ubica con su casa matriz en un país de origen, que por lo general es un país desarrollado, pero con miras a invertir en otros países vía sus filiales para aprovechar los mercados externos.  

El comercio, no es ya ahora la forma de imperialismo económico estadounidense ni de los países industrializados,  sino la transnacionalización del capital, no sólo el productivo sino también el financiero.  La empresa transnacional  transnacionaliza todas las formas de capital, habiendo una  gran apertura, en que el capital extranjero se asocia con el capital nacional, dándose alianzas estratégicas en un sector que antes sólo le correspondía al estado.

Se puede decir entonces, que la empresa transnacional se vuelve tema central en la economía mundial, ampliándose en los mercados de los países subdesarrollados capitalistas, empezando a posesionarse  la inversión extranjera de dichos mercados desregulados6, convirtiéndose  en empresa global pues su operación desestructura las fronteras económicas de las naciones, pues hace desaparecer las fronteras nacionales, acotándose el ejercicio de las soberanías7 .  

Sin embargo, tal labor tenía que justificarse como antaño lo hicieron los padres de la patria, como misión civilizadora de pueblo elegido, que es el único que tiene la razón y sabe lo que está bien y lo que está mal: “no sería sano para nosotros el poseer en nuestras manos la mayor cantidad de capital disponible en el mundo, la mayor cantidad de conocimiento técnico y no utilizarlo para ayudar a las demás áreas del mundo que no cuentan con estas ventajas8.

Sin embargo, para que la inversión extranjera fuera aceptada a nivel interno en la sociedad estadounidense, se tenía también que  justificar tal obra y así encontramos que “la inversión extranjera representaba un bien para los países en que se posesionara, pues era uno de los factores que contribuía al objetivo de ganar a las grandes masas de gente de Asia, Africa y América Latina para la causa de un mundo libre.

La inversión extranjera ayuda a la gente de los países subdesarrollados a realizar el progreso económico y la libertad política, que son la aspiración común de todo hombre dondequiera que esté; para demostrar que el camino democrático es el camino más seguro para realizar esta esperanza y para desarrollar nuevas fuente de riqueza y más altos niveles de productividad con el objeto de fortalecer no sólo a los países desarrollados, sino a toda la comunidad de las naciones libres del mundo y porque todo programa económico y principalmente los de desarrollo se presentan para promover una salida práctica a los instintos humanos del pueblo norteamericano9.

La empresa transnacional, como fruto del éxito de los grandes negocios y de las grandes empresas, y teniendo como principal sostén a los Estados Unidos vía la Organización de las Naciones, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, se encuentra entonces en plena expansión, y observamos  como es simple y llanamente la herencia del viejo valor puritano del trabajo o calling en que el éxito es prueba de ser el elegido y los estadounidenses con esa labor altruista (sic) que los caracteriza, están dispuestos a ofrecerla al mundo.  

La acumulación de riqueza fue la consecuencia original de este llamado, vocación, calling o beruf, desembocando después en la formación de la empresa y del hombre de negocios, para después culminar su éxito en la empresa multinacional para exportar su ejemplo y su éxito al mundo, transnacionalizando después a la empresa y al hombre de negocios u hombre de bien.

Este sentido del estadounidense típico de ser el hombre de bien o el  ejemplo a seguir por la sociedad internacional, lo encontramos desde el sentir puritano de los círculos religiosos de la Nueva Inglaterra.  Al ser los elegidos de Dios, no pueden cuestionárseles sus acciones, pues todas van dirigidas hacia un solo fin, realizar su éxito en la tierra, que es prueba de ser el elegido.  La religión se convierte en el elemento primordial para justificar y encabezar las guerras, y así como Cromwell lo hiciera en el siglo XVII en Inglaterra, empuñando según él su espada por una causa justa y noble, haciendo la defensa violenta de su fe una obligación en contra de los tiranos, así la encontramos en el discurso de la política exterior estadounidense en que siempre habrá un representante del mal a quien perseguir, como lo fue el Nazismo, el Narcotráfico, el Comunismo, el Terrorismo y la defensa de los Derechos Humanos actualmente.

Así pues, al ser los elegidos, los estadounidenses tienen siempre la verdad, y para ello también tienen su filosofía propia:  el Pragmatismo en la cual, su Dios, justifica su expansión primero al oeste por territorio por razones proselitistas, después porque es el destino del pueblo estadounidense, posteriormente porque es necesario para el comercio, después para defender al débil, liberarlo y darle la oportunidad de la libertad.  

La política exterior estadounidense empieza a no necesitar excusas, la justificación se da por aceptada, desde el momento mismo de la importancia práctica que el objeto tenga, entonces si es objeto de interés por Estados Unidos, la idea de comprarlo, despojarlo, invadirlo, conquistarlo, libertarlo, transnacionalizarlo, es válida porque es verdadera.

Este sentido pragmático es lo que empieza a caracterizar a  Estados Unidos.  Pragma se traduce entonces al inglés business y está en relación a las fuerzas económicas que se hace desde la sociedad civil o burguesa; es la nueva reforma protestante pero ahora en filosofía porque reconquista la fe como energía interior; si Estados Unidos dice que el mundo es bueno, lo hará bueno11, pues para los Estados Unidos su progreso económico está estrechamente ligado al progreso del resto del mundo.  Un programa para promover el progreso económico de Norteamérica debe proveer a la extensión y fortalecimiento de los lazos económicos con el resto del mundo12.

Y así como se desplazó el centro de gravedad del comercio, de Europa a Estados Unidos, a partir de la primera guerra mundial, también observamos en nuestros días que el centro de gravedad de filosofía lo hace.  Pues ahora ya no podemos hablar sólo de flujo de inversiones, sino también de flujo de conocimientos de Estados Unidos hacia el mundo.  

Ahora no sólo se hablará de libertad de mercado y de comercio; de empresas corporativas y de empresas transnacionales y globales; sino de exportación e imposición de valores, de ideas, de pensamientos, de libertades; en un mundo en que lo que importa es el libre comercio, ahora se exporta el pensamiento filosófico de los Estados Unidos hacia el mundo, baste contar cuántos lideres mundiales han egresado de sus principales universidades.  La inteligencia estadounidense aporta significados e ideas al mundo que confronta y a cambio de ello, el mundo le reembolsará verdad y poder.

Sin embargo, para lograr esta práctica de la libertad y la iniciativa individual se podían anteponer incluso algunos elementos contra otros como lo era el individualismo y la estandarización; el estatismo regulador e intervencionista y el libre mercado; el idealismo y el realismo; el intercambio y la especulación; legitimando así parámetros antagónicos, soslayando así las contradicciones internas del sistema norteamericano y posponiendo cualquier cuestionamiento moral que pudiera surgir (Orozco, Breviario político de la globalización, pp. 399-409).

Finalmente reconocen que Dios también puede ser manipulado, poco importa quien sea, e incluso si es.  Dios no es conocido, no es comprendido, es simplemente utilizado; a veces como proveedor material, a veces como soporte moral, a veces como amigo, a veces como un objeto de amor.  Si demuestra su utilidad la conciencia religiosa no exige nada más, pues Dios y nosotros (Estados Unidos) tenemos tratos en común y al abrirnos a su influencia nuestro destino más profundo se realiza13.

Esta filosofía pragmática también rescata sin paternalismo y conmiseración la dignidad del proletario conforme con mantenerse proletario, pues si se le da tiempo para el ocio, Dios sabe en lo que degenerará el trabajador.  Este ascetismo despiadado como bien lo dijera Weber, se vuelve con toda su fuerza contra el goce espontáneo de la vida y de todo lo que ella tiene para ofrecérnoslo14, sin embargo, tal ascetismo se le pide hoy únicamente a los pueblos subdesarrollados, pidiéndole sacrificios para salir del atolladero, y todo ello impulsado por líderes del mismo pueblo impregnados de esa mentalidad pragmática aprendida en las universidades estadounidenses.

Al pueblo hay que mantenerlo ocupado con la vieja filosofía puritana del trabajo, y por ello se explica el porque actualmente, que la empresa transnacional inunde nuestras vidas con  horarios de trabajo interminables, quedando en el olvido los grandes logros revolucionarios para el trabajador del derecho al descanso, jornada de cuarenta horas semanales, permanencia en el trabajo,  seguridad social, vacaciones, pensión, vivienda; sustituidas hoy en día por el Sistema de Ahorro para el retiro, despidos, mínima seguridad social y mucho menos jubilaciones.  Liquidando a personal que por los años cumplidos o laborados bien podrían tener derecho a una pensión.  

Así observamos que los viejos valores puritanos de antaño, aunque parecen enterrados en realidad se encuentran insertos en la vida cotidiana de los pueblos vecinos, si bien no necesariamente, en la vida de los estadounidenses. 

Observamos a nuestro alrededor multitud de sectas protestantes (Testigos de Jehová, Mormones, Adventistas, Cristianos, Evangelistas, Pentescostalistas, etc.), queriendo regular nuestras vidas, dictándonos normas de moralidad que ni ellos mismos comprenden, pregonando ascetismo (sentimiento obsesivo por el pecado, lucha por la salvación y contra la tentación), cuando la sociedad estadounidense está llena de vicios (divorcios, drogadicción, familias decadentes, asesinatos en masa, pérdida de ideales).

El éxito de tales sectas quizá se deba, a que no se puede dudar de que el poder y la prosperidad de Estados Unidos resultan atractivos para muchos empobrecidos latinoamericanos y muchos de ellos, están expuestos, sin duda, a las seducciones de los medios evangélicos financiados total o parcialmente por los estadounidenses15.  

Los valores puritanos pregonaban por una frugalidad que ahora se le pide al pueblo vecino, pero que los estadounidenses no practican.  Se pide moralidad, pero la del otro, la del que piensa diferente y por ello, se le acusa de ser el enemigo, y el mal a perseguir, como lo fueron las declaraciones de Presidentes precedentes como Carter y Reagan, y ahora  George Bush, al informar sobre la guerra contra  Afganistán,  “La guerra tomará tiempo, pero estoy dispuesto a esperar, porque soy paciente. Juro liberar al mundo de los malvados”.  

Sin embargo, los malvados son unos que ayer fueron los amigos.  Ronald Reagan durante su gestión apoyó a los ahora talibanes, y a su principal lider, Bin Laden, en su lucha contra el comunismo16.
  
El crédito, al ser dinero, tiene que recuperarse, y para ello, existen los  organismos financieros internacionales y sus cartas de intención al prestarle a países necesitados de recursos, con grandes intereses leoninos, sin importar lo que sus condiciones previas a los préstamos ocasione a los prestamistas; pues si existe hambre, pobreza, desempleo, es porque para esos pueblos, tal es su 
destino, no son los elegidos, pues el éxito, como bien lo saben ellos, es la marca inequívoca del amor de Dios.


Mireya Ojeda
Mireya.ojeda@gmail.com


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2a. Zea, América en la Historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, pág. 201.
Don Martindale,  La sociedad norteamericana, México, Fondo de Cultura Económica, 1976,  pág. 238.
3 Max Weber, Ensayos sobre Sociología de la Religión, pp. 433-440.
4 Cfr., Benjamín Franklin, El libro del hombre de Bien.
5 Ortega y Medina, El Destino Manifiesto, pág. 21.
6 Paulino Ernesto Arellanes Jiménez, “El rol de las empresas transnacionales en la fase actual de la globalización, en Inversiones y Empresas Extranjeras Globalizadas, Paulino Arellanes y Jesús Rivera de la Rosa (Comps.), México, Benemérita Universidad de Puebla, 1997, pág. 195.
7 Ma. Guadalupe Acevedo L., “Empresas globales. Las características de su organización”, Inversiones y Empresas Extranjeras Globalizadas,  pp. 165-167.
8 Gonzàlez Casanova, La ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras, México, Escuela Nacional de Economía, Instituto de Investigaciones Económicas, 1955 pág. 134.
9 Pablo Gonzàlez Casanova, Op. Cit., pág. 133. 
10 Josè L. Orozco, “Pensamiento político estadounidenses” en  Qué son los Estados Unidos, pp. 66 y 67.
11 José L. Orozco, Filosofía Norteamericana del poder, pp. 120-125.
12 Pablo González Casanova, Op. Cit., pág. 129.
13 William James, Las Variedades de la experiencia religiosa, pág. 384.
14 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del Capitalismo, pp. 166-167.
15 Brigitte Berger, La cultura empresarial, México, Gernika, 1992, pág. 118.
16 Jim Cason y David Brooks, “Bin Laden considerado como héroe por Reagan hace 16 años”, La Jornada, México, 18 de septiembre del 2001, pág. 8.





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